viernes, 29 de febrero de 2008

eL aVisO

Aquí los escritos del NadoW que enceguecerán al trigésimo cuarto lector. Mirad quizá por última vez, o preguntadse: ¿Tendrá sentido tomar el riesgo? El ahorcado es la respuesta, y sólo las letras-parapente irán a salvarlo de la clase de muerte que imaginó, de la otra cosa que vio en el sueño que nunca pudo olvidar. El ahorcado tiene un único y lapidario amor al que cuida, prepara y trata dulcemente: la cuerda. Todo lo otro es desprecio, todo lo otro es Nado. Hay un estado actual (atenti) que se rige bajo las normas de M., y M. despierta ante la caricia tibia del Chamán, y uno mismo es siempre el Chamán de uno mismo. Por eso, trigésimo cuarto lector, amarás este libro como a ningún otro, porque será tu cuerda, la que provocará que repelas tu voluntad y tu estúpido orgullo ilustre, el mismo que te hará acabar este libro en braille utilizando tus torpes y vírgenes dedos, buscando como un topo el mapa de las letras y la oscuridad y el absoluto intiempo. Nada nos complace más que regalarte el último hilito de luz.

fIgurA · eL aHorCaDo ·

El árbol que es Nado abraza el espacio con sus ramas una vez que dejas de ser raíz. La cuerda escoge tu rama.

NoTa iNfiniTo el 1()

Al trigésimo cuarto viajero intrépido, aquello que creíais tus dotes sapienciales se desvanecen en esta realidad circundante, como el óleo que pinta la luna que hace aullar al perro, pues el perro ve en la luna el rostro de su asesino. La claridad enloquece, aquí no hay pastores ni rebaño, aquí no hay leyes sino contraleyes, y ni siquiera eso. Las ideas son respiradas con ansiedad, mas ¡debéis ser cauto, bribón! La Percepción M no es risa, sino que la risa es la forma de entender la desdicha previa, es el barco que te lleva a pleamar. Ya no sois vos, reíd de aquél otro, ya jamás seréis los otros, ni nosotros, sino Percepción M.

lA HeRmAndaD es eStaFA

Mas quisierais existir como tú mismo, que los espejos no griten las obscenas atrocidades que reflejan. Mas quisierais aventurarte en el Nado, allí donde las piernas te abren el pecho para nacer en la gloria de la absoluta negación, y tú ahorcado, desvalido, indefenso como una niña de 93 años. M. lo verá por ti, en algún desmomento así será, el Nado reside bajo la tacita de café, justo en el lugar donde el oscuro brebaje tiene prohibido ingresar. Pero ya no importa, la historia se manifiesta sin anestesia ni cronología, fue el otro día que di con los hermanos Calambre: Whity Nose Calambre y Pequeño Gran Calambre. Pequeño Gran quizá no quiere, de algún modo parece no desear existir, su lengua es seca y plagada de esquirlas de la Última Guerra. No pudo escapar el pobre, y ahora le habitan tan adentro que ha pasado él a habitar las esquirlas, a ser la cosa que traslada. Whity lo ama sólo por ser su hermano, ¿existe acaso algo tan proley, tan contraNado? Pero M. ha contado el secreto, los hermanos Calambre la muerden, la lastiman sin piedad, tal vez por las esquirlas incrustadas de la Última Guerra, que es actual, y por eso ¡a los lobos, hermanos Calambre! Conocerán las consecuencias del bloqueo del Nado, M. no perdona.

bOsQUe dE SitUacIÓn

1- Banco bajo árbol. Hombre fumando. Mira nube quieta sobre él. Cabello se levanta. ¿Viento? Le está creciendo geranio. Geranio tapa nube. Hombre bufa. Maldice. Mira. Miro. Mueve boca. Escucho algo. No hay palabras. Geranio sigue creciendo en cabeza de Hombre. Mira. Sigue diciendo. Creencia. Se escucha toda la situación en sí misma.

2- Cuando dice venir el bastardo, nunca termina siendo lo esperado. Igual lo peor va seguir siendo siempre no haber estado esperando nada. La cosa es sencilla, cachiporra ultrasónica (US) de última generación se vende en el mercado de acá, a dos cuadras. Allí se consigue en todos los precios y formatos. Cuidado al cruzarse con uno que tenga una de ésas, que te la debo lo que ligás, termina siendo un circo romano improvisado ahí, en el instante y en la mismísima calle. Pero si salís de ésa ya considerate un graduado de la academia con todos los honores, con esos que le dan a los que salen de la guerra sin una pierna o por haber corrido entre las municiones como una quinceañera o directamente te los plantan en el cofre de madera, envueltos en una banderita y con la eterna imagen estática de una flor de lis en el aire y el brazo extendido. Todo se va tejiendo de a poco, la situación se va reflejando continuamente en el Laberinto De Los Espejos Convexos. Ensanche del pensamiento, banquete de palabras vacías. Gordo horrible, insaciable, ya no le encontrás gusto.

Deambulario

El preciocielo alumbra feliz aquí y acullá, palomas mansas, palomas grises y de las otras, ¿sois lo que veo? ¿Sois lo que ves? ¿Sois lo que no ves? ¿Sois lo que no veo? Soy Percepción M –dijo y me hizo decir:- “Para saber, concéntrate en el vacuo destino”. Ni bien descifré la respuesta, vi que era lo que lo que no vi (lo que no vi, no lo vi, pero pude formarme una imagen del reflejo contingente), ahora estaba tranquilo, si es ahora es casi nunca siempre, si es ahora es Nado, si es ahora y es ahora es sí, así, y las palomas echaron a correr y yo eché a correr por el camino de las palomas, se me ocurrió una idea y tan pronto quise perderla. Los Imperceptores cruzaban temiendo eso, les disparé pero no entendieron, las palomas echaron a volar, buen augurio para los sueños.

No mees en árbol ajeno

No puede estar la muerteY más cerca de los zapatos del que usa reloj, y él, asediado por el nunca, atrofiado por la sentencia, descubre el deseo y excava, con pala y azadón, su propia tumba al pie del árbol que es Nado. Y la sed en la piel, y su bocacueva fatigándose, y sus pestañas paraguas, detentan el impulso furioso de volcarse hacia la trama que lo separará de las noches y de los días. Contempla satisfecho –pero su satisfacción es apenas una triste imitación de la plenitud de la palabra (ocurre que no hay otra)- lo del fondo, arriba; le ha dando vuelta a la contextura del planeta, pero esto no es advertido por el huero heresiarca de las contraleyes de la Percepción M. Por último, se da con el talón en el culo y se deja caer, y no deja de caer nunca, nunca, nunca morirá, jamás ha nacido, jamás ha sentido la soga al cuello.

eL poBrE no enTendÍA

El otro diurno fui a consumir café al Avispero. Me senté en una mesita que no le digo el lugar porque siempre están todas al fondo, y no hay caso, por más que uno firme religiosamente el libro de quejas no se terminan de dar cuenta que nos dejan a todos acoplados en espacio reducido y nos convierten en presa fácil y encima pagamos por eso. Pero me pasa que me persuado de que en realidad pago por el café sin azúcar, como usted bien sabe, único lugar donde lo sirven. Y no malgaste entrañas acústicas en decirles que son las abejas las que , que a las otras les gustan los topos. En fin, estaba en esa fatua y agobiante tarea de buscar mi reflejo en la pared, esa que está pintada de violeta, y me toca el hombro el Gordo Criminal, manos punzantes y pesadas, me di cuenta de inmediato. Se sentó sin permiso el cabrón y parecía costarle entablar contacto visual, andaba buscando no sé qué por el ambiente, hasta que me di cuenta de algo que no iba a poder pasar mucho tiempo desapercibido. Se movía en su pecho, debajo de uno de sus característicos pulóveres-camisón, se trasladaba velozmente como si tuviera un murciélago siendo infectado por la luz allá abajo, o atrás, no sé cómo decirle, quería definitivamente liberarse y él ni ambicionaba frenarlo, lo dejaba ir y venir y estirar el pulóver-camisón para todos lados, mientras se ponía ambas manos en la nuca y seguía buscando a lo que yo consideraba algún tipo de perseguidor. Yo estaba a la siguiente temperatura: bajo M.. De repente se le acercaron dos avispas muy feas, de esas que tienen la cara cortada por los cocineros que ya están duchos a la hora de defenderse. Le recriminé febrilmente que haya traído su estúpido magnetismo al Avispero, cosa que negó y agregó que se lo había prestado a un vagabundo para que pudiera obtener cosas, que después lo pasaría a buscar, y entonces me exasperé y le dije que si llegaba a tener un topo ahí metido le iba a dar con la cachiporra US de última generación unos besos y no hay cosa Orbital que se resista a tal acontecimiento. Me indicó que no no y no.

-¿Entonces qué?

-El preciocielo cae de arriba abajo –dijo el muy torpe.

-Al grano, pedacito de bestia. Sacagalo de una vez, atrapo lo que venga.

-Es esto, que no sé, lo puedo calmar pero me aburre hasta calmarlo, y también cae como un edificio y es como que se vuelve a construir sobre sus mismos escombros.

-¿Emeaste hoy?

-Nunca Emeo.

-Retórica barata, calamidad. Ahora es el turno de que lo calmes y lo muestres. Y ponga sexta, que las avispas ya se relamen con su barriguita.

-Sshh –decía mientras la punteaba con caricias y la cosa se iba desinflando y cediendo de a poco. Se subió el pulóver-camisón frente a todos, impúdicamente, y vi lo que suponía, le resplandecía y se apagaba continuamente de entre sus dedos que había dispuesto como una pequeña cárcel circular. Después lo metió en mi taza llena todavía de café, y se hundió lentamente, despidiéndose hacia lo oscuro.

-Qué hermoso Nado, troglodita. Aunque tiene algunos defectos, podríamos decir que es un Casitú, especie que se avecina al Nado, todavía hay abismosß que devorar. Lástima que no quedará nada de ti ahora, pues has cometido el más grotesco de los errores: existir.

Agarré la taza y bebí todo de una propulsión. ¿Qué otra cosa podía hacer, me quiere decir?

CorolariuM: La claraboya presume de su altura, pero los zócalos pueden servir de tejas

Inútil es cuando, estando M dentro de uno, se intente establecer con un Imperceptor un cambio de palabras satisfactorias, a fin de ser comunicado con el debido ímpetu que esto supone. Así que ponte bajo la influencia y deja que se desparrame dentro, que sería lo contrario a aplastar una mosca contra el aparador del living. Escúchame ahora con ojosoídos, que esa voz cantarina que hace nacer M te revele el verdadero contrasentido velado.

Yo te digo: almidón, crecen tus dientes, saliva espesa.

Tú, por supuesto, contestas: claro que sí, la percibí con la nuca.

Te respondo: las nucas saben ver, los ojos, a veces, mienten.

Y me dices: pero no los R-ojos.

Arguyo hábilmente: recítele.

Tú, que estás muy despierto, golpeas la madera con los nudillos, unas tres veces.

Insisto: el pececillo coletea juerte, ha de ser de taimado, susúrrele.

Tú me dices: para susurrar están las lechuzas, y estas son nictálopes, como yo, así que a modo de perdón, dejo de sostenerme.

Me despido y tú vuelas de rama en rama.

Y cuando creo que eso es todo, viene a mí la sabiduría del Nado, desciendo, entonces, del árbol, no sin antes quitarme la soga del cuello y dejarla debidamente colgada en el brazo más fornido y perpendicular. Exclamo: ¡la aquiescencia trae consigo la desdicha, tengo la espalda a la miseria! M es Sapiencia, ni bien digo esto, una hormiga que trepaba a la sombra –de las pequeñas que hieren terrible- se convierte al anarquismo.

¿¡Encuentro!?

Usted lo recuerda muy bien, yo lo recuerdo muy bien, era noche, era M. La mesa estaba oblicua al escenario, sobre él, NadaX obraba a puro esplendor. Usted lo vio primero, llevaba un saco sport y una bincha con los colores patrios que le abrazaba el cráneo, tez morena, facciones de otro mundo, ojos de Nado. Deambulaba por aquí, por allá, por más allá, estaba y a la vez no. Supimos que era Juanito, lo fuimos sabiendo de a poco, no hizo otra cosa que mostrarnos su sortilegio, su magnetismo ultramundano, un sendero ajustado a la Sabiduría más elevada, a la Percepción M. Había que verlo bien, él lo veía. Decidimos (o M decidió por nosotros) ponernos bajo su tutela por un rato, convencidos de que algo tenía que transmitirnos (o nosotros a él), así que lo llamamos. Qué intento trunco, cómo pretender que la Sabiduría venga a uno sin que uno ha(ga nada). Ir hacia él, entonces, pedirle gentilmente que nos acompañe. Usted se acercó, yo lo seguí con la mirada, Juanito no decía más que verdades a unos sordos y usted esperó a que terminase. Usted estaba cerca, usted de algún modo lo presentía, quizás no era el momento (pero cuál otro), quizás… Veloz pasó frente a usted, yo lo veía todo, lo sufría todo desde allá, por fin estuvo cerca, le soltó unas palabras, el Sabio negó dos veces; una por usted, la otra por mí.

¡¿Encuentro?!

Cómo me gustaría arrancarte de tu carne, estrellarte contra tus ojos, hacerte entender a bofetada limpia. No es y es arduo como llorar con un solo lacrimal, pero qué vas a entender. Si te digo que no me vas a creer y entonces me mirás y me decís, sí, cómo no te voy a creer, entonces pienso que hemos tocado fondo y que vos, con todo respeto, no podés estar más lejos de ser lo que decís ser. A todo esto hay un chicotazo en el lomo de un caballo casi podrido y todos lo miran con la más ilusoria compasión. Le sigue el grito furioso de una veterana que quiere matar al tipo que le acaba de manotear el monedero y corre atrás del colectivo. Ahí nomás te sale profetizar y me pedís que te cuente de una puta vez. Con la más estirada calma empiezo a relatarte desordenadamente –no porque así se me antoje, sino porque así ocurrieron- los mentados hechos. Al principio ponés cara de circunstancia -evidentemente le estás errando a la interpretación y eso es grave- cuando te digo que estaba parado ahí porque atrás del vidrio se veía mejor y no porque el tipo que estaba adentro fuera un pelmazo como vos decís que es, realmente me importaba tres carajos el tipo ése. Al otro lado de la avenida venía cruzando el policía de la cuadra, así que me metí derechito y sin chistar y le estreché la mano al varón que, más que por desidia que por estar arreglando el mostrador, hizo un ademán vago y apenas me rozó los dedos. Le pregunté con desinterés qué era eso que tenía colgado de la viga y me contestó que eso no estaba a la venta y que me joda si se me ocurrió que me interesaba. Otro tanto le pregunté por otros bártulos que no me importaban en absoluto, pero el tipo tiende a negar todo al principio hasta que se ablanda y destraba la mandíbula, y volví al que me interesaba. Antes de que repitiera lo que estaba a punto de repetir, le ofrecí por él la colección completa de Prokofiev y anduvimos discutiendo un rato pero se notaba que al tipo le interesaba, sólo que quería sacarme algo más. En algún momento cedió y arreglamos que al día siguiente se haría la transacción ipso facto. Como al otro día yo andaba corto de tiempo no caí sino dos días después. Llevaba la caja con los discos y antes de entrar ya me di cuenta de que la cosa no iba a marchar, porque la viga se presentaba desnuda y me entró una bronca y una indignación que te la debo. Le tiré los discos en la cara y el tipo se excusó diciendo que había encontrado un mejor comprador y que la culpa era mía por no haber hecho el acto de presencia ayer. Lo mandé a la reputísima madre y rajé abrazando los discos como pude, tratando de caminar calmado. Para variar me metí en lo del Flaco Guilerme que estaba bastante abombado por haberse levantado recién de la siesta y nos chupamos unas cervezas mientras su mujer barría debajo de la mesa y andaba con los ojos puestos en uno de los purretes del Flaco que no quería hacer los deberes. Por fin se fueron los pendejos y la vieja y nosotros meta fumar y chupar. No le iba a contar lo del tipo al Flaco así que lo dejé hablar a él, pero el Flaco me preguntó que qué hacía con esos discos y le tuve que contar. El muy pelotudo se cagó de risa primero y después me dijo que estaba loco y se fue hasta la pieza como pudo, gateando creo. Como al Flaco le había entrado sueño, volví a salir o volví a entrar afuera, como pude yo también, aunque en mi caso no era el mal llamado ocio el que me empujaba puertas afuera, sino la vasta insinuación de tener que encontrar algo, lo que sea. Paré en seco al ómnibus y me colgué del pasamanos a la altura del segundo asiento. Quizás lo primero que vi fue el casco blanco, o su bigote recortado o sus pómulos salientes o su saco sport, andá a saber, la cosa es que estaba ahí, qué lo parió. Destilaba un tufillo irrespirable y cabeceaba contra el vidrio cada tanto, y yo sin saber si acercarme o qué, o sólo mirarlo y estudiarlo lo mejor que pudiera. No pasó mucho hasta que subió una mujer entrada en carnes con un niñito que llevaba un globo y una matraca y se sentaron al otro lado del pasillo, ante la mirada sólida de Juanito que hizo una chanza con la boca para animar al niño. Como si estuviera embelesado, el muy cabrón no dejaba de observarlo, con una obstinación y un motivo que se me escapaban, pero a él no, con toda seguridad. Y el caramelo cayó junto a la respuesta, pues el dulce que se le escapó al niño fue a parar al pasillo y Juanito, que seguramente estaba esperando eso, preguntó si se lo podía comer. Ante la respuesta nerviosa de la madre –que sí, adelante, es suyo-, Juanito lo hizo suyo. A esa altura pude sentarme detrás de él, ya me quedaba poco por recorrer, sin saber si hablarle o no, lo vi mandarse un pucho a la boca y llevarlo de lado a lado con toda presteza. Sempiterna duda la que me circunda, desde que bajé de aquél colectivo endiablado que se llevaba al Mesías, mientras vos, aquél y los otros, se relamían mirando la carne con papas que sacaba Nélida del horno.

Las Tres Contraleyes de la Naturaleza Emeica (N B)

1- Eso se acostumbra a uno y uno se acostumbra a eso

En M no hay Nirvana, ni paranirvana, ni cielo, ni infierno, ni Bardo, ni vacío, ni lleno, ni parcial, ni total: hay Nado. Déjala penetrar sin resistencias, ofréndale tu hábitat (cuerpo y espíritu) y entonces sí, y sólo así, podrás habitarla a tu antojo.

2- Uno enfrentado a uno, M.

Con M tienes tu reflejo, pero no un vacuo reflejo de tu cuerpo, sino tu reflejo, lisa y llanamente. Está allí afuera, tanto como adentro, Nado por doquier.

3- M es Anarquía y Anarquía es M.

El principio fue Anarquía y M fue el principio. No brotó para el hombre, brotó porque se le dio la gana, si no se le daba no brotaba y el hombre hubiese quedado ignaro del Nado para siempre jamás, pero como brotó y porque brotó, está en el hombre para enseñarle el camino sin restricciones ni tapujos, el camino más universal del Universo.


W Na = Nada; do = Todo (¡no será repetido!)

Y muerte, en minúscula, metáfora, símbolo, su correspondencia jamás será develada por mi no ser.

ß montañas invertidas

X Nada: La diosa de la insignificancia.

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También M. va de la mano con H. y a veces le dice salud y se aman. Se perciben idiotas en la soledad de su burbuja, se atropellan las cabezas al levantar un papelito y después sonríen, siempre sonríen porque saben que más allá de las dos las cosas están más idiotas aún. En algún momento (no tiempo, no espacio) todo llega a estar tan bien, que surge la necesidad de manifestarse en la cosa que camina y respira y se acurruca cuando tiene frío. Se dejan tomar por los dedos vacíos de un solitariado, algo así como la clase que hace todo por todos para que todos hagan por sí mismo para él mismo. Cuando se puede, M. y H. son besadas bajo una misma luna, cuando no, no se puede, y entonces es H., o es M., nunca importa, pues las dos saben esperar. Digamos que esta noche es H., por lo que algo oculto de su ejecutante comienza a derretirse por sus pies y a trasladarse a cada cosa que percibe. Si otro solitariado se cruza en el camino de colores y cantares, el espectro que despide el ejecutante lo busca de inmediato para enrollarse por los pies y comenzar a subir lentamente hasta la testuz. Allí el colapso, el peligro de que el otro pueda llegar a entender, y entonces el espectro, que no es tonto, emprende su regreso al ejecutante, que percibe en los ojos del otro solitariado su propia angustia, su propia cárcel de lirios, turquesa, nudos de palabras y aceto balsámico.

Minúscula historia del homúnculo

Fue así: abrió el cajón y la sacó. Tenía olor a meada pero no le importó, miró al cielo y le agradeció al indio, se le vino a la mente, entonces, el cuadro que le había mostrado, los violeta y los fucsia y dorados y rojos. No supo bien en qué momento entró, parece que a M le gusta andar a hurtadillas, la cosa era que había entrado y nada existe en el mundo para oponérsele a esa certeza. M siempre elige sentarse enfrente de uno, M lo miró, como estudiándolo, notó sus gestos, su cara desfigurada y demente, me pareció que le tocó la oreja antes de que él empezara a oír distinto. Era T. Monk, Solo Blues Piano, M le tomó dulcemente la mano y lo puso frente a la noche con Ephistrophy, en otra época, en otra distancia. ¡Siga, Maestro!, exclamó loco de contento, se lo decía a los dos. Supo entonces que se estaba comunicando con aquél túnel de cosas que lo conduciría al otro. Lo saludo calurosamente desde este mirarse las manos que parecen garras que arañan vertiginosamente el símbolo que nos decodifica a lenguaje, nada menos que a aquello que constituye el mayor fracaso del Hombre, dijo y prosiguió así: a mí me parece que, en efecto, es como dice Lezama: ¿La poesía? Un caracol nocturno en un rectángulo de agua. Caracol nocturno de agua en un rectángulo poético. La vida es así, dijo el sabio y se prendió fuego. Caminó y caminó calles olvidadas por completo, uno que andaba tarareando no sé qué himno nacional le pidió que lo salvara, que le pintara un triángulo rojo en la frente. No sabía cómo se sentía. Le agradeció nuevamente al indio. Cuando se manda el mundo un poco al carajo, cuando él supo lo que supo cuando M en él, rió con ganas, rió con más ganas. Esos túneles suelen comunicar a paraísos raros. Dejó caer la caja de Pandora al precipicio, reptaba entre sus dedos toda la alienación que constituye la paradójica situación de existir. Bramó: Es este hoy un suculento alimento del mañana, pero más me parece a mí, que hoy ha sido hace millones de años. Carecía de todas las capacidades intelectuales del caso, perdió tanto tiempo viéndose delante de él, que envejeció hasta pudrirse con la soga de corbata. Fue así.

Karpov y Leroy Lará- Capítulo 1. Ajá, muy bien, entonces, ¿cómo era?, yo soy el espectro ese frente a mí, y M le soba el ego y le estimula el sentido de certeza. Ah, no, M es M y yo soy lo que M abandona al avanzar como el caracol de Lezama. O tal vez, tal vez, acto fortuito, veritas es Leroy Lará, sitio por donde Thelonious Monk se pasea dando vueltas en sí mismo como un trompo, donde danza en la mente mientras el saxo de Bird, mientras el scat de Lady Ella, mientras el codo le arde por volver a hundirse allá por la tercera octava, el si bemol séptima y el pañuelo por debajo del sombrero. Tal vez todo, en los escritos pretenciosos es siempre mejor leer lo que no está escrito (ludomanía la de estos señores que ni se enteran, sus palabras claves anhelando lo sublime) Porque yo también era todo eso cuando en la puerta de un sitio innombrable se bambaleaba el nombre de Karpov, cuando yo M y sus derivados; solo. PARTIDA SIMULTÁNEA DEL EX CAMPEÓN DEL MUNDO CON 20 JUGADORES. Se produjo una evasión inconsciente de “ex” y adentro, en pleno Leroy Lará al cuarto piso. Táctica: no hacer caso a las sillas vacías, la posición ideal comienza por quedarse al lado de la puerta y luego respirarle en la nuca a los jugadores. Entró por al lado mío con su traje gris a rayas, carita rosada de bebé, lo vi explotando de buzarda y en un bar unos minutos antes, asqueado por el pésimo ron que le servían. Se metió en esa especie de herradura dispuesta con lo 20 jugadores sentados por fuera, cada uno con su tablero, machacándose los pelambres para ver cómo pasaban menos vergüenza. Mi Leroy Lará había mutado, pero lejos estaba de estancarse, quería seguir, carajo, seguir mutando, Leroy Lará se mantiene vivo en la transformación, algo así como estas palabras (¡¡sólo palabras!!) que, mientras a Karpov le importaban tres pepinos las palabras del árbitro de la demostración, a mí se me derramaron en un papel cascada:

El método de ser

Estoy en el árbol.

Me trepo abrazando

sus cicatrices ásperas,

su corteza imposible:

Soy el árbol.

Soy el árbol,

el que ves en la acera,

el que se deja masturbar

por el viento de marzo,

el que se deja vencer

por el asfalto estéril.

Te veo esperándome en la ventana,

chupando el cigarrillo y fumando whisky,

preguntándote si realmente somos lo que dicen.

Porque lo dicen, nena,

y se hacen a sí mismos promesas,

y las cumplen.

Soy él árbol y vos la ventana, ¿sí?

Vos: árbol.

Yo: ventana.

Después encima todos se encuentran,

se regalan besos y conversan,

se esperan en algún sitio.

Pero vos fuiste siempre ventana,

y yo echo raíces

y me hundo cada vez más

en una tierra que no adivino…

(tal vez, nena, tal vez

soy el árbol que esperan en cada sitio,

y vos el reflejo que vomitan cada mañana,

cuando empieza el smog,

cuando me subo a la cruz).

¿Por qué me mirás con esa cara,

como si hubieras descubierto algo entre las ramas?

Te pusiste verde, se acabó,

volviste a ser yo.

Ahora tu ventana te atrapa,

se te ve encerrado en un marco,

se te ve aburrido y quieto y torpe.

Aprendiste a ser torpe con sólo mirarte,

o tal vez, nena, tal vez,

se te dio por reflejar un árbol,

lo hiciste crecer en tu barriga transparente,

lo hiciste acabar sobre el asfalto,

y entonces también te inventaste marzo

y las raíces

y tu propia muerte.

Al fin y al cabo,

vos y yo,

no somos más

que lo que no somos.

Somos, nena, sí, somos,

pero lo que no somos.

Me hubiera gustado un silbato, pero ni para eso, hermano, justificó el arbitro haberse levantado por la mañana. La primera vuelta fue así: saludo y muevo (era siempre blancas, por supuesto). En Leroy Lará había inquietud, pues al mofletudo jugador se le ocurría comenzar de diferentes maneras, peones Rey y Reina cuatro y tres, tres y cuatro, C3A, etcétera, según vaya a saberse qué fulminante hallazgo en el adversario de turno. Me acerqué a los jugadores, me acerqué a los tableros, y ahí Táctica 2: ante las sucesivas amenazas de expulsión por parte del inservible, volver consecutivamente hasta agotar sus débiles dotes arbitrares. Me quedé definitivamente detrás de uno, en su nuca, venía bien, o simulando muy bien, Karpov le dedicaba unos segundos más y se paraba frente a mí, casi jugando conmigo, compartiendo, eso seguro, mi Leroy Lará, hasta el punto de mostrarme el ombligo a través de un espacio entre los botones de la camisa hinchada.

El árbol La rama La soga El muerto Lo invisible

Hay un punto preciso en que las cosas no son sino quien lo enuncia, Un punto preciso en que no hay partes que se expliquen sin ese que lo explica, Y ver entonces que lo que se desprende de la cola del cometa Es el cometa mismo, Y en esa explicación que se traslada hacia otro que no se explica lo que aquél otro quiso explicar, En esa explicación, allí mismo Se lanza a reír la angustia, Se lanza a dormir la angustia, Se lanza a vivir la angustia, Se lanza a matar la angustia, Por eso se vive el día como si fuera el último, Por eso se muere todos los días con la soga al cuello, Pero No escuchas lo que te digo, Te perfumas M Y sales Al clamor furioso de estruendistas callejeros, Y una invisibilidad, que pocos conocen Por no jurar haberla visto, Se inclina y vuelve a erguirse Ante las pestañas de polen de polvo y duermevela. En lo que no se ve se decide el justo destino de esos hombres que para no atisbar su indecisión adoptan las viejas formas de la guillotina. Lamido el oro de los porqué vagabundea la infelicidad Que encuentra henchido el orgullo frente a lo que, fuera lo que fuera, se fue. Negro es el color de las caras más pálidas que sienten cómo es negro el color del dolor.

¿Por qué entonces

No te sacudes la ropa

Y te quitas las migajas

Que caen del cielo

Por ese acto de suspirarlo

Y admirarlo eterno

Si lo que no se tiene

Ha de ser tan verdadero?

invisible muerto soga rama árbol

Borges supo que era Dios y escribió sobre él. Quemad el infecundo baptisterio del ciego frígido de una vez, el único punto preciso se lo adjudico al tejedor, ese que nació con lo puesto, el que regresa al ovillo y recomienza el camino en su torpe angustia, el que sólo conoce dos palabras: Falso-Verdadero. La imprecisión es el acto de devorarse el ovillo, de prescindir de la palabra, de aglutinar lo universal a la parte, de obviar la física en la metafísica, para obviar todo esto: el discurso que parte adornado de palabras oscuras, la técnica de doblar la frase para que vuelva al que la enuncia (no es menos sincero y reiterativo decir “ojo, la frase eres tú, pues de ti proviene; mira, sigue el camino: mano, brazo, hombro, cuello, cabeza”); la imprecisión es decir que el árbol es pura angustia, el peso de la muerte le retuerce las ramas y no sabe librarse. La imprecisión es decir. La precisión es decir algo. Decir algo: “¡quiero lo verdadero! ¡Qué es eso de ‘es’! ¡Quiero la verdad!”. Decir: “te quiero, me”. Decir algo: “¡Nena, nena, no puede ser otra cosa que esa nena, es verdadero, es cierto!” Decir: M.

y para no repetir...

... a veces pensé que me podías traicionar y dije/cerebro, no seas tan vulgar/Y lo que quise olvidar/es lo que voy a recordar/Con la soga al cuello (uuhh)/Con la soga al cuello. /Hay veces que hablar/es una forma de ocultar/una mentira/o una verdad/ Con la soga al cuello/... etcétera porque no hay memoria y no se merece memoria. Ya se dijo, se llama "Con la soga al cuello", de A.C.

Crítica de la Razón Crítica

I

No sé qué noche, mientras caía un bostezo tras otro, mientras Fú-fá-yí y Fú-fá-lá coreaban el estribillo de la Internacional, dándole a lo que quedaba, al culo mismo, del botellón de ajenjo criollo que había traído el camarada CervezaJamón, por esas cosas que no se explican bien, porque, para ser francos, lo del ajenjo era realmente una sorpresa extraordinaria viniendo de él, justamente de él, que no hacía otra cosa que tirarle de las mangas a los codo, en fin, mientras tanto desbarajuste perfectamente racional, bajó a Tierra la Gorda Ana muy dispuesta a prestar su colaboración. Se pusieron a discutir, qué farra.

“Lo que han comido mis ojos no es el viento que mueve las aspas de su mente”, le dijo Brutus a los Fú-fá, por aquello de T. T.: explicar, diversión de los vientres ojos a los molinos de los cráneos vacíos.

Brutus sabía hablar más o menos como

Demóstenes, había que verlo al guacho desenfundar su Biblia de

Eufemismos, meter palabras que te dejaban culo parado, qué lo parió, tener

ese tupé de decir las cosas con tanta precisión, diciendo a su vez

que tal cosa era una guarangada cósmica.

El camarada CervezaJamón le paró el carro diciéndole que él no era muy instruido, que le daba no sé qué escucharlo decir tanta cosa, pero que ahora iban a ver, mientras sacaba un librito de Groucho Marx, explicando que él era marxista a lo Groucho.

No alcanzaron a ver nada porque antes lo sacaron a patadas señalándole que había violado el vigésimo nono mandamiento de la Cofradía del Mandril lunar y Revolucionario, esto es: “no te cagarás en la en la inteligencia del Mandril, ¿qué te picó?”

Habiendo proscrito al camarada CervezaJamón, Fú-fá-yí, con cierto desdén, le apuntó a Brutus que si aquello de explicar era inútil, todo era inútil y por eso mismo lo que había dicho no era válido y hete aquí que había que tacharlo, como alguna vez hizo V. con la Filosofía.

Se pusieron de acuerdo en eso y le avisaron a la Gorda Ana para que borroneara todo lo que se dijo desde entonces del Registro Momentáneo y Revolucionario, a lo que ella respondió, con goma en mano: “De inmediato”.

Por fin se decidieron a establecer las pautas a seguir de ahora en más. Primero, dijo Fú-fá-lá , con voz de saxofón tenor, a mí me parece que habría que… cómo se dice cuando uno quiere… ayudame, Gorda hermosa. La Gorda Ana dijo entonces, la vas de artista, sos un artista del ensayo, pequeño Fú-fá-lá. Primero, hay que ser los oídos del Mandril.

Dechado segundogénito, expuso Brutus manejando metáforas de otro mundo, debido al hambre de decidir una voluntad, propongo pues rehacer comentarios puros respecto a temas ya puestos en agenda y depurar así los Anecdotarios Básicos de la Cofradía del Mandril lunar y Revolucionario que pululan extramuros, para boicotear lógicamente, a las agencias de desinformación.

Tercero, dictaminó Fú-fá-yí, no más ajenjo criollo, me sienta mejor la pócima Decembrista.

Por último, como era de esperarse, cerraron la sesión firmando el Registro Momentáneo y Revolucionario, Fú-fá-yí firmó con sangre, Fú-fá-lá, con saliva, Brutus, con baba de caracol, y la Gorda Ana se dejó hacer y deshacer.

K. y L.L.-FIN-acecto y asesto: C.d.l.R.C. II

Y qué carajo puede importar Karpov cuando todo se funde en un ahora sucio, contaminado por la incesante manifestación del yo aturdido, por los elementos que aparecen y te marcan que algo fue pero se mantiene vivo, esperando el presente preciso, la furia del pasado (ríe, baba-Lezama-Brutus, ríe, estuvo muy bueno). Es que en otra casa, en otro mundo, primero aparecieron los huevos rotos, unos días después (¿hubiera sido revelador comprenderlo desde parámetros temporales, establecer tiempos de aparición?) fue una pluma azul, caribeña, mezclada de amarillos y grises, para seguir en un cúmulo de palitos perfectamente cortados y acomodados como un nido, y ni hablar de los pichones muertos, las palomas degolladas. Los encuentros, ya desde el primero (observación de algo poco común desde la simpleza de la manifestación virgen), se producían en letargos incomprensibles, estado de recepción evidente, pero inconcluso. Era cosa de estar por abrir la puerta para salir a la calle y ya presentir que había una comunicación de algo del otro lado, aguardando el impacto. Hubo quien se interesó por la causa, hubo compadre del Nado que se vistió de monje y ofreció consultar con el espíritu santo sobre los hechos. En algún momento cayó con la respuesta: “un intento de separación, de división del mundo cercano, de la periferia inmediata”. ¿Y después qué? No te impacientes, aún no te arrojes al vacío, espera mi relato. Y qué. Que me fui. ¿Adónde? No importa, me fui, huí despavorido. Si quieres mi ayuda es necesario que me digas tu destino. Aquí, con vos. No me incluyas que yo ya me voy, no me queda mucho tiempo. Te sostengo, te tomo de la pierna, tirate, te sostengo. Primero decime algo, ¿cómo es que aquí surge aquello? Pues aquello se viste de aquí, pues aquí fue hallada una pluma al medio de la sala de estar, en un tercer piso infranqueable para cualquier ave y cualquier almohadón de plumas. Entiendo que Karpov sea mandado donde el cementerio de dioses, luego su jugada contigo y su posterior comentario sobre los relojes (“¿te has tomado el tiempo de tomarme el tiempo?, está bien, aunque muy mal, está bien, algunos esconden sus relojes en el bolsillo del pantalón, y no por eso su muerte difiere”, fue así, así y así y que Leroy Lará lo mande a confirmar) en un bar de por, en medio de algo que pretendía titularse, rotularse. Qué asco. Exacto, el mismo asco que me da mirarte sobre la baranda, a punto de emprender tu arroje, antes de pensar en esa pequeña pluma, que sigue ahí, ni la he movido y nadie se ha animado. El ánima es de esas que se deleitan ante el cobarde, es de esas que toman las plumas sin que te enteres. ¿Te suelto? No puedes hacerlo, no siento tu mano, no veo tu cuerpo, no huelo tu pedo. La pluma, qué con ella, qué. Si es sabia será mía, se habrá caído de acá, a lo Kien con sus libros. Cómo es que te desplumas antes de arrojarte, lejos de ser aconsejable. Consejo, consejas, a, te pierdes en la multitud, vas entre los zapatos, no te enteras que he dicho que si es sabia será mía, no identificas lo embrutecido. Ah, muy kien, entonces kién te ampara en tu empresa masoca. El zángano que aguarda la firma al final del libro de quejas universal. La pluma la vi yo, estaba, ahí sola, todavía está, venida de nada. Tu pluma es el encuentro entre Nadja y Bretón, yo soy ambos que termina donde ya sabes. Pues te suelto, para qué más. Te suelto yo, utiliza tu pluma si te atreves.

Arachí an mangue muí/Noche en mi boca (Poema respuesta)

(El siguiente poema ha sido vertido del Caló por el Lic. Bellumest, agradecemos su gentil y desinteresada colaboración)

Ruspí, duquendió, /Adivina, maestro,

chiserá an a arachí, /joyas en la noche,

patriás e Lí. /aves de Libertad.

Ruspí, astís, chaval, la bulo, /Adivina, quizás, muchacho, la mentira,

adribé drao oté, /hay veneno allí,

y adribé japillí an mangue. /y hay sed en mí.

Ruspí a bundal gres e pirar, /Adivina la puerta antes de ir,

Gres e junar, /antes de oír,

gres e dicar, /antes de ver,

gres e chumendiar. /antes de besar.

Ruspí, fulcheró /Adivina, médico

o canguelo e Undebel alaquinó /el miedo de Dios tejedor

e merar e estipén. /de morir de salud.

Ruspí, tucué, /Adivina, tú,

a brudila tor durquipén. /la respuesta del dolor.

Reminiscencias del Cap. 68 y por qué no otros y pantomima del adorado fantoche

Lamela un poco, querés, la voluntad, ¿no? Estacionala por lo ancho, hacé que se vaporice la naso y cortate el pescuezo, disparale 68 municiones TresCuartoInvisible, al dedal encajala en el ojo soñando, metela, dale, dirigí la orquesta, que por aquí he visto algún que otrora súbdito tuyo, viejo C., sepa a continuación de qué me comulgo:

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

El macho Minula se vio metido hasta el cogote

Minula Silva, revolviendo por Jaspers entre la luz líquida de una variante de M, se pegó la neumonía cuando Anaximandro, cuando un párrafo suyo. Nagarjuna se mudó, casi al tamaño que propone el tiempo al arrancarle el carozo a la ciruela, en un Grifoescarabajo ajustándose los dedos con la puerta que abre el presente. “¡Mirá, mirá, la San Puta!”, avispó los conductores sonoros del ambiente, tan torpemente, tanto que cerró el libro y quiso memorizar, “lo puedes, Minula, puedes vencerte”. Al final fue una alegría que duró toda la noche entre abrazos lunáticos y atragantadas de vapores vespertinos. Se vio, Minula aparte de verse en su Brasil, se vio, apócrifo como ladrido de grillo, recitando su fiel versión de Anaximandro, poniéndolo más en duda que a sí mismo:

“Si alguna vez se ha podido establecer las diferencias entre insensatez y sensatez, fue en ese supuesto donde encontré un punto de apoyo para la locura. En el medio de los dos conceptos se forma un cayo que al tocarse no emite información sobre padecimientos, se instaura en el centro mismo, logrando un vacío que impide el movimiento hacia ningún lado. Se sabe que cualquier forma de intención de desprendimiento de la locura (cayo), sería arrojarse a un extremismo plagado de designios lógicos. Es en ese movimiento que el cayo desaparece para dar lugar a un renacimiento de la piel plana, tersa, suave, muerta de tanto suicidio físico y suicidio normativo. El impedimento del movimiento surge de la parte perfectible (desglose de la percepción, modo de operar hacia la pregunta sin la necesidad de las consecuencias –considerar que causa no es lo mismo que causa-) del individuo, de la manifestación del centro mismo: estructura vacía, de ambiente indisimulable, ceremonia de realización del universo. La locura crea una salvación. Crea. Es.”

“La puta es una Santa”, le aplicó Minula Silva al trigésimo cuarto lector cuando éste, ciego por pura mala puntería al leer cosas, le había soltado con mala leche por esa puerta en el techo que creía abierta, que qué santa tiene que ver la diarrea de palabras de Anaximandro con el hecho de estar, o del Dasein, si te moviliza un poco más. “Me dan ganas de cortarte la laringe, de sacarte todo recurso M”, y Minula se largó a llorar, porque quizás había recordado bien el párrafo, pues nadie debería aborrecer sus invenciones. El 34º se puso tierno y le dio vuelta las entrañas de un tijeretazo. Salud, Minula, crea tu regreso.

El macho Minula se vio metido hasta el ombligo

Pensarán que me esqueleto, cavilaba Minula, que ya no Silva, que ya no Minula, no con el tijeretazo que le encajó el ciego trigésimo cuarto, después de tantearlo con su mano blanda y medir distancia. Minula su presunción desnuda, ¿dónde estás, moreno bahiano?, bailando sin rumba en una playa abstracta de bordes fosforescentes, de cielos de papel machacado, de mar bordado a su vista como la raya del horizonte. Clasificaba granos de arena, en el cuarto o quinto día de su creación, de su creer en la creación. Minula no Minula, esperma de semen, saliva de baba, sangre de libido, atacaba a Freud por su concepción netamente orgánica de la Psicología, diciendo: pero este filho da puta propone conceptos abstractos y después los quiere localizar en el cuerpo, como si el inconsciente fuera un órgano, y el yo una glándula, claro, el tipo era médico. Tampoco Anaximandro podía salvarse de su obtusa consideración de que el agua es el principio de todas las cosas. Y contar los granos de arena era tan lógico como no contarlos, es como mear en el inodoro o en un arbolito, se repetía incansablemente. Pero él no contaba los granos de arena, él los clasificaba de acuerdo a sus semejanzas y diferencias en cuanto a tamaño, tipo de roca y cantidad de caras. Había un granito en particular, uno de roca volcánica que le simpatizaba más que los otros, tenía, según había constatado, más de ciento cincuenta caras, y en un descuido se le cayó en algún lugar del pequeño cayo, oh pena indestructible, se había mezclado con los otros, que no tenían nada de especial, que eran granitos comunes y corrientes, y miró y miró hasta encontrarlo, qué enorme alegría lo atacó entonces, estaba realmente frenético y extasiado, se lo puso en la punta del índice y se lo guardó en el ombligo, así no se le iba a perder más. Que no se asimile la locura a la quietud, por dios, ¿qué estoy creando con mi baile sin rumba?, pensaba Minula. Cuando la quietud está afuera el baile se va para adentro. Capaz que el tijeretazo me estropeó el super-yó y nada más, Don Sigmund, percepción C. Al sexto día había contabilizado más de diecisiete mil categorías distintas de granitos de arena y estaba feliz porque había terminado de examinar una cantidad equivalente a un puñado, y estaba feliz también porque ya no sangraba, ya no tenía sangre que sangrar. Comía arena y cagaba castillitos. Pensaba en Nagarjuna y eructaba, cuando tenía sueño caminaba y fatigaba sus pies callosos, callosos de tanto Anaximandro, por qué puta, se preguntaba, había aprendido de memoria ese párrafo y los otros, se encogía de hombros y tragaba saliva espesada por M. Así llegaron otros días, y otros días, y más días. En uno de esos días, un buen día, un lindo día, un día igual a los otros de lindo, una preciosura de día y carcajadas semejantes, y tortura de huellas en la arena borradas por el mar, se miró el vientre, se buscó el ombligo, con los dedos fue hurgando y hurgando, al principio hizo lugar ayudado por su granito de arena, cuando ya estaba más o menos agrandado torció el cuello, contorsionó todo su cuerpo, y metió primero la cabeza en el ombligo, luego sus pies callosos, sus manos, sus brazos, sus muslos, su ombligo, etc.

Anecdotario de los Bobos Desemeados y de los hermanos Fú-fá

-Doña Nona, después de leer en una revista de actualidad las maravillosas excentricidades de su artista de turno, se sienta a la mesa de la cocina y se toma un mate sin bombilla.

-El tipo cumple su sueño, se saca el Gordo de navidad, viaja por el mundo y en cada lugar que visita comenta: “Este lugar es único”.

-Roberto Oligarquía se emborracha una noche en el bar De Los Grandes Ministros y se va a mear al baño. La noche siguiente regresa al mismo sitio, emborrachándose de nuevo, y sale a mear a un arbolito, sin notar la diferencia.

-Pepito corre alrededor de una mesa cuadrada y no entiende por qué corre en círculo.

-Un hombre sin tiempo pretende encender un cigarrillo, cuando quiere acercar la lumbre a su boca, el cigarrillo no está.

-Fú-fá-yí y Fú-fá-lá se pasean por Leroy Lará y ven una lucecita andando tristona por los rincones. Fú-fá-yí mete el dedo y pregunta: “¿Trajiste el Diccionario del Tacto?”, “Uy, mala pócima, chis, gluc, lo dejé sobre el inodoro del living-comedor”, “Maldito dios del recuerdo Olvidio, porque me parece que acá adentro hay un ombligo. ¿Con la tapa baja o subi?”, “Semi”, “Hay esperanzas, correlá, Fú-fá-lá, correlá que la luz se apaga y mi dedo dentro y el ombligo que muerde es cosa seria”.

Otras cosas que pasaron, según cuentan…

-Doña Nona enferma terriblemente por una intoxicación con yerba mate. Estando en la fase terminal del espantoso padecimiento, necesita un trasplante de vida urgente, pero como está muy vieja, a la pobre no la quieren transplantar. Por fin consiguen una maceta de buen tamaño que nadie quiere usar, y la vieja chochea hasta espichar.

-El tipo que se saca el Gordo de navidad, se saca también, el muy tarrudo, el Gran Premio. Como no sabe a dónde ir porque ya ha ido a todo lugar, se suicida con tres balazos en la sien.

-Roberto Oligarquía se hace abstemio. Una noche va a mear al baño. La noche siguiente elige mear en un arbolito. Sigue sin notar la diferencia.

-Pepito logra entender la cuadratura del círculo.

-Nadie sabe ni supo ni sabrá dónde se metió, se mete, se meterá, el hombre sin tiempo, después antes de querer encender un cigarrillo.

-Fú-fá-yí y Fú-fá-lá se reciben de budistas zen, los rapan y ambos se tatúan en el cuero cabelludo “no desear”.

Cartita pa'l grone

Palabritas para el señor XY (anónimo-qué susto-) que con tanto tiempo, estando tan al puro cuete, puso un comentario en PercepciónM, a saber: “Muchachos, ¡me sucedió algo increible, me miré en el espejo y no había espejo! Ayudadme, porfa. p.d. MUERTE A INDONECIA MARCISA. Señor XY”.

Señor XY, o Xilofón Yuxtapuesto, o Ximena Yegua, o cualquier otra cosa que le haga el favor de optimizar su nombre,

Sito en El Laberinto De Los Espejos Convexos s/n

Bahía Sin Agua

Día/Mes/Año

Si nos hemos tomado la molestia de dedicarle la presente, no es por otro motivo que la gravedad de su enfermedad. Sus síntomas no son apreciables desde el punto de vista de su posdata, ya que podemos atribuirlo a un simple desconocimiento de causa, considerando que a Indonesia Marcisa no se la puede matar dos veces. La gravedad de su enfermedad radica en que hay pocos casos en el mundo, el de Minula Silva es uno, él la padeció el año 4 a.p. (Antes de Paracelso), a la mañana que siguió la noche de amor en que su mulata lo despotricara por una mala utilización de los dedos, con el agregado de que Minula intentó memorizar su nombre, y que por lo tanto salió cualquier otra cosa, “Sorena Kierkegaard, me has conmovido como sólo este montón de paja sabe hacerlo”, le había comunicado muy seguro de sí mismo, creyendo otra época, otro Minula, que no Minula no Minula, que no Silva no Silva. Otro caso fue el del aldeano saharaui Abdel Rahiris, cuando en el fondo de una tetera de barro, leyó el siguiente mensaje: “mire que el mundo está lleno de hijos bastardos de la Pacha Existencia… Ah, y mire siempre a ambos lado en caso de cruzar una calle alguna vez en su perra vida”. Abdel Rahiris se sintió casi dormido luego y perdió su imagen en un sueño. Luego la encontró un día de lluvia, cuando una gota inmensa y lenta le fue cayendo sobre él hasta aplastarlo con su última imagen, la de su próxima vida, pintando rostros en globos de cumpleaños. Pero su problema posee matices esenciales que no podemos dejar escapar. En su época y en su supuesto hábitat, los espejos son instrumentos comunes, no así en ese Minula Silva ni en Abdel Rahiris, cuya propia imagen se les presentó en otros planos. Por otra parte, debemos dar por entendido que usted, en estado perpetuo, se encuentra bajo M. En algún momento pensamos que tal vez podía percibir el Nado, pero no debemos confiar en esa teoría, pues el Nado no permitiría que otro más que usted mismo jugara con sus interrogantes. Por ahora podemos pensar en una posibilidad, que el espejo nunca estuvo ahí. Usted cada mañana veía su imagen, pero no por eso ha de haber un espejo. Un mal día usted se levantó, se quitó el pijama de ositos y lirios, se calzó su traje de muerto y se abalanzó hacia el mismo sitio de siempre. Allí se buscó como siempre y no se encontró, sólo pudo ver un rostro pálido, venido a menos, netamente invadido por una mala praxis del sueño, con su navaja de afeitar muy cerca de su cuello en un día que no tocaba afeitarse. Entonces entró en pánico, hubiera gritado “mamá” si no hubiera esperado de ella más que consejos adornados de confites y una cagada a pedo por el mal nudo de su corbata, que en realidad es malo, pero. Allí fue cuando vio un espejo, cuando vio un espejo como cualquier otro y comenzó a poblar de espejos sus recuerdos, cada imagen suya aparecida anteriormente la fue conceptualizando dentro de preciosos marquitos, y a la panza del marco le puso un cristal con rostro que se repetían hacia atrás, que iban aniquilando sus rostro anteriores que no eran rostros, eran su imagen que miró cada día al levantarse, una imagen que le permitía afeitarse sin pensar en otra cosa, o lo hacía, pero se divertía comparando esa situación con las noches de cama con la petisa Mendizábal, o los gratos plumíferos derechazos de M cuando se venía Prokofiev o Gustav Mahler, entre demasiado sabor a luna. Para ya terminar de una vez, el consejo que le podemos dar es que arroje ese espejo lo antes posible, con la debida precaución de no ser a usted mismo a quien arroje, de que no sea su imagen regresada. O sí, arroje todo, no deje nada, ni deje todo, deje Nado, arrójese usted mismo al lugar más espeluznante que pueda concebir, mute en una carta, métase en una botella y arrójese al mar Vacuo, ahí sería todo mucho mejor para usted y para nosotros. Aloha.

únel. acia. ortázar. (C.a.p. 6.6.)

En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay

Decodiminula

Minula abrió los ojos y un aplastante bulto grasiento le cubría todo su cielo, “Muerto y sepultado, sanseacabó”, se terminaba de decir cuando el coche vio el verde y avanzó para dejarlo solísimo arrojado en la calle. “Me cacho, otra vez vivo”. Palo al hombro, pañuelo atado a un extremo con sus eternas pertenencias dentro, Minula Silva y su traje de pana lila se movilizaba por las veredas plagadas de tantos moribundos. Se vio en una vidriera, se hubiera comprado si no tuviera que tenerse para siempre, para siempre… “en el fondo sé que no se puede ir más allá porque abajo a la derecha el fondo no le gusta a nadie, no gusta a nadie…”. Se detuvo, “lamentablemente hay siempre más superficie”. El cristal comenzó a empañarse por fuera y nadie parecía notarlo, el dedo matemático de Minula quería iniciarse en una búsqueda inmediata. Lo puso sobre el cristal, escribió: anto oracio retino, e aces amaleón, u ierática abezota, rama emisferios ortazarianos, etc, ect, tec, tfc, tgc… Hasta que de tanta cuenta le salió un dibujo perfecto de un ladrillo, el único ladrillo entre tanto cristal. Lo quiso borrar, quizás porque era demasiado evidente, pero no pudo, quizás porque no lo era. Entonces lo acomodó, lo puso un poco como una ventana hacia un paredón, a la altura en la que señala el hombre, y se dibujó dentro del ladrillo, “aquí estaré bien por un tiempo, supongo”.

La Senda del Maestro To-du-vakuo y sus aprendices, los hermanos Fú-fá

Se dice que los hermanos Fú-fá transitaban los caminos del Dharma, del Mahayana y demás, con sus ropajes anaranjados y su bolsa vacía por mendigar en el Barrio de La Platús, cuando se encontraron con su maestro, el noveno Patriarca, To-du-vakuo, sentado bajo la sombra de un Cannabbis indio:

-Oh, Venerable maestro –dijo Fú-fá-yí-, ¿acaso véis nuestra bolsa? Dime, Maestro, ¿qué comeremos hoy?

Fú-fá-yí recibió un cross de derecha que lo dejó tumbado en el suelo, que lo dejó a él en el suelo como lo hubiera dejado a Foreman en sus mejores tiempos. Se levantó y se mostró feliz.

-Gracias, maestro.

-Dime, oh, Venerable maestro –se atrevió Fú-fá-lá-, ¿Cuál es el verdadero nombre de Dios?

-Dios es, ¿quién es? –respondió el maestro To-du-vakuo, le pellizcó ferozmente una tetilla y Fú-fá-lá se retorció de dolor.

-Gracias, maestro –respondió con una sonrisa.

-Oh, Venerable maestro, dime, ¿quién soy yo? –preguntó entonces Fú-fá-yí.

-Tú eres yo.

-¿Yo soy tú?

-No, yo soy yo.

-¿Yo soy yo?

-No, tú eres tú.

-¿Tú eres yo?

-No, tú eres tú, yo soy yo.

-¿Tú eres tú?

-Que no, yo soy yo –y Fú-fá-yí recibió, por parte del maestro, una andanada de cachetazos que lo dejó mirando el Nado.

-Ah -dijo Fú-fá-yí, ya mareado por la brutal golpiza-, he comprendido. Gracias, maestro.

-Maestro, oh, Venerable, dime –preguntó Fú-fá-lá-, ¿cuál es el sentido de la vida?

-Si buscas algo, no lo busques, si no buscas nada, busca la nada, está frente a ti, pero no vayas a encontrarla, no seas un hijo de tu madre, sé la nada no siéndola –así habló el maestro, y luego le pegó un rodillazo en el pecho.

-Gracias, maestro –dijo sin aire Fú-fá-lá.

-Ahora –dijo el sabio- corran mientras no tengan piernas.

Mirá, te digo algo, es posible, es probable, casi seguro, que esto que te voy a decir sea así. Preparate, que me ha costado, te digo que me ha costado y que te preparés para lo que te voy a decir. Puede ser muy difícil, te lo digo yo, no es joda. La cosa va así, complicada, un círculo, así de complicada es la cosa. Entonces te lo digo y ya. ¿Estás listo? Ahí va. Quizá te vendría bien un sillón, para este tipo de situaciones los doctores dicen que es recomendable, te sentás y listo, eso no es tan complicado. Sentate ahí, se ve más cómodo, se hunde casi hasta el piso, quedás sedado de comodidad, cosa que la vas a necesitar para no sentirte totalmente incómodo. Es muy delicado el asunto. Resulta que el tipo estaba como vos, sentado en ese mismo sillón, y dijo que se sentía cómodo, como vos, supongo, ¿estás cómodo? Me alegro. Me alegro no por lo que te voy a decir, sino porque estás cómodo y yo no. Es complejo y eso me incomoda, quizás la situación se transforme enseguida y seamos los dos los que estemos incómodos, o sólo vos, porque al final va a ser un alivio decírtelo, cosa que no ocurre cuando lo tenés acá, en el medio de la garganta, bien atorado. Prefiero una trompada, no sé si me entendés. Si no me entendés no importa, ya lo harás, a tu manera, claro, por ahí hay cosas mejores que darle la paliza del siglo a tu …, en fin, lo que sea yo para vos. Igual la soportaría, no te preocupés, pero yo ya estoy harto, te lo quiero decir y no aguanto más. El tipo estaba ahí, como ya te dije, cómodo, pidió vino blanco. ¿Vos querés algo? Tengo de todo, menos vino blanco. Si querés voy a comprar, hay una tienda de chinos acá nomás, no sé si la viste al venir, tiene de todo, hasta vino blanco, supongo, quizás no especialmente ese que pedís, pero algún otro debe haber. Está bien, nada entonces, no te pongas así, el tipo se puso igual, y no quiero tampoco que termine de la misma manera. Sería todo demasiado confuso para mí si esta situación terminara exactamente de la misma manera que con el tipo aquél, no te pongas así, te lo digo y ya. “Por qué, carajo, por qué no lo dijiste antes”, fue lo que me dijo después de lo que te voy a decir. Te lo digo para que no lo repitás, no quiero que todo se torne confuso, quiero que alguna vez algo quede claro. Tenés que entender que la claridad se me fue hace mucho, si es que alguna vez la tuve, aunque creo que sí, recuerdo una vez que no pensaba en nada, que miraba una pequeña sombra blanca que se formaba en la parte inferior del marco de un cuadro. No sé dónde estaba ni cuándo, pero eso no me importaba, es decir, en ese momento no tenía ni lugar ni tiempo. Quizás me empiezo a confundir cuando todo este tipo de creaciones endiabladas se empiezan a mezclar con todo el reflejo de ese espejo existencial que percibo permanentemente delante de mí. Espejo, ¿entendés? Claro que entendés, perdoname, como también comprenderás que al tipo no le dije tan crudamente que debía matarlo, creo que lo pensé y lo vio reflejado en algún lado que no sé, no sé cómo lo pudo haber encontrado, si yo estaba igual, de alguna manera sé que mi cara no cambiaba, que me estaba diciendo-pensando todo como de memoria, si me permitís, brotaban las cosas como en una primavera forzada, entendés, no sé si me explico. Ahora me cuesta más, porque no sé si lo has visto vos ahora también, no lo sé, igual no estaba pensando en eso, aunque tal vez sí, porque te veo con desazón, no te pongas así, te lo hubiera dicho antes, pero comprendé que necesitaba que entraras a mi departamento primero, que te sentaras en el sillón, que te pusieras cómodo, tranquilo, para hacer un poco linda la espera al menos. Sí, ya sé, qué carajo importa saber esperar, ¿no? “Espera, tan paciencia”, te dice cualquier zángano como si le hubieran traspasado por el cordón umbilical la sabiduría de la meditación. Tenés razón, que se vayan a la mierda, estoy con vos en esta, y me gustaría no estarlo en lo que te tengo que decir, pero bueno, no me queda otra, y creo que esto va a empeorar, que me vas a atrapar de algún modo en tu destino… Estoy diciendo gansadas, no te preocupes, pero siempre es mejor esperar lo peor, supongo, no sé, en estos casos, viste. Lo que pasa es que cuando le dije lo que le dije a aquel tipo, sus cosas comenzaron a cobrar sentido y el tipo se asustó, creyó que había perdido la capacidad de pensar, entendés, entonces yo que aún podía pensar, le dije que no se preocupara, que era inútil, que en algún momento volvería a sí mismo. Bueno, nada, creo que lo que le dije te lo tengo que decir a vos, que no es lo mismo que él vio, porque supongo que vos no viste lo mismo, ¿no? En todo caso no se puede morir dos veces, quizás son diferentes tipos de muerte, la tuya será otra. Dejé la ventana abierta para mostrarte. En esta se cae a un vacío con fondo.

Erna erna saterna idush I

-¿Qué hacés a las dos y media de la tarde tomando whisky y leyendo el Manifiesto del Partido Comunista?

-Oíme, Erna, ni estoy tomando solo el whisky, ni estoy leyendo solo el Manifiesto, ¿o me vas a decir que lo que vos tomás es tesito de manzanilla y lo que leés es Agatha Christie?

-La diferencia entre vos y yo no es ni el whisky ni la Dialéctica, Saterna. Sabés a lo que me refiero…

-Pero eso es algo que sabemos sólo vos y yo, Erna. ¿O a vos te parece que se podría hacer una Dialéctica del güisqui?

-Si es nacional, jamás. Son categorías imposibles de conciliar. Hay tanta teoría, Saterna, tanta bola sin manija…

-Servite hasta el tope, querés. Ahora mandate el vaso al gollete y después hablamos de categorías.

-Claro, ¿pero sabés cuál es el dilema, Saterna? Vos lo pensás desde la intuición. A mí tus ideas no me apuran, no me trascienden, ¿captás?

-Lógico, si eso es lo que te proponés… Lo mío, en cambio, es noesis. Aguda.

-Lo tuyo, Saterna, es observar el fenómeno cómodamente sentado en el sillón.

-Desde la perspectiva “él hace”, quizás. Pero no, no es lo mío, quedate tranquila, podés apoyar los talones en la mesita, si querés. Vos y tu neocentrismo, hay que ver…

-No pesco ni piola. Se me están borrando los oídos, Saterna, ¿qué hago?

-Tranquila, Erna. Salite un poco de la sombra, correte hasta este lado.

-Antes descorríamos las cortinas, ahora me pedís que me corra hasta el hilito de luz…

-Ahora te pido, sí Erna, es así. Lo que pasa es que descorrer las cortinas no es lo más conveniente. Al menos esperemos a ver qué pasa.

-Lo que está pasando, Saterna, es que ya no me veo la punta de los dedos, tengo hasta las falangitas nomás.

-En ese caso… está bien, probemos.

-¿Qué pasa?

-Está nublándose. Mejor traigo unas velas, y ya que estamos, unos sahumerios también.

-Sí, pero no es lo mismo. Apurate que me estoy quedando pelada, pucha.

-Ya va, che. Andá vos, mejor.

-¿Cómo querés que agarre las velas si a esa altura me van a faltar los dedos?

-Pará que está sonando el teléfono. Quedate ahí, quietita.

-¿Quién era?

-No sé, atendí y me dio ocupado. Acá te traje, Erna. Permiso, mové esas rodillas.

-Saterna, no pasa nada y ya estoy empezando a ver negro.

-Mejor cerramos las cortinas, ya te dije que no era lo más conveniente.

-¿Y si me echás agua?

-No, que después tengo que secar la alfombra. Todavía podés hablar, veo.

-Sí, pero no sé hasta cuándo, Saterna, ya no veo nada.

-Es normal, ¿todavía no sentís el remolino? Si todavía no sentís el remolino quiere decir que la cosa va bien, que no hay por qué preocuparse.

-No, todavía no. ¿Qué decías?

-Nada, estás escuchando lo otro.

-Ah, ya empezó. ¿Está sonando el teléfono acá?

-Sí, esperame que ya vuelvo.

-No, no vayas, que ya estoy sintiendo el remolino.

-Voy a prepararme, entonces.

-No, esperá.

-¿Qué?

-Bueno, empezá.

-¿Estás sintiendo o no el remolino? No me hagás empezar al pedo.

-Sí, está empezando, Saterna.

-Bueno, no tengas miedo. Lo del olor no importa, ya veré cómo lo saco. Todavía podés comer algo, ¿querés comer algo?

-No, qué asco, vomitaría.

-No me va a alcanzar el diario, voy a tener que usar una sábana vieja.

-No-tren-tra-abuyes-satar-sater-nius.

-Sshhh… no hablés, guardá las fuerzas, Erna, que las vas a necesitar…

A Cricrí se le puso la cara normal por un momento, boquiabierta sorprendida por su idea:

-Ya sé, baila catala baila.

Argricomuncios Firaztekolúpotis le cavó el agujero con una velocidad cero, que es lo mismo que imperceptible, y Cricrí se fue por éste sin desearlo, saliendo ilesa por la Rambla Alpha, donde se come alfalfa.

-Qué hice, Arfi, por qué Arfi- se dijo completamente desdichada, volviendo a su cara magra, escondida detrás de la frente inmensa. La quiso elevar hacia los cielos, pues el hueco seguía allí y su cartera no caía.

-Toooomaaaa….- vino la voz ultratumbada de Argricomuncios Firaztekolúpotis.

-¿Arfi?

-Síiiiiiiiii, sooooy yoooo, bú.

-Me asustas, Arfi, me cago en las patas, en serio, y la cartera está vacía.

Argricomuncios Firaztekolúpotis se contestó a sí mismo y Cricrí maldecía mirando a su alrededor y en su cartera, el bonsái estaba hermoso y eso era triste, muy triste. “¿Qué hago?” Dio un paso, luego dos, luego tres, luego cuatro, luego cinco, luego seis, entonces a los veintiún pasos se detuvo, “En seis movimientos he dado veintiún pasos, me pregunto si la clave estará en el movimiento”. Las sillas se desprendían de los árboles, frutos maduros, comodísimos, sabido porque Cricrí arrancó cuatro y se tumbó sobre ellas, mirando el hueco que se iba convirtiendo en tormenta. “Entonces, si yo acomodo las sillas de esta manera, recuesto la cabeza de esta manera” (se quería convencer de que su frente era pequeña y manejable, de que había otra manera de colocarla) “y dejo el brazo colgado de esta manera, que en su balanceo vaya rozando el pasto...”, sí, Cricrí, quizás te encuentres en la óptima posición de acomodamiento universal, quizás así a Argricomuncios Firaztekolúpotis se le ocurra sacar la mano por el hueco celestial y te arroje una pincelada de rouge y corte con La Esclava, pedorra sometida a los propósitos que de sí misma provienen, como si eso fuera posible. Pero de repente vinieron las arcadas, Cricrí se retorcía sobre las sillas y se caía al pasto quemado por el licor de mandarina y las cuatro salchichas vienesas. “Así no, querida Cricrí, así no”, ahora quizás Arfi se sometía a sí mismo y La Esclava comenzaba oler a autarquía, y la cartera sobre la mesada de la Casa Compartida se devolvía en un intento del espacio de retrotraerse, de volverse monarca absoluto, y la pobre Cricrí quedando sola, pelando papas metafísicas, cortándose con pensamientos baratos de cuchillos mal afilados, maldiciéndose por no poder acomodar nada, ¡nada!, no more, no more nothing, ‘cause i’m going back to the moon. Okey, Luca, but Cricrí es mucha frente hacia fuera, la tuya era hacia la nuca.

Ernesinda y Cricriternia

Erna estaba ahogada, “lo usual”, pensó, y echó un vistazo ultrarrápido a su alrededor. Había como un eco visual que le devolvió su imagen unas siete u ocho veces, tenía la frente enormísima como de espejo cóncavo. Quiso dar un paso, pero dio diecinueve, “la pucha –pensó-, esto ha de ser la Rambla Alpha, lo digo por la cantidad de alfalfa”. Hubo una imagen hacia ella, que se movía por planos entrecortados, como dibujar una figura en distintas posiciones en un block de hojas y luego unir el movimiento en un rápido dejarlas caer con el pulgar de tope.

-Cricrí, esa soy, me cansé de las sillas, me cansé de todo.

-Encantada, mi nombre es Erna, y extraño mucho a Saterna. Creo que te oí hablando con un tal Arfi, te oí cuando aún no estaba aquí.

-En efecto, Arfi es mi tutor, él me asusta, pero mi cartera está vacía, y después no. El bonsái es muy bonito, crece, cómo crece imperceptible, me quiero ir.

-Hay tormenta, o ese ojo negro de allá arriba va a llorar en cualquier momento, mejor nos refugiamos en la Hastalpertrade, ¿te parece?

-No te preocupes que ese ojo no va a llover, hace un rato me pasó la cartera, hace un rato mayor, yo pasé a través de él, y tú, Erna, ¿de dónde vienes?

-De lo de Saterna, lo extraño mucho. Oh, mirá, mirá cómo creció el bonsái.

-Sísí, sísí, qué bárbaro, los sofá cama están a punto de madurar. Pero creció mucho más la cartera, mira, mira.

-Oh, oh, la pucha que sí, qué envidia, cuántas cositas caben.

-Imagínate, todo el maquillaje de todos los mundos…

-Aya, me está empezando a doler el lóbulo frontal. No sé si es el güisqui nacional de Saterna, o el Manifiesto del Partido Comunista. Qué indefensión…

-¿No estarás ovulalaidol-ovulatis?

-Lo dudo, soy estéril. ¿Se me está abultando cada vez más la frente o me parece?

-Nono, nono, se te está abultando bárbaramente, ¡te va a explotar! Piensa en otra cosa, Erna, mira las flores que hay, tan bonitas, las de ahí dan abejas, las otras dan avispas.

-Me voy a desvanecer, me voy, no puedo más…

De la frente de Erna salió el Hombre Nuevo. Erna desapareció en la pestífera licuefacción de su concretez. Cricrí se quedó estupefacta ante el discurso del Hombre Nuevo, que dijo así:

-Anarquía. Abolición de los teléfonos celulares. No más televisión. No más países ni tretas, ni explotadores ni explotados. No más yogurt, porque me cae mal. Que reine la intemperie interior. Oh sí, sí. Oh, na, na.

Cricrí se quedó estupefacta. El Hombre Nuevo corrió desnudo, trepó bonsáis y durmió en sus frutos. Cricrí se quedó estupefacta.

Estupefacta se quedó ante el Hombre Nuevo, Cricrí estupefacta y Erna queriendo salir de una meditación arrolladora que la había ultrajado impiadosamente durante el parto. Estupefacta Cricrí se quedó, quedose estupefacta viendo cómo el Hombre Nuevo después de aclamar su vanguardia, de dormir en los bonsáis y de alimentarse de sus frutos invisibles para el ojo torpe, comenzó a bajar de su sueño con el culo arrugado, y quedó estupefacta se Cricrí al ver que al descender cada vez más de su sueño el Hombre Nuevo otras partes del cuerpo se le arrugaban, se le chamuscaban, se paseaban en uvas pasas, piel le sobraba y sus huesos parecían pequeños palitos acumulados para anidar una muerte hermosa y vieja y cada vez más plegada. Todo duró nada para quedó estupefacta Cricrí se, en cambio Erna entendía que toda la vida del Hombre Nuevo había transcurrido durante su sueño en los bonsáis, donde cuatro tiempos eran uno en la Rambla Alfa, el Hombre Nuevo se moría del otro lado de la vida mientras en su sueño había vivido la muerte otroladiada, y así es estupefacta se Cricrí quedó, así es, querida, podemos ver el otro lado, mira, mira, M trepando por todas las cosas, y tú que no engendras y no descargas un Hombre Nuevo que solvente tu peso, hazte pluma, sácatelo de la frente inmensa que nos otorgamos tan valientes que fuimos, valientes en un tiempo que hicimos sin saber por qué, que nazca tu Hombre Nuevo y se trepe por donde quiera y que duerma para transportarse a la vida otroladiada, allí donde un tiempo son cuatro y nosotras los vemos marchitarse en un suspiro.

Cricrí se tocó la frente, buscando quizá una herida que comenzara a abrirse, se la levantó y la acomodó para un lado, luego para el otro, palpó un divieso alarmante, quiso gritar “rápido” pero vio que era otro tipo de rápido lo que debía bramar, entonces no gritó “rápido” sino gritó “rápido, rápido” despavorida cuando adivinó al morocho caminando muy pancho por la margen del Río de Carozos. Erna se entumeció ante la falta de valor, y sacó de su pieza un movimiento agreste, sacó lo que debía sacar para anular otro movimiento non movitas, y dijo:

-No, me aburre, ¿y si en vez de eso pintamos todo?

-Loquerna te volviste, mira lo que es ese ángel de chocolate.

-¡Eso!, juguemos a reemplazar las palabras que usamos por otras, y después decimos que inventamos una lengua nueva.

-Dale que dale, al cuete, sería lo mismo, yo prefiero que me hagas la famosa técnica airbrush cebra-leopardo en las uñas y después nos tiramos a mostrar nuestras dotes frontales, ¿te parece? Dale dale, te prometo un cocktail de alfalfa y golondrinas.

-Uf, qué rompe, dimito, ¡NO!: dimutu, así de grande me voy.

El jovencillo Minula se apresuró al ver que la bella Erna comenzaba a hacer su equipaje con hojas de palmeras, y pasó como un rayo por el flanco izquierdo de Cricrí que andaba oraculizando el futuro de sus uñas.

-¡No te muevas, bela mía!- gritó Minula córum pópulo, y allí el viento se frenó y se plantó en la tierra y los árboles comenzaron a volar por todas partes.

-Mis sillas, oh, mis lindas sillas.

-¿Caballero?- preguntó Erna. La risa estrambótica de Minula llegó hasta los carozos que fluían por el río, alterándose, sabiendo que iba a ocurrir, sabiendo que bajo el preciocielo de este diurno algo iban a devorar los carozos del río.

-¿Caballero? Diga, ya mis maletas están por los aires, ya es imp…

-Calla, pálida noche mía, calla- y se metió el dedo en la boca y se lo sacó en un cloc de arpas infernales.

-Pe pe pero no nnn nno pu pu pu puede ssssser, ¿Saterna?

-Mira lo que aprendí cuando el Pandemonium se alisaba el cabello y veía la ruina en la existencia- y Minula comenzó a apelotonarse por detrás de la buzarda, a introducir sus pies por la boca, a darse vuelta como un guante para dar paso a la fisonomía perfecta de Saterna, adornado por collares con coral de esponja, dos pulseras Samhain, una Imbolc y gargantillas de Jade azul.

-Oh, amor grande, mío, mí, yo, dónde has abandonado al morocho que llevabas puesto- dijo Erna y Cricrí se quedó estupetcétera.

-Sigue callando, Ernesinda, he avistado la agonía de la fluidez, he sido tú, ya no, ahora quiero ser.

-Pero es que yo soy…

-Calla, por favor, calla, ya lo sé, lo hemos visto juntos, tú por el tuyo, yo por el mío, pero juntos quisimos decirlo que lo vimos y ahora escucha, pues aquí te explico sobre el morocho, Minula Silva le decían quienes no quisieron verlo, aquí te explico sobre mí, Saterna amor por ti:

El último instante es el que está por venir,

el que trae el perfume mío verdadero

cuando vos y todas las cosas contemplen

a su creador;

se harán lo que fueron y sólo lo que fueron

para mí.

¿Qué fueron?

Conozco tanto del futuro porque no puedo explicarme

esta constancia elástica que me atraganta,

que late,

late,

fulminante,

respiración inconsciente,

descanso de nada en la nada,

juego de piedras,

runas,

cada cosa indicando a través de movimientos silenciosos

su próxima posición intrascendente.

¿Qué son?

Fragilidad.

Influencia del Hombre Cero,

alienado a la Historia del Movimiento.

No-me-mue-vo.

Soy un óvulo infértil. Todo es esperma.

Nado en el Nado.

¿Escucho tus pasos? Sí, tú, Imposíblethas,

¿son tus pasos? ¿Debo despedirme de algo?

-Bésame, Ernesinda, bésame que estoy a punto de vivir por nada.

-No puedo, pues no cumples tus promesas de contenidos, querido Saterna.

-Pues me contengo, entonces, me contengo, pero cómo, dime cómo acaso, luz neutra por la espalda del mundo, dime cómo.

Lecciones en el síelo

Todo te marea, ¿lo ves? Está pasando que te sale el ángel a hipnotizar gente, con tus ojos de agua y tu tono que es tu lenguaje, lo que decís importa, pero importa porque decís la palabra en el tono justo, vos estás ahí, pero viéndote ángel hipnotizar a la gente, estás entendiendo el movimiento, estás metiéndote en el poro que le abrís al otro casi con violencia, te sale el ángel porque M tiembla, y empezás a entender por qué el otro está ahí, por qué el ángel te sale, por qué vos viendo porque empezás a entender, y es la sensación, viejo, es la sensación de estar ante una verdad que no se puede creer, el ángel te sale, viejito, de a chorros al principio, pero está lo otro, que ya casi, estás a punto de entender, lo ves al otro marioneta, el ángel lo mueve, mirá, velo moverse, lo trae para acá, el ángel sigue con su tono, lo trae para acá, le está diciendo cosas, le está diciendo las cosas que el otro creía que eran su secreto, se las está diciendo en la jeta, y el otro, como no lo puede creer, no lo va a creer, pero es cierto, el ángel te está contando a vos lo que creo, y esto es lo que empezás a entender, lo que creo que ya sabías, viejito, porque con toda esa verborrea le estás movilizando los recuerdos, las asociaciones, sos vos o el ángel, mi viejo, y está ahí, arrancado del instante pero ahí, en eso que ha pasado y va a pasar y está a punto de pasar, que es lo que estás entendiendo, es lo que estás empezando o coronando, el ángel con su tono magnético, con sus vocales piolines, no te podés salir justo ahora, que ya casi el otro no lo puede soportar, lo va a cortar todo, lo va a suicidar con el llanto, lo vas a ver llorar, y el ángel desgraciado va a horadar la naturaleza más íntima del otro, y para colmo la tuya también, mi viejo, porque el ángel te ha hipnotizado a vos, viejito, sólo a vos porque el otro, el otro ya has sido vos, esto es lo que ya sabías, o me parece que intuís bien, el otro no va a poder creer que eso es la realidad, mi viejo, y vos te separaste, te saliste, te abriste de lo real, vos te hiciste ángel, mi viejo, y te ganaste el cielo de entender un instante de tu vida, de entender por entero lo que, viejo querido, es estar vivo, es estar vivo en el otro, no lo podés creer, vos tampoco, de repente lo hiciste, te hiciste ángel, hipnotizaste al otro, entendiste por una puta vez, entendiste lo que era eso de ser igual al otro, mi viejo.

Lecciones en el Zielo

Pérez Gandula desplegó sus alas después de enunciar lo verosímil de la verdad verdaderamente verdadera, y la monja se desprendió del pizarrón negro, todo garabateado de polvo blanco por el alumno Esencial, y le sacudió con la varilla en los tres dedos del medio de la mano derecha. “Estúpido”, le dijo, “crédulo estúpido, y que su majestad me perdone. ¡Estúpido! Encima que habla, quiere decir, y encima se dice ángel, ¿no ve que es un murciélago?”

P G respondió: “Yo estoy al derecho…”

“Cállese”

“No puedo, no ve que me atrapó la solemnidad”

“Impertinente, usted… usted… es… mire, vaya a firmar El Libro de La Disciplina”

“Con gusto, su señoría”, salió dando brincos y sacando la lengua a Tomasa, mientras apretaba el puño derecho en el bolsillo.

“Y ahora qué, Gandula, y ahora qué”

“Señor Director Amo Presidente, me he portado mal, he manifestado mi posición, vengo a echarle un dibujito a ese librito, ¿me lo presta un ratito?”

“Ayayay, hijo mío, cuándo vas a aprender. Tome, y sea breve, por favor, esta vez no quiero que te pases de tres octavillas, ¿trato?”

“Trato, su Eminencia, de hombre a hombre”

“Algo tramas, Gandula, algo tramas. ¡No escribas lo que venías pensando, es una orden!”

“Sí, señor, ¿quiere escribir usted?”

“Que no, escribe tú, pero no lo que venías pensando”

“Usted me confunde, mi señor, y perdone que sea tan insistente, pero temo que el que quiere firmar El Libro de La Disciplina es usted, con perdón”

“Bueno, basta, escriba lo que quiera”

“Sí, señor, sus órdenes son aire, yo soy humano, yo lo respiro a usted”

“Escriba o vuelve al curso”

“¿Tiene una pluma?”

“Aquí tienes, y no hagas una inmundicia con la tinta”

“Lo intentaré, señor, haré que El Libro de La Disciplina sea digno de sí mismo”

“Ay, hijo mío, ¿se puede ser tan torpe?: ¡que no manches todo con tinta!”

“Ah, claro, claro, no se preocupe… ¿y yo a qué me refería? Bueno, no importa, señor. ¿Empiezo?”

“Por favor, que de usted no es de lo único que me tengo que ocupar. Empiece. Lo observo”

-Hola. Mirá, no sabés, recién le dije: “yo soy humano”, y ni se inmutó. Alguien anda mal en este edificio, yo no puedo ser, creo que pienso bien. Pero los otros dicen, entendés, librito mío, ¡dicen! A vos te hablo porque te quiero, me das risa. Entonces ha dejado de importarme cuando se me escapa p’fuera (¿te gusta que te hable así?) algo que pensaba y que en realidad no era nada así, me ha dejado de importar porque me mandan con vos. Ahora, decime una cosita, ¿quién los pone a todos estos alrededor mío? Sí, los ponen, estoy seguro, y yo tengo que manejarlo de alguna manera, que la encuentro, siempre la encuentro, pero al final me termino aburriendo. Los derivo por los caminos que quiero, perfecto, pero ¿será que quiero eso verdaderamente? Mirá, esto que te voy a decir mantenelo en secreto, si el tipo este te abre de par en par, borrate. Alguna vez se me cruza matarlos, y he llegado a esto por carecer de una varita mágica que los desaparezca así, de un abracadabra. Pero después digo claro, es eso, están para que yo invente una varita mágica, para que alrededor de ellos yo me vaya diluyendo en otro mundo, en donde la varita mágica sería utilizada para otras cosas. Eso sí, nunca me atrevería a decirles en la jeta quiénes son, no me importa, me lo guardo en mi cofre como una poción más para mis inventos. El otro día me inventé que la gente tuviera la capacidad de verme alas, fue graciosísimo, porque además la completé con un holograma de mí mismo, entonces estos buitres de la existencia se movían y veían que era un yo de un yo con alas, y que entre conjuro y conjuro alucinatorio, su percepción metódica de las cosas comenzaba a derramarse fuera del camino, y vos, si tuvieras ojos, los habrías visto cerrar los suyos y apretarlos como si tuvieran la visión de ese camino que se iba por el barranco. No sé por qué te dije que pasó el otro día, en realidad creo que por eso estoy acá ahora, haciéndote cosquillas un ratito. La cosa es que debo disciplinarme, librito mío, no se puede andar por la vida haciéndole ver cosas a esos monstruos porque sí, llega a ser peligroso. Y ni te cuento cuando pretenden alistarte a su ejército de vivencias, tan seguros de que sos un soldadito como ellos, que vieron en vos sus motivaciones militares, y te quieren agarrar por las alas y decirte “vos sentiste esto”, “vos sos así, igual que yo”, “ven a luchar por la causa de todos”. Y no hay con qué darles, ahí nomás se creen que a uno realmente le importa ellos, que estoy para ellos, que soy su igual. Me da risa, librito, me da risa y listo, porque yo no pretendo meterlos a mi ejército de mí mismo, me importan un carajo, los puedo llegar a utilizar para realizar más pócimas, para llegar al Conjuro, pero al final son un elemento como cualquier otro, la sangre de un humano se puede reemplazar por la de cualquier cordero, ya lo sabés. Ahora tengo que volver a clase, la bruja anda enseñando la manera de leer el Diccionario del Clima. Tal vez les venga bien una tormenta, o un volcán estallándoles en el culo, así que nos veremos pronto, librito mío, cosita del nene, chiche mentiroso, uy cómo sabe de mentiras el chiche, bubú bubú baaaaa, linda naricita que tengo yo.

Segmento “Ojo con la cuestión”

Invitado de hoy: Gordo Peluche

-¿Qué?

-¿Qué es?

-¿Qué es qué?

-No lo sé, digamos que es…

-Bien dicho, sofista.

-No lo tome así.

-¿Lo acerco?

-No, me alejo.

-¿Es como ellos?

-No.

-¿Es más?

-Eso no importa.

-¿Es distinto?

-Lo soy.

-¿Es mejor?

-Eso no importa.

-¿Habla para afuera?

-No hay otra forma.

-¿No la hay?

-Sí, la hay, pero eso no importa.

-¿Llega?

-Nunca.

-¿La verdad?

-No la hay.

-¿Es esa la verdad?

-Sí.

-¿Escéptico?

-Aséptico, limpito de embustes. Ah, me siento tan bien, pero tan bien, oh, pero qué bien me siento, qué bien, realmente, verdaderamente… puf, ay, qué bien, qué fenomenalbárbaroestupendo…

-¿Emea?

-Siempre. SIEMPRÍSIMO

1ª Estrofa del Rap de Los Hermanos Fú-Fá

No-Estoy-Hecho-Para-Grupetes, aprendelo, miralo, señalalo, gozalo, mortificate, amalo, movilizate, aceptalo, chupalo, dormite, soñalo, morite, clarificate, amamantalo, aprehendelo, comprendelo, ingresalo, adentralo, permitite, fumalo, No-Estoy-Hecho-Para-Vos, oilo, tocalo, degustalo, peinalo, soltate, bautizate, querelo, sincronizate, caminalo, sentilo, sentite, penetralo, memorizalo, No-Estoy-Hecho, quemate, personificate, humanizate, politizate, sistematizate, encerrate, mordelo, aglutinate, pertenecete, modelate, tipificate, arrodillate, masticalo, esclavizate, No-Estoy, modernizate, electrificate, entendelo, petrificate, hacelo, favorecete, reflejate, escondete, encontrate, decepcionate, aterciopelate, estate, estalo, calmate, calmalo, suicidalo, No.

Sexto párrafo, pág. 5.112, Apartado XXXVII del Registro Momentáneo y Revolucionario de la Cofradía del Mandril lunar y Revolucionario (hallado en una librería checa, más precisamente en Ostrava Morava)

El siguiente texto ha sido vertido del griego por el Lic. Bellumest, agradecemos su gentil y desinteresada colaboración.

El Comisionado Prarcité La Zorá se acomoda el mechón como si quisiera espantar una jodida mosca, se destraba la corbata, y lo hace con un pragmatismo tremendamente inmundo eso de abrir el portafolios con la lengua afuera como bandera.

-Vamos a ver… bsbsbsbsbsbsbsbs… sí, sí, sí, yayayay, curzatí, porulá, aquí, aquí está, estimados señores, la orden de arresto para todo miembro de la infiel Cofradía del Mandril lunar y Revolucionario.

Reina intruso el desconcierto. El Comisionado Prarcité La Zorá prosigue:

-Por la presente se intima a tuitos los miembros de la asociación con fines sediciosos, que lleva por nombre Cofradía tirilulí tirilulá, a aceptar sin resistencia la pena de Libertad reducida más aun, sin goce de ningún tipo y con penurias a soportar a coste de los señores imputados. Conste en Actas susatí, turunpatayá, haciendo salvedad de sus caprichosos motivos se desestima todo tipo de testimonio, bulbarrí, caleturá, seg, seg, seg, por lo que se prohíbe toda forma de resistencia a esta autoridad, previendo, en caso contrario, una pena más penosa aún, con todo tipo de riesgos perversos llámese tortura, martirio, suplicio, inmolación, sacrificio, expiación, sin ningún tipo de responsabilidad por parte de esta autoridad, sucubí, curcumá, revisado, firmado, estampillado, acusado, condenado, decretado, ordenado, expedido, puesto en boca, servido, señores.

Brutus habló así:

-Oigo la cigarra gutural de su estómago hincharse atrozmente, pero lo que no oigo aún son las dulces campanillas de la madre razón, costumbre, sí, irracional costumbre como perros lamedores del pelaje gris que los envuelve, el atronador soplido de búfalo alcoholizado, borracho de sueño, que ensaya el topetazo a traición antes de acomodarse y deshacerse en su lecho de moscas y mierdades, los cazadores del Mandril pretenden subirse a unas artificiosas escaleras que lleven a la Luna, y esto es lo que ha hecho hoy, señorzuelo, ¡mire! ¡Mire! Está en el aire, cayendo, cayendo.

-Per, per, per, hombre, no joda, ¿quiere? Devuélvame de inmediato la orden.

-Su voluntad es un papel escrito, ya no hay papel, ahora es usted contra mí.

-Se equivoca miserablemente, es usted contra el mundo.

La hermosa Gorda Ana huye momentáneamente de la Tierra en un bolsillo que se oculta. Fú-fá-yí, Fú-fá-lá y Brutus son apresados, ahorcados y resucitados.

Después del zig, qué

Primero hace un zig, y luego, después de meditarlo lo suficiente, se decide pues al zag, con tan mala fortuna que le sale un ocho. Al borde del pantano, el tipo no pierde la calma, es de esos que jamás la pierden, se toma su tiempo, decide intentarlo de nuevo. El zig le sale perfectamente, sin problemas, pero cuando está a punto de hacer el zag tropieza con su otra pierna, cae, se derrumba. Se levanta frotándose los codos lastimados y las rodillas raspadas, “¿y si primero hiciera el zag?”, piensa, “pero no, no sería lo mismo, habrá que empezar por el zig, nomás”. Le sale estupendamente, un bellísimo zig -redondo, sin vértices- frente a sus ojos,” pero ahora viene lo difícil”, se dice, “que es el hecho de superar el miedo”, tembloroso comienza despacio, pero de hacerlo demasiado lento corre el riesgo de echarlo todo a perder, se apresura entonces, lo visualiza, pero sus piernas no le responden, están clavadas al suelo, pero qué suelo, si parecen arenas movedizas –de hecho, lo son-, se lo tragan, pobre hombre, que alguien haga algo. Piensa, “si logro hacer un zag quizás me sirva para librarme de estas arenas, pues cambiaría el balance de mi cuerpo y podría sacar al menos una pierna”. Ya con el lodo a la altura de la cintura, intenta su proeza. En efecto, nota que va dando resultado, su cuerpo inclinado hacia delante permite que sus piernas se eleven, sólo resta completar la maniobra con un zag bien hecho para así salvarse del infortunio, sólo eso, para salvarse del infortunio, tan sólo eso...

Penúltima estrofa(?(?)) del Rap de Los Hermanos Fú-fá Yo camino la senda del maestro To-du-Vakuo,y yo soy el mejor amigo del Nado, si el maestro tiene uno que lo traiga para acá, que no puede zafarse de Los Hermanos Fú-fá, si el maestro tiene siempre algo de más, ¿qué carajo hace? Que lo traiga para acá, es seguro el maestro no se va a negar, prendelo, prendeme, desprendeme del encierre, abrí esa puerta y meteme en eme, prendelo, prendeme, desprendeme con el zen, abrí la cabeza y vé que no-hay-nada-bajo-los-pies, No estoy hecho de la grasa de los yapis de niú yorc, no comprendo tu ruta, no es la tuya, Oh no, hay un hueco que entra cuando realmente nacés, hay un hueco que es tu falta, lo que nunca va a ser, hay un cielo que no existe, hay un mundo que no es, es el mundo de los yapis, es el mundo al revés, la realidad es la ilusión, ilusión, ilusión, es el hueco que te entra, es el hueco de hoy, es el hueco que es tu falta, que es tu nunca nunca No, No, No, No, No, No, No, No, No, No, No, La Senda, To-du-Vakuo y los Hermanos Fú-fá (coro) Se repite hasta el hartazgo el hartazgo es el árbol. FIN DEL BLOG. NO INSISTAN. Uf, así no se puede, che...
¿¿Y si jugamos a “quien respira no existe”??

Memorias de Y olvidadas por Z

Un hilo ciego que destruye las formas del suceso. Yo no recuerdo –ni bien ni mal- su impronta sonando como un teléfono alrededor de un cuarto, hasta más allá de la duración de las cosas, de la eternidad mal entendida. No pide perdón. Gracias por todo, se dice a sí, y gesticula atronador de manos. Gracias ante todo por dejarme pisar el escalón roto, por tantas madrugadas y caídas torcidas hacia la cama –su roncabulario no lo obliga a mayor brillantez-. Goznes que suenan, nadie entiende qué es la Razón, ni la razón. Se arriman a mirar la ejecución, es sólo un tipo que no llega, que se queda ahí, parado, inmutable, solo, es una suerte que no crea en el Infierno. Se indetermina. La nada: un río congelado, lo que se escurre todo el tiempo entre los dedos, o algo mucho menos visual, algo nada visual, nada visual, nada. Con el río en la frente, se enfrenta al silencio. Nada tiene que decirle. Nada le dice. Debido a semejante hazaña cualquier muchacha lo hubiera besado, ¿quién hubiera tenido algo que reprochar?

Soflama del ilustrísimo Brutus (recitado por la Gorda Ana)

El siguiente texto ha sido vertido del txlatlaní por el Lic. Bellumest, agradecemos su gentil y desinteresada colaboración.

Duelo en la fisonomía de las formas, de los dedos muertos de frío por establecerse en algún. Desde ese fondo de ocultamiento, desde ese trasfondo de sumisión, va creciendo la protesta, va creciendo la tirantez, entre lo que imagino ha de ser lo que quiero. Querer. Oh, sí, querer2 algo. Necesitar, siempre necesitar. El trasfondo. Una noche. Es el abstemio de sí mismo, del duelo de la fisonomía de las formas, del cambio abrupto, del cambio corrupto, del cambio. Llevo, la protesta, el canto del pobre, del niño de baba, de la necesidad de curar, de sanar por lo bajo, con la protesta hacia fuera, y los labios que temblando codician otorgarle representación a la intuición. Llevo, lo que sigo a cuestas, lo llevo. Quiero. Necesito. Hasta. Necesito. Hasta el no.

2 (Nota del T) entiéndase “querer por querer”

Il Gregarino

El lío lindante con la vejez de las cosas mal criadas por un árbol, de nombre no otro que Ruperto Oligarquía, mandamás de la provincia del bisonte. Escuchó entonces el relámpago en sus venas y fue a abrir la puerta. Del otro lado un círculo malarchobispado por la culimbifusi del cielo raso embadurnado de alcohol etílico. Excavó mirando a la niña de traje blanco con perfume a viento rosa. Miró el cielo, se vio en el espejo de peces con cañas de pescar y cuadros Mark Rothko, danzando la danza del tiempo. Escuchó difusas semifusas confusas de las tres de la mañana, con el roble establecido en el desiderátum de una nube de plomo. En el pensamiento había una rosa, casi violeta o quizás turquesa, muchos colores del planeta de la tierra redonda y constante. Escuchó, siempre escuchó, al barco pitar el naufragio del alma.

Argucias menores Un ascensor angosto que lleva tres vacas y un sofá mullido pero vetusto, Una trenza embarrada y una niñita muerta, Unas manazas negras sudadas despegadas del cuello de un saxofón alto, Una sensación de olvido perversa y después no tanto, Un camarín con humedad con ron con heroína, Una lamparita brillante, Un paso y después otro, Una cancioncita de infancia, Un tintineo de monedas o de llaves, Un matarife en la vereda de enfrente, sentado y fumando arroz, Un pasillo nada transitado, Un traje, Poca cosa, Y lo fundamental, Algo así como una calle verde y desventurada y Ni un alma a quién preguntar. Usted allí.

[Paracuentos]

Cuento para Arap Otnëuc

Los doce ciegos andan de un lado al otro a través del cuartito cuyo color no importa, andan tanteando y preguntando y repitiendo cosas y no se oyen, tanto es el caos que representan que puede resumirse en:

-Sigo, sigo, yo sigo por allí.

-Cuidado, hermano, ten cuidado.

-Hay un dios secreto, ¿hay un dios?

-Se me dijo que hay salida, es lo que sé.

-Sigo, sigo, yo sigo por allí.

-Quiero querer parar, pero ya he olvidado todo, lo he olvidado.

-Algún día, en algún tiempo, algo tiene que cambiar, ¿es necesario?

-Yo, yo, yo.

-Hay un dios secreto, ¿es que hay un dios?

-Esos pasos, ¿qué son?

-Cuidado, hermano, ten cuidado.

-¿Qué busco? ¿Qué busco?

-Se me dijo que hay salida, es lo que sé.

-Yo, yo, yo.

-Talam, el ruido sordo, veo, sin ojos, aleluya.

-Quiero querer parar, pero ya he olvidado todo, lo he olvidado…

-Hay paredes y no las toco, hay un mundo y no lo existo.

-Esos pasos, ¿qué son?

-Burlo, burlo la trampa, no la veo, se me ensanchan los oídos, algún día, en algún tiempo, algo tiene que cambiar.

-Límite, razón, lo desconozco, hay un dios secreto, ¿es que hay un dios?

-Sigo, sigo, yo sigo por allí.

-Cuidado, hermano, ten cuidado.

-¿He deseado esto? ¿Lo he deseado?

-¿Qué busco? ¿Qué busco?

-Yo, yo, yo.

- Se me dijo que hay salida, es lo que sé.

-Talam, el ruido sordo, veo, sin ojos, aleluya.

-No sé, nada sé, lo juro, que alguien se apiade de mí, de mí.

-Hay paredes y no las toco, hay un mundo y no lo existo, ¡qué dolor!

-Yo, yo, yo.

En eso cae Filántropus del techo y como no tiene otra cosa que hacer, dice:

-Oh, miserables topos, topos amigos, amigos topos, ¡unidse a mi causa, que es la causa de todos! ¡De todos! Sé cómo libraros de toda penuria. ¡Abandonad la desdicha que os circunda! ¡Ved de una vez lo maravilloso de este cuartucho! ¡Organizaos, amigos! ¡Producid, amigos! ¡Progresad, hermanos!

Los doce ciegos andan de un lado al otro a través del cuartito cuyo color no importa. Andan tanteando, tropezándose unos con otros.

Filántropus dice:

-¡Lo hemos logrado, amigos! ¡Ya no oigo vuestras lamentaciones! ¡Sois tan libres! ¡Os amo, os amo como sólo podría amaros Paul Whitman!

Los doce ciegos y el sordo andan de un lado al otro a través del cuartito cuyo color no importa.

El membrillazo del ´37

Se pensaba, con la razón que los ocupaba, que, veramente todo debería ir apareciendo en pequeñas dosis, “un envenenamiento seguro” –apostrofó Selatán-, pero los rastros deberían conducir sólo a ellos y a nadie más. Una vez proyectado en sus mentes el éxito, la euforia desbordante, los nuevos ritos consumados que eran el puño en su punto de máxima ascensión, hubo una estimulante barbarie relamida, degustada, conquistada. “Querría decirles la ocasión del instante”, rastros de la idea que se atascaba en la cabeza del Muñeco histérico.

-Una salida a todo esto, por colibríes en la ventana.

-En todo caso, si sus paredes, si las de su casa.

-Palos en la rueda, lo que discuten.

Se pensaba si realmente ***!# podía, si tenía la fortaleza necesaria y suficiente para.

-Hemos venido.

-Lo cual es cierto.

-Para estar seguros de ello deberíamos vernos aquí, en otro momento.

-Quizás mañana.

-Sí, mañana recordar.

-Así queda constituido el dilema.

-Por lo que la solución es lo que prima.

-Lo estornudo, Selatán.

-Un lógico primer paso.

-Con mucho gusto.

-Una premisa.

-Hipótesis.

-Método.

-Y al final… -repuso ***!#.

-Así no va a caminar.

-Decididamente, variar esquemas. Quiero decir…

-Sí, lo entiendo.

-Lo lógico, no alcanzo a comprender bien, ¿de qué lado estaría?

-¿Cómo quién se quiere parar?

-Es cierto…

-El otro paso al lado del anterior, citando a Hawking: “Cualquier materia que cayese a un agujero negro sería destruida en la singularidad, y solamente el efecto gravitatorio de su masa continuaría sintiéndose afuera”.

-Nacemos de una herida.

-No recuerdo haber salido del útero de mi madre, tampoco haber entrado.

-Su interpretación parece atinada, Mandrulo; de la experiencia íntima a la abstracción.

-Sin embargo, objeto.

-Parece querer abolirse con su ojo académico.

-Sí, pero una célula, aunque usted no la vea, existe.

-¿Se puede hacer de la observación un cálculo concordante con la realidad? Lo digo por el tiempo verbal empleado en aquella frase de probeta.

-Ya ve lo que ocurre con los pronósticos climáticos.

-Hasta el póquer de ases puede ser refutado.

-Entonces, ¿habremos de concebir la verdad como una probabilidad alta?

-En lo absoluto, la verdad no es una probabilidad, ¡es un irrefutable! –la emoción terminó por asfixiar a Mandrulo.

-”””El peso es una sensación arrancada de lo humano, la verdad es algo que está arrancada de algo que está y que debe estar siempre, más allá del hombre, pues él debe ir siempre en su búsqueda”””.

-Alegraos, hermanos, de que exista esta gente.

-Lo mutable, nuestro sublime argumento –masticó el Muñeco histérico y después escupió cabellos rojos que se hicieron verdes.

De apóstoles, poetas y bandleaders.

Pero claro, quizá sabido ya es, que Walt, o en todo caso Whiteman, sazonando en gloriosos años los salones y las piernas de las chicas, movilizando los tímpanos, preparándolos para el bebop, why not. Pero si ninguna de estas combinaciones resulta confortante, por qué no quedarse con Paul, que a decir verdad también es nombre de apóstol, uno de los doce. Todo es muy bonito, y uno está sentado preciosamente, con la columna bien derechita, la cantimplora al lado de la Olivetti Lettera 22 (2t-2t, 2i-2e, ta-te-ti), y dándole y dándole, hasta que empiezan a bailar ahí detrás, porque resulta que el papel es demasiado largo y se va metiendo por abajo, por el costado, por todos lados (largo-abajo-lados). No hay dónde meter tantas letras (las perras negras dijo alguien que conocemos de cierta forma, a nuestra manera; y si me apurás, a la mía), entonces las comienzo a meter en cápsulas mientras digo no puede ser, es que no puede ser que vaya a ocurrir de nuevo. ¿Qué significa “no puede ser”? Todo lo que se es (atrófiate, atrófiate de risa y de emparedados de atún). Todo lo que decía era agua que iba mandando al fondo de mi garganta Hawkins, ciegos y agujeros negros metidos en cápsulas, porque sabía, sabía que ese momento iba a llegar, sabía que ibas a estar espiando por las alcantarillas del puente invisible que nos une.

(Ha visto, ha oído, dice Hawkins, digo Walt. )

En tanto…

Aparentemente las cosas latían como corresponde, en eso sus cabellos comenzaron a elevarse desde las puntas, lo cual complació a los invitados. Conmovida a resucitar encuentros, la hermosa Cricrí le entregó al cretense un ramo de penurias que había cortado ella misma de las aspas del molino, en donde se machacaba el aire para alimentar a los flogisturinos, pequeñísimos seres estos, que habitaban en la llama fría del fuego. El cretense, a su vez conmovido, decidió lavar cuidadosamente el ramo y una vez pulcro, se lo ofrendó a Erna, que conmovida hasta la lágrimas, lo arrojó a la grieta del suelo, que eructó fuegos de artificio sobre el techo de alfalfa, de donde creció el fuego artificial que hizo triplicar la población de flogisturinos, lo cual satisfizo enormemente la frente de Saterna. Sucedió entonces que, movida por extraños impulsos, Cricrí preparó unos entremeses que le cayeron muy bien a los invitados, sobre todo al cretense, que, escopeta en mano, respiró sobre el corazón de Erna, que movida por el entusiasmo, abrió los brazos hasta formar un signo de interrogación, que movió a Saterna a exiliarse a la isla de Minula, pero de Minula no quedaba ni el ombligo, y todo estaba tan, o todo se sentía tan…

“Para lanzar un manifiesto es preciso querer A.B.C., fulminar contra 1, 2, 3, impacientarse y aguzar las alas para conquistar y esparcir a grandes y pequeños a, b, c, firmar, gritar, jurar, arreglar la prosa a manera de evidencia absoluta, irrefutable, probar su non plus ultra y mantener que la novedad se asemeja a la vida así como la última aparición de una cocotte prueba lo esencial de Dios.”

(T. T., M. Dadá)

(N. del Transcriptor: El subrayado es mío, la ironía, humana)

¿Qué propósitos albergaba la Interpercepción Pluriuniversal Multisensorial y Emeica para conspirar?

… La rama en el árbol con una soga en el medio como símbolo…

-Se trata de sentir lo extrasensorial con los extrasentidos.

-En todo caso, y abreviando, se trata de extrasentir.

-¡Oh señores emeístas, la libertad no es otra cosa que la belleza! -sentenció To-du Vakuo.

-Y ahora quién lo calla...

-El árbol es el carácter permanente -prosiguió To-du Vakuo-, echa raíces para no moverse más, de su rama nace la soga, tú te columpias del cuello en ella, y en ese movimiento alcanzas a ver algo más. Te separas de tu cuerpo, de lo concreto, surges doloroso, el dolor te amputa la ilusión, estás en el Nado... Luego te preparas para la muerte todas las noches, hasta renacer y ser la sombra de eso otro en tu interior.

-Bravo. Decía que el Estado es el único agente de violencia.

-Querrán crear el Ministerio de la antiviolencia.

-¿Quiénes, los anti?

-Los que juegan ese rol.

-No nos perdonemos tanto, ya aburre, ¿dónde está su sangre? En esto todos dejamos hasta la última gota.

-Su ímpetu es contagioso, lo celebro.

-Yo lo cerebro, confiscados camaradas, por un lado Sabariscas sutiliza las barruntas letras, lo glorifico, pero To-du Vakuo calla otra vez, simbolizando el odio, lo aborespeto por eso, pero no nos vamos a ensayar melodías silvestres como pipiés y cosas semejantes para correspondernos con lo metódicamente denominado taxativo o con lo informe resumido en contemplar y realizar juicio.

-Lo resoplo, Brutus.

Después se asomaron a la ventana, abajo, la ciudad de Roma se llenaba de humo.

-Ya comenzó.

Canto a la desdeseada especie

Yo es así porque tú me clarividencias en la proa de la vida, te hundes entre acolchados de ovejas muertas y te constituyes adorando a los magos de otros. Yo, en cambio, no puedo eso, querido Heresiarca que paseas la Rambla De La Felicidad, con tu canasta metida en la parte blanda del codo, pesando más que cualquier existencia imaginada y existida por la imaginación. Descuelgas porque quieres (y sólo porque quieres) los frutos de las causas perdidas, grandes victorias de tu costumbre. Veo tus hilos, son opacos y agridulces, que te elevan por la sustancia esa que se adhiere a tu piel de gelatina, bailando como se debe la Canción del Eterno Regreso. ¿Acaso tus dedos pueden estirarse lo suficiente como para indicarme algo? No te los puedo morder, pues no estoy cuando lo haces, cuando lo intentas. Desaparezco antes de aparecer en algún sitio. Maldito espécimen donante de púrpuras agonías, de dulces desencuentros, de esquemas acaramelados, aléjate de mí, no te acerques, es que si hay algo cuyo dominio no puedo desterrar es mi visión. Pues muere antes de nacer, hazte olvido antes que recuerdo, autoesfúmate en la plenitud de mi ceguera meditante. Hazlo antes de que sea demasiado tarde, hazlo antes de que otros te encuentren sin verte.

Bata Bata Dudú, enfáticamente

Genovevo Butaputra, regidor del Cabaret Suavignon, amante de las causas perdidas, provocador, grotesco, poliforme, el hacedor de las Bar-et-suites, nocturno agitador de encuentros, gran payaso urdidor de fe en la especulación, así todo un bromista, galante empedernido pero de estrategias excéntricas, animador nada sutil, como requieren los antros, enorme bebedor y consumauta suicida de esto y aquello, de labios acostumbrados al insulto y al apriete, de dedos que multiplican anillos, llamado a ser el más bajo entre los bajos, el más indigno entre los indignos, acariciaba febrilmente el cuello de su esclavo. Butaputra cavilaba mientras el esclavo dormía, desde su prostíbulo de agresiones negras y rojas, había ajusticiado, uno a uno, a los hombres que desahogaban el encierro de miembros brillosos ante las una, dos, tres, veinte, cocottes y sardónicas muchachas que subían a los cuartos, ya borrachas, con sus apariencias de ligereza y audacia; esa muerte orgásmica de su anterior ser encelado para darle vida inútil, pero nueva al fin, por parte de ese renovador de vidas y gran jugador de tute que era Genovevo, comenzaba a hastiarlo por su inclinación a la insatisfacción, cosa tan natural, ante cualquier cosa. Un día, Genovevo Butaputra se había profetizado; primero había hecho llover escupiendo al cielo, lo que había asombrado y dejado estáticos a los ya de por sí estupefactos clientes del cabaret, luego había señalado un árbol y mandado que colgasen de inmediato sogas en todo árbol que sea visto. No había razón para creer tal o cual cosa, lo que era exacto, pero a la vez dudoso, era que la situación en sí, así presentada, con sus colores zurcidos, encarnecidos, con toda esa abulia majestuosa e imponente de palacete real venido a menos, la situación era una razón para creer en ella. Tal fue la algarabía culpable que bramó la Sodoma y Gomorra que lo habían visto nacer, que, de inmediato y con absoluta claridad mental, cada uno, uno a uno, fueron dejando sus vidas en los árboles, engalanando al pueblo para la Gran Celebración.

Nota: Un siglo después, serán encontradas estas palabras escritas rudamente con las uñas, debajo del tapete de la entrada a aquella casa del impudor:

Bello como un origen de hueco

ardiendo,

ahorcando,

lamiendo ásperamente

hasta un final contrario al principio.

Yo no yo bello y rutilante. Muerte. Beso muerte, beso de Nado, nadando en besos que no son de nadie, besos besos besos muerte. Alcohol son tus besos, los míos. Lenguas. Nada que es goce porque sino, porque sino. Láudano, ¿y eso qué? Bebo un beso y otro que marchita lo que fui hace un instante. Muerte segura. Sola en una cama que me desprecia. No será de otra manera. Voces, ¿quiénes? Furioso estímulo, perra sonrisa que me dejas, besos besos besos muerte y yo quieto, yo no yo ronco y te aturdo. ¿Vos? Vos sos besos que me matan, sos cuerda acariciando, coito del lamento. Hagamos algo alguna vez. La lágrima se escapa por el ombligo. Vómito del presente todo vomitándose en el único tiempo posible. Mierda con lo del tiempo. Quiero la cuna, quiero dormir. Pero quiero la cuna. Caminemos, no me sé.

Arquímedes de lo abstracto Oh, primavera astral verme florecer el cielo. Torciendo los ciclos en este instante presentimiento silencioso, en este instante enmohecida memoria lastre de mi insomnio, capacidad sensorial de un comportamiento motor, sílfides en acuarios que bebo de la esponja uno mismo, y también lo bello. Sonríe mirada, hazte ligero vuela hasta nada, un carozo, late objeto en un ombligo que nace sujeto, vivir se cae la almohada de los hombros, suprasensitivo, ladre el gato como un loro al perro, me turbo, hojalata de denuncia oxidada, como si quisiera inmunizarme de los paradigmas, propagandas para mantener la traicionada manzana en la cabeza, haciendo equilibrio circense, ¿cómo es que renunciaste a la duda?

El hombre que existe firma esta docta y absoluta esquela, el hombre que la escribe lo hace desde el más idéntico sí mismo yo.

Carta al señor Legislador de la Ley de estupefacientes

Señor legislador

Señor legislador de la ley de 1916 aprobada por decreto de julio de 1917 sobre estupefacientes, usted es un castrado.

Su ley sólo sirve para fastidiar la farmacia del mundo sin beneficio alguno para el nivel toxicómano de la nación,

porque

1º) La cantidad de toxicómanos que se proveen en las farmacias es insignificante;

2º) Los auténticos toxicómanos no se proveen en las farmacias;

3º) Los toxicómanos que se proveen en las farmacias son todos enfermos;

4º) La cantidad de toxicómanos enfermos es insignificante en comparación con la de los toxicómanos voluptuosos;

5º) Las reglamentaciones farmacéuticas de la droga jamás reprimirán a los toxicómanos voluptuosos y organizados;

6º) Nunca dejará de haber traficantes;

7º) Nunca dejará de haber toxicómanos por vicio, por pasión;

8º) Los toxicómanos enfermos tienen un derecho imprescriptible sobre la sociedad y es que los dejen en paz.

Es por sobre todas las cosas un asunto de conciencia.

La ley de estupefacientes deja en manos del inspector-usurpador de la salud pública el derecho de disponer del sufrimiento de los hombres; es una arrogancia peculiar de la medicina moderna pretender imponer sus reglas a la conciencia de cada uno. Todos los berridos oficiales de la ley no tienen poder para actuar frente a este hecho de conciencia: a saber que soy mucho más dueño de mi sufrimiento que de mi muerte. Todo hombre es juez, y único juez, del grado de sufrimiento físico, o también de vacuidad mental que pueda verdaderamente tolerar.

Lucidez o no, hay una lucidez que nunca ninguna enfermedad me podrá arrebatar, es la lucidez que me dicta el sentimiento de mi vida física. Y si yo he perdido mi lucidez la medicina no tiene nada más que hacer que darme las sustancias que me permitan recuperar el uso de esta lucidez.

Señores dictadores de la escuela farmacéutica de Francia ustedes son unos sucios pedantes y hay algo que debieran considerar mejor: el opio es esa imprescriptible y suprema sustancia que permite reenviar a la vida de su alma a aquellos que han tenido la desgracia de haberla perdido.

Hay un mal contra el cual el opio es irreemplazable y este mal se llama Angustia, en su variante mental, médica, psicológica, lógica o farmacéutica, como a ustedes les guste.

La Angustia que hace a los locos.

La Angustia que hace a los suicidas.

La Angustia que hace a los condenados.

La Angustia que la medicina desconoce.

La Angustia que su doctor no entiende.

La Angustia que arranca la vida.

La Angustia que corta el cordón umbilical de la vida.

Por su infame ustedes dejan en manos de gente en la que no tengo ninguna confianza, castrados en medicina, farmacéuticos de mierda, jueces fraudulentos, parteras, doctores, inspectores doctorales, el derecho a disponer de mi angustia, de una angustia que en mí es tan mortal como las agujas de todas las brújulas del infierno.

¡Convulsiones del cuerpo o del alma, no existe sismógrafo humano que permita a quien me mire, llegar a una evaluación de mi sufrimiento más exacta que aquella fulminante de mi espíritu!

Toda la incierta ciencia de los hombres no es superior al conocimiento inmediato que puedo tener de mi ser. Soy el único juez de lo que hay en mí.

Regresen a sus cuevas, médicos parásitos, y usted también señor Legislador Moutonnier que usted no delira por amor de los hombres sino por tradición de imbecilidad. Su ignorancia total de ese que es un hombre, sólo es equiparable a su idiotez pretendiendo limitarlo. Deseo que su ley caiga sobre su padre, su madre, su mujer y sus hijos y toda su posteridad. Mientras tanto yo aguanto su ley.

(Extraído del libro: El Ombligo de los Limbos, 1925)

El siguiente texto ha sido vertido del Pirilú Pirá por el Lic. Bellumest, gentil como siempre pero no tan desinteresadamente (50 pavos, 80 ponedoras y 4 corderos para su granja postindustrial en la ciudad de Mixti Fori).---Todavía se intenta olvidar el suceso---.

Pérsico persecutorio personaje pero pero pero. Ululú ulalá[1], qué crepuscu-lo desenterrado. La gracia, amigos, está en esconderlo cuando un Imperceptor lanza la vista de lince sobre los dedos de su mano derecha [NdT: en Pirilú Pirá, derecha es también izquierda]. Y así como así comenzó a sentirse desvalido, desestructurado, esquizomaniatado, chapita, anticrismático, hasta que el oficial se llevó la dulce flor hasta el naso, intercaló agujeros, frunció el seño y miró a la guapa condiscípula. Ésta nada dijo y la mano derecha del imperceptado fue sintiendo la soledad. No hubo esposas ni condenado, hubo tiempo perdido hasta que se tomara la decisión de que en el evidente chamuscado souvenir cósmico no existían rastros de terrorismo perceptivo, de la belleza prohibida. Así que mira, pernicioso gorrión que te escapas de la magnolia hambrienta, te digo que sí, que es así. Andas los terrenos de la angustia, quemas la luna con un espejo, pero al fin y al cabo los ves irse, los ves cretinos y solos y paralíticos, y tú lanzas la mueca del olvido, del desquicio fulminante, esperando que vuelvan sus palomas muertas que caen como una lluvia de piedras. Y vos sin protección, porque así te hizo el santo del embarazo universal Liberthas.

[1] Ejecútese como lo percusionan los Deskicios del Sur, utilizando en años bisiestos las palabras impares del Divino Libro, y las palabras pares durante el resto de los años, ligándolas en un ritmo de 3 x 8. Por otra parte, en Pirilú Pirá, esta frase está estratégicamente elaborada para imposibilitar su traducción.

El Destiempo Tuc de Tuc

-¡Por las dudas! –propuso Sabariscas

-Sí, ¡salud en espiral! –reinterpretó Corporestésico.

Empalagados, los dos sustratos de sujeto paseaban calles, bebían de los pechos de las mujeres que entendían casi ninguna razón, ajusticiaban moscas con un matamoscas, y un caballo fiero los seguía.

-Experiméntolo, lo descorro, a veces me atrevo, Sultán de Las Pampas, pero siempre llega, nunca me escapo del todo, nunca llego a ser, y con todo esto que relampaguea, digo, lo de las imágenes que se salen de las formas…

-¿Está viendo lo raro?

-¿Lo raro, Corporestésico? No lo entiendo, como no entiendo la dual realidad, es que la palabra no lo explica muy bien.

-Las palabras no explican, Sabariscas, están ahí, muertas para que usted las vea una y otra vez. ¿Pero qué ve entonces? Imágenes que se salen de las formas, ¿no?

El caballo los había adelantado, llevaba un recién salido en su lomo, corcoveaba casi sin aliento, el niño mágicamente hacía equilibrio.

-Nunca, qué palabra cruelmente bella, la invento a menudo.

-Usted no se advierte, Sabariscas, usted flota de la rabia, le hace agujeros al aire para verlo.

-Sobre todo cuando estas moscas revientan la paciencia –fluyó Sabariscas de un chicotazo a una muy osada.

-Tales vericuetos de su sustancia son los que indican que usted tiene brazos y oídos y visión, resulta que ahora cree estar convencido, cuando en sus sueños, investido de la misma sensación, cree estar despierto, cree en algo que no existe, ¿comprende? Usted, quiera o no, lo existe, pero no es.

-Hasta ahí nos entendemos, lo que más me agrada son las amebas bebé de sus salvajes elucubraciones, y cómo se lo devoran.

-Sí, pero no tienen dientes y yo no tengo sinceramente tamaño.

-Suposiciones supositorios, las suyas, ya me ha dado la estruendosa punzada ventrílocua.

-Lo he notado en sus comparaciones que degluten, ¿vio cómo se asoma en usted el cuerpo?

-Oh, pero es que no es así, yo me asomo al cuerpo de a ratos.

-¡Qué pretexto! Oiga, entremos por esa puerta.

Pidieron mandrágoras y bebieron sus píldoras.

-Pues puede ser que me esté sofocando o que haya conseguido calmarme, no lo veo.

-Estamos delante de ese cuadro del pintor amigo suyo Ablominio Borocelasky1, más hacia su hombro delato otras sorpresas, como un cuchillo que lame un trozo de carne humeante, y una espesa señora conversando con un sustituto real de cliente. Sobre su cabeza, dos serafines lo apuntan y una araña también lo señala.

-Este lugar nos vomita, mi Sultán señor, la luz es pésima. A propósito, ¿puede referirme de qué cuadro se trata ese el de mi amigo Borocelasky?

-A ver… una enfermera sirve la sopa con un cucharón al plato de un tipo cualunque, postrado en un camastro desvencijado.

-¡Lleva por título “Pintura diecinueve”!

-Sí.

-Y el tipejo está rozagante y sonriente y la mujer contiene su ira…

-Así es, es una historia maravillosa.

-Es una apariencia. Todos los sentidos caben en un único agujero, por eso la sopa aparece regada por el suelo.

1 Ablominio Mancudatérrido Borocelasky (1719 - …) Pintor nacido en Bruselas, hijo de Estanco Borocelasky y Murciela Amaratista, niño prodigio; a los dieciséis minutos de su nacimiento expresó su primera profecía que se vio cumplida veinticuatro segundos más tarde, cuando los médicos lo detuvieron mientras intentaba ingresar al vientre de una partera; el neonato había descrito un círculo con su mano derecha. Ya de grande, inventó una nueva técnica en pintura a la que llamó “Realismo obsceno”. Es el mayor representante del “Esoterismo Subpictórico”. Actualmente vive en Bruselas, escapando de su asesino.

Don't be scared

Wait, stop, no more, I'm going home with my teeth on the right hand, planning nice beds and awful dreams; I'll find them in (on, at, over perhaps) the best ones… Best, worth, dreadful, nice, they make me sick; it's such a disgrace for my flowerer tree, where the dogs are joking through our words. But don’t be like that, dear kitten thing, I'm joking too.

And words and phrases and letters talking for them selfs, because they are alive, they are extraordinarily alive... And they make you breath, Lito, so please, don’t be scared…At least until you notice that you're not breathing at all.

-From Me-

Mori, ergo sum

Corría más o menos el año 01 después del Anticristo, en las inmediaciones del Antilíbano, Ruperto el Anticuario corría patituerto soportando un esqueleto, su última adquisición. Detrás venía su perra llamada Perra, que tenía quince patas, era negra como el cielo y olía a muerto, como todas las cosas del planeta. Hallar el esqueleto había sido tarea difícil para Ruperto, la osamenta, que tiempo atrás había sido encarnada por A. B., era codiciada por muchos Anticuarios. Después de once sueños que le describieron el lugar exacto, logró confeccionar el mapa. Luego de vagar por desiertos, luego de soportar las inclemencias de la mezquina naturaleza con clemencias elevadas a los dieciséis mil dioses y semidioses que veneraba segundo a segundo, luego de tolerar el veneno de un alacrán que le había dejado una cicatriz en forma de equis en la punta del dedo gordo del pie, luego de alimentar a su perra Perra con sus propias tripas (las de la perra) y alimentarse él mismo de las arañas moscas y de las hojas peces que aparecían tras sus plegarias, hizo cumbre en la montaña que indicaba el mapa. Allí habitaba la matrona que custodiaba los restos óseos de A. B. La matrona no era fácil; Ruperto rogaba, la matrona se negaba, Ruperto volvía a intentarlo, pero no había caso:

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-De ninguna manera.

Extenuado por sus ruegos desoídos, habiendo agotado todos sus recursos y sabiendo de sus nulas chances, le pidió a la mujer que al menos le mostrara el esqueleto. La mujer lo condujo diligente hacia el Templo (que en realidad era un árbol que incrustaba sus raíces en una roca) y en efecto, el esqueleto estaba entero, colgando de una soga, con los huesos unidos y articulados. Había inscripto sobre la base de la roca, a modo de epitafio, lo siguiente: “toda reflexión es un anticipo de la muerte”. Cuando la perra Perra orinó allí, toda la matrona se le vino encima, pero alcanzó a alejarse a tiempo –sus quince patas le otorgaban una celeridad inconcebible para un bípedo- y sólo las maldiciones de la mujer hirieron sus oídos. Ruperto se envalentonó al encontrarse tan cerca de su deseo e intentó nuevamente convencer a la matrona:

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-Nunca.

La matrona se negaba porque los fieles del Templo solían visitarlo antes de cometer el suicidio, y como ya no apreciaban los objetos, le traían a la mujer todo tipo de obsequios, por tal razón, que a cualquier mortal ha de resultarle evidente, ella no iba a transmutar esa suerte innegable que le había tocado, y lo explicaba de la siguiente manera:

-Yo no voy a cambiar de empleo.

El Anticuario contraatacaba:

-Oiga, usté no está viendo bien del todo la situación. Pues sí, el esqueleto desaparece, pero le queda el árbol y la soga. Los fieles estarán desesperados, surgirán diversas explicaciones, especulaciones, intrigas, sospechas, maquinaciones, acerca de la desaparición del esqueleto, eso revolucionará a los fieles que sentirán el deseo irrefrenable de expresar, por el motivo que sea, lo que ha ocurrido. Esto hará que los oyentes sean vencidos por un deseo irrefrenable de conocer el Templo en el cual desapareció, no sin misterio, el esqueleto de un tipo.

La matrona abrió los ojos cual lechuza y le espetó:

-¿Ah, sí? Y luego yo explico no sé qué cosa de la desaparición y paradero posible del esqueleto ese. Y digamé, ¿por qué tanto interés? ¿Me explica?

Ahora comprendo, pensó el Anticuario, la tipa no tiene conciencia del valor dimensional del esqueleto.

No en vano había hecho ese largo viaje; durante todo ese tiempo, Ruperto había podido reflexionar la situación con detenimiento, analizar sus posibilidades, planear diferentes formas de convencer, hasta que se dio cuenta de que al fin había llegado a la óptima.

El Anticuario le contó que A.B. había sido aquél que vio el límite del Universo como un gran espejo, pero que no se atrevió a atravesarlo para ver qué hay detrás hasta el día de su suicidio. “Es toda una broma”, dicen que dejó escrito pendiendo, como él, de la rama del árbol, aquél día en el que Genovevo Butaputra tuvo la idea de decorar la ciudad, de prepararla para la Celebración. Pero esa nota, acotó la mujer, ya no estaba.

-No dé remates donde no debe darlos, mujer, conmigo viene esa nota. Aquí tiene.

La matrona la examinó a ojo suelto.

-¿Entonces? –preguntó.

-La cosa sigue así: en el lugar del esqueleto queda la esquela. Los fieles, conocedores del extravío, intuyen el milagro, la leyenda crece como así también el peregrinaje. Usted debe explicar que el esqueleto simplemente desapareció y en su lugar apareció la nota, ellos sabrán interpretarlo.

La matrona aceptó; el negocio se veía jugoso y a ella le daba igual que hubiera o no esqueleto con tal de que los fieles acudieran al Templo con obsequios.

Así, el Anticuario y su perra Perra bajaron la montaña con la osamenta a cuestas, pero ni bien llegaron a la base, un grupo de feligreses –que eran unos doce-, al percatarse del asunto, iniciaron prestos la persecuta.

Soy yo el infierno de J.P.S.

Ja, i´m drunk. Pero qué te pasa, delegado del infierno Oge, donde todo entra por conductos reservados a otras cosas, aunque no se sabe bien qué. Yo sí. Claro que sabés, lo sabés todo, principio de indeterminación, monolito a lo abstracto. Claudio Julio Alberto Gonzalo se sentó sin apellido frente al frente de todo y no supo qué hacer. Qué carajo hacer cuando se sabe dónde está uno. Decite que no, creé. ¿Qué creaste argentinito del orto, en dónde se metió tu principio angular y plestáceo? Creé la creación cuando todo era un susurro bajo el agua, la anguila positiva y negativa, el baile monocromático de las estrellas. Eso caducó hace rato, quizás estabas en el baño y no te enteraste. Sí, lo que quieras, pero cuando tu reflejo borracho se lo lleva el remolino del inodoro, no caduca nada, nada. Te pasaste, la reflexión iba por el lado de no tener qué decir cuando no hay palabras. You’re so drunk, you should readressed your final movement. Tal vez sea eso tan cierto como que la poliastemia metafísica se manifiesta sólo en la interpretación etimológica perceptiva, sacala. Puedo hacerlo con los ojos cerrados, te quedarías como un elefante con la trompa amputada, no tendrías faldas en donde meterte. Sí que sabés de mujeres, y qué me decís de la angustia dominante en el siglo del horror vacui, ¿te acordás?, aquél donde los segundos se escondían en frascos de conservantes. Lo recuerdo perfectamente porque me los bebí a todos, después eructé y todavía sufrís mi aliento. ¿Sufro, azufre? Vos y tu infierno Oge me persiguen y no me gusta nada, pero nada, eh.

Manifestaciones tipo Paracrónicas de las constantes

A los que siguen las pistas:

Hola, humanizados, hola, onomatopeyizados animalitos shup, tchup, suc o sub, ¿y qué hacés?, le estribillás las patas al momento totalizando núcleos analíticos constructivos carroñeros enciclopédicos mastodontes anquilosados fantasmas, acurrucás el pecho y después inflás el hueco, pero sí, ya sé, es todo tan caracol tus surcos espiralados y vos adentro absorbido de baba y de caminitos y cuevas, o el tac tac tac invencible se te hace eterno, ¿no?, te recuerda todo lo que sub/sobre existís underdermis dentroafuera donde hay un luchar de un uno mismo, un para qué-detiene-suslabios-relamiendo-el jugo-de lo que-sindudas-vacía-va hacia Nado, ¿latesalladocomodentrodelmundodeunDavidLynch? ¿Zangoloteás como caminar-a-riesgo-de-ser-un-ser como una marionetita discreta te cansás y te suponés otra cosa ya pasó o no es y siempre hablándote a vos mismo? Qué trampa que te sabe jugar y vos servís para tan poco o mucho o sos muy útil en esto que hacés como quiero que hagas, para salvarte te decidís a emepermanecer en tu aspira alma porque se te da así y decís yo no salgo para perderme o ganarme porque mi Credo quia absurdum no lo soporta o yo tengo lo que es, alguien dijo (sensatez porque lo creo por ser absurdo): “lo ubico más o menos abajo a la derecha del muro de palabras, ¿lo encontraste?, seguí o esperá, pero como las patitas de la mosca preparándose para saltar”. Y esto es tajear la vida para encontrar la abertura de donde sale todo y encontrarse interpretaciones, fabricar los sentidos para reaccionar contra lo que te propone una sensación de falta de ser porque el no pánico es el creerte otro del que lo siente. Como un fabulario todo te cambia te refiere te dirige te pregunta, ¿de dónde sacaste tu forma de ver las cosas?

De formas in formes por sobreprotestas perezgandulares

-Veía los bosques de las visiones de mi infancia, ríos de sol y de sombra, árboles que se transformaban en esquemas para subir, para perderse en una situación absurda, sabiendo lo que pasará, creyendo en un futuro y en un final, o queriéndolo conocer, hacer que eso pase, pero nunca acababa de subir el árbol. Y ahora existe también ese sólo desde ahí puede verse, hay que sentarse sobre el árbol caído, de cara al este, y mirar al costado que señala el hombro derecho. Más abajo, la planta aparece sin nombre e iguala mi rostro con sus hojas espejos, intriga al mundo y concede atajos, o un sin suelo anestésico que parece arder en esta entonces razón. Tardes tantas hasta el hartazgo deliberando situaciones para crecerlas hasta el insomnio, después de haber soñado sentir inflamar esa planta y haber aspirado cual bicho extraño de una sola narigueteada todo el esplendor de su alma, ¿y, la entendés? Es lo que tiende a ser opuesto brujo de tus ojospensamientos extrahumanizados, no-te-de-jés-lle-var-por-la-vi-gi-lia-¿que-rés? Acabo de recordar que el sueño era inmenso, laberíntico, opiáceo, mendigué por un Saturno que no era gaseoso, hice colapsar las leyes físicas con un vuelo insensatamente real, a pesar de decir “estoy soñando”, que no es la clave para develarlo, miré sus caras sonrientes, burlonas, incrédulas, mutar hacia la furia, los enfrenté con todo el diablo que te sale y los mandé a dormir la nueva cuna, bah, los invité a salir nuevamente del útero, y me convencí de lo que existe y te concede desexperiencias hasta hacerte cero. Y después, bueno, algo me venció y me expulsó del dormis… -dijo Pérez Gandula y la monja no lo aguantó más.

-Pérez Gandula… Pérez Gandula –gritó- ¡Qué granuja es usted, Gandula! Mala tarea, mala tarea, su tarea es inmunda, su tarea es muy suya, demasiado suya, ¡yaaaa… mi intolerancia ha llegado a su punto caramelo! Pérez glándula, ¿cómo se le ocurre? ¿A ver? Dígame, ¿cómo se le ocurre? ¿Yyyyy? Deletree lengua. Empiece a disparar letras, vamos, ¿qué espera, Gandula? Pérez Gandula… Pérez Gandula –gritó-. Conteste, ¡conteste, le digo!

-Sobreprotesto. -dijo de pronto Pérez Gandula.

-No me interrumpa Pérez Gandula, siempre me interrumpe Pérez Gandula, siempre con sus unterbrochen... Pérez Gandula… Pérez… Gandú… Pé… ¿qué le decía? –el alumnado estalló en risitas, en risotaditas, en risas, en risotadas, en risotas, en risotadotas.

-Bah, bue, ¡vete a tu banco Pérez Gandula! ¡Te exonero! –dijo nerviosísima la monja- ¡Alumnado, mutis! ¡Mutis, Alumnado! –y la monja recuperó su pose.

Tragilógica de la argentofilosofía

A veces no sé bien qué pasa, bah, es más o menos como si el día se mezclara con el sueño. No, no estoy seguro de que así sea, no lo discuto, pero acaso no sea eso del nombrar lo que busco (al cabo, en esta búsqueda animal, espero quedarme sin letras, sin sonidos, sin luz, sin movimientos), sino describir una sensación, aunque no plenamente, sólo lo que queda sin comprensión, la ilógica en forma lógica, pero ya que me embarré en las formas, por ahí me echo a andar.

Primo:

A ver, un hombre camina hacia adelante, lo cual es correcto y lógico, pero si ese hombre que camina hacia adelante lleva la cara en la nuca, el pecho en la espalda, en lugar del culo lleva los genitales y viceversa, etc., entonces lo vemos caminar hacia atrás.

Secundo:

Es exacta la caída del mantel en la mujer leyendo de Matisse, ¿has visto cómo todos los mesones están abiertos? La visión se humedece hacia 1904. Ingres es fabuloso, mira cómo aventaja a la cámara fotográfica, mira cómo todo está allí, el cuadro es una ventana a un mundo con otro sol. ¿Y qué te parece el dibujo de Renoir? ¿Eh? Sublime, más pomposo que Da Vinci. Pero quizás, para querer entender mejor, habría que observar atentamente el reflejo de la ventana en el ojo derecho de la liebre de Durero”.

Sí, ya sé, parece una de las cartas de V. Gogh a su hermano, pero no, no es, parece, pero no, esto es otra cosa, parece, pero es otra cosa, como si no pudieran haber caídas exactas de manteles, ¿ves? Si eso es exacto entonces a mí me da por decir por ejemplo que la escena es artificial, pero no, lo que pasa es que cuando dice lo de la exactitud de la caída del mantel se debe a que los dobleces de la tela, la posición, en fin, la forma, lo hace ver lo que es, realmente imita extraordinariamente bien lo real, ¿ah, sí? ¿Quién ha visto lo real? Usted, usted, a través del cuadro. No se le ocurre otra interpretación para esa poco nada feliz expresión, por otra parte, prefiero caramelos de café antes que Renoir.

Tertio:

Es ilógico que en dicho estado surjan propuestas para optimizar la Gramática, del tipo: sería conveniente que la letra K sirviera para algo. Así, podría significar un atisbo a los ojos del alocutario, ejemplo:

Leyenda milenaria pero moderna, o sea, de ahora, parecida a esa de Fausto y los Nibelungos wagnerianos, pero con sus variaciones, en fin, ¿te acordaste? Bué, en todo caso es muy alemana

-Kreo que tus ojos son preciosos.

-¿En verdad lo krees?

-Pero klaro. Tengo algo para ti.

-¿Sí? ¿Ké es?

-Lo vas a konocer gratis, free of charge, y te va a encantar o lo vas a odiar.

-¿Gratis?

-Sí, y yo no te voy a komprar.

-¿Entonces kién?

-Mi apoderado será, ojo, garantizo absoluta diskretatio, ¿eh? Espero lo mismo de tu parte, nada de exorcismos.

-Así ke ahí se mete la cola…

-¿Kuánto? Tu alma, sencillamente.

-No sabría si venderla o no.

-Pero lo que está akí escrito, ¿no te fascina?

-No es lo que dije. Entonces, ¿leer lo que está eskrito por mi alma?

-Klaro, así es, tan simple como lo has dicho.

-Enkantada, o…

-¿O ké?

-¿No habrá alguna trikiñuela? ¿No acabaré leyendo algo soso o prolijo que me hará arrepentir por siempre?

-No, es lo que kieres saber, mi niña.

-Ah, entonces dirá: “lo que quieres saber es qué es lo que está escrito”.

-No, te lo prometo.

Si quiere seguir leyendo sobre esta delicada pieza clasiquísima teatralísima modernísima y letal, envíenos su alma por correo naval y nosotros le remitiremos con gusto el patético final que es muy parecido (pero con modernas variaciones) al Cuento de la Caperucita y el lobo, que también, lógicamente, es alemán.

Historia del Sufista Primigenio I

Lengua Marchita se ajustó los lentes que Sangre De Pato le había confeccionado cariñosamente con dos ojos de búho, allá en los tiempos de la invasión larval y las prótesis para las emociones. Detrás del arbusto pielmermado el jazz sonaba salido del fuego hipnótico, de ningún modo discreto en sus huecos sonoros. En uno de ellos fue que Caña Barrilete De Plátano sacó un caramelo (dos caramelos, tres caramelos, cuatro caramelos & aim de güiner) y se lo mostró reluciente a la luz de veluna a la pomposa Dama Del Arroyo. Lo saboreó con discreción ante la atenta mirada de Lengua Marchita que hacía lo posible por adivinar la situación. ¿Qué ocurría entre Caña Barrilete De Plátano y la Dama Del Arroyo? En eso, Panza Al Aire salía de empollar a los purretes y se aventuraba a buscar a su mujer sobre la tumba del Oráculo Rey, alabado por Dama Del Arroyo en rituales inmensiáticos y escalonados. Al momento de ajustarse el cinturón de humus escuchó el clokeo (heil Bundesrepublik Deutchland) del artefacto dulzón en la boca de su mujer. Corrió con espasmos entre sapos y lagartijas, esperando encontrarse con el beso sagrado que lo aventure de una vez a la muerte. “¡Epeta la truena, epeta la truena!”, gritaba enardecido porque lo había visto y debía ser así así y así. La lágrima le transpiraba por la nuca a Lengua Marchita en el puesto de vigilancia, que no sabía si sonar la campana para alertar a la población o ocupar todas sus fuerzas en sencillamente observar. Tendió como siempre hacia lo segundo e intuyó que sería definitivamente despedido de su cargo, y le pareció estupendo. El beso fue el sueño de siempre pero el trueno no llegaba. Caña Barrilete De Plátano miraba con lástima esa figura gigante arrojada a sus pies, babeando y rogando para que alargase el beso con su mujer. “Nain!?”, espetó. Pero Dama Del Arroyo lo miró y lo convenció porque es muy fácil que Dama Del Arroyo te convenza. Después de todo, su marido era un incubador puro, y eso no era para despreciar. Pasó la mano abierta por el aire, entre medio de los dos, y sopló hacia la boca de CBDP, que no tardó en devorarla. Entonces PAA murió como en su sueño, o volvió a soñarlo, después de escuchar un trueno que parecía provenir de la garganta de CBDP, que se golpeaba el pecho con el puño cerrado, satisfecho.

El Fufaísmo del Fú-fá Clan o el rito de la rata de Rutu roto sigue la ruta del reto que rota hasta un mal rato con Rita.

El rito de la rata de Rutu roto

-¿Qué le pasa? ¿Está fufado?

-Yyy… más o menos, a veces me fufadeo de la nada.

-No es un mal menor esto del fufadeo, conozco a uno que se fufadeó fiero, lo tuvieron que llevar entre cuatro, aún así les costó, lo que pasa es que el tipo se fufadeó tanto que no era posible hacerlo entrar en razones…

-¿Razones de qué tipo?

-Razones minusválidas, por supuesto. Encima la sala de desfufadeo estaba inverosímil de llena, y los desfufadores no daban abasto, tanto es así que lo hicieron esperar catorce días al pobre infeliz.

-¿Y?

-Con resultados nefastos. Nefastos…

-¡Qué lo parió!

-Ahora anda todo el día a lo tonto, lee los periódicos, cabecea los postes de luz, juega a la mancha con los cartoneros, se baña en camisón… No, una ruina, pero ya se desfufadeó.

-Fatal.

-Yo que usted me desfufaría cuanto antes…

-Sí, ya sé, pero pasa que el desfufadeo es peligroso también, por ahí los desfufadores andan medio distraídos y te desfufadean de más.

-O de menos, y ahí sí que se arma.

-Voy a hablar con un primo mío que sabe de todo, a ver qué me aconseja.

-¿No prefiere un Brujo? Yo conozco a uno, vive acá a la vuelta, cien por cien garantizada la consulta.

-¿Cuánto cuesta?

-Yyy… le tira unos manguitos y el tipo va a estar como unas castañuelas.

Fufado y Desfufado van a ver al Brujo Rutu, entran al rancho mareados del olor a incienso brujo y toman asiento en el suelo. El Brujo Rutu aparece con unos jeans hechos shorts, una almendra de amuleto, sin camisa, y chupando un mate de pezuña de vaca.

-¿Qué les va? ¿Chupadean matete cascareado de naranja?

-Se le agradece el ofrecimiento don, mas no por ahora, mi amigo aquí presente anda fufado, ¿puede hacer algo por él?

-¿Y quién sabe yo? Lo he olido desde la letrina, trae un tufazo a fufado que le hace destrozos a los nervios olfativos, y eso que vengo del baño dije. Pero yo los voy a acicalar los problemas. Con desfufarse hay que prorratear de lo lindo semillas de unicornio dulce –discurseó mientras se sentaba a lo brujo sobre el suelo.

-¿En maceta?

-¿Quién me importa a mí? Usted prorratee –hizo una pausa y le entró al mate hasta secarlo- Segunda cosa es que cuando salga el unicornio lo dome todo con saliva de pericote moribundo, después le pega dos palmadas al cuerno y se me duerme montado unas tres horas.

-¿Y así se desfufa?

-¿Quién he dicho yo? ¿Digo o no digo, carajo? –hizo una pausa y l e a m h s-Atencióneme que cuando se despierte va a salir a una tal Rambla Alpha, ahí le da de comer toda la alfalfa que quiera al bicho, mientras se me duerme otra siestita en un sofá de árbol chueco.

-Espere que anote.

-Se va a despertar con hambre a chorizo, se me viene a verme y nos mandamos una chorizada novelesca, ahí mismito le hago unos pases y usted anda desfufado pa’ to’a la vi’a.

-¿Y cómo sé yo que no me va a desfufar de más?

-O de menos.

-¿Cómo me escucha yo? ¿Qué tuerto le pasa en el oído? Yo brujeo, che ‘ñores, yo brujeo de limpito que soy, no se enchufe lo que no oiga o salga ya con ese tufazo a fufado de mi vista, pero ay cómo me debe de a cientos.

-No se ponga chinchudo. Vengan esas semillas.

-Aflójese el cinto, me pela estas papas y ya veremos si hay semillas.

-Mejor nos vamos, a este tipo le falta el dorso del cerebro.

-No, espere, haga lo que le dice…

-¿Pero pelar esa bolsa de papas, yo? Habiéndome graduado con honores en torcer caléndulas…

-A mí no me enfría ni me moja, cargue su alerta o póngase a fufar calle arriba, ¿qué tanto? Ah, y me deja los cientos, che pira’o.

-Pero Rutu…

-Le convengo otra cosa, ya que no disimula muy bien eso del peletero disgusto. Me caza tuitas las ratazas que andan por el techo del rancho y me las ata como Satarsa del cuello de esas botellas –dijo el Brujo señalando una viga del techo que sostenía cuantiosas botellas.

-Bueno, ahora sí nos entendemos, eso sí es más digno de mi alcurnia, psss…

-Ah, me reolvidaba, toda vez que me ate la rataza a botella, me lo ritualiza de la siguiente forma: sabrá que abrir bocaza, de meterse el pulgar contra el moflete y descorcha, ¿ta claro?

-Usted manda, don Rutu.

-Chaulines, me voy pa’l baile a encurdarme y a retozarme a la Yananaíta, consuélense entre los suyos, y hagan favor de pagar las luces cuando finiquiten la’ labores suya.

-¿Y las semillas?

-No sea recalcitrante, mozo ‘e cuadra, ya mañana doyles semillas y cobro los cientos. Si conformarme pueden… –se alcanzó a oír desde afuera.

-La sacamos barata.

-Sí, pero ¿sabe qué? Ya casi ni me siento fufado.

-No diga eso, usted está harto fufado, usted está fufado allí y fufado allá, se le nota, mi viejo, ¿qué le va a hacer?

Fufado y Desfufado, sobre todo Fufado, emprenden la tarea ordenada. Se decide, para atraer a los roedores, a tocar la flauta, como Hamelin (Der Rattenfänger von Hameln… sieg heil! -[N d T] ¡viva la victoria!, se ruega no nazificar la frase-), instrumento que Fufado conocía a diestra y siniestra, de pies a cabeza, de pe a pa, etc, etc, et coetera, por ser el flautista más experimentado del universo, de todas las eras, y hasta siempre jamás, según él mismo decía, pensaba y profesaba. Interpreta maravillosamente el Concierto para Flauta en Re menor de Boccherini, pero no sale ni una.

-¿Qué puta tocaba el alemanucho idiota ese? ¿Habrá sido La Flauta mágica?

-Probemos otra cosa, usted está fufado y por ende piensa mal, hace la siguiente relación: atrapar-ratas-Hamelin-flauta-Boccherini-alemán-Mozart y no es así, su sistema de relaciones intracerebrales está deterioradísimo, ni una pizca de Realidad, mi amigo. Pero no importa, por algo estoy yo, para pensar por los dos. Voy a subir al techo con una escoba, y ahí va a ver cómo empiezan a caer las muy guachas.

Así, Desfufado sube al techo de paja del rancho.

-¡Apalee! ¡Apalee, carajo! –grita enardecido Fufado blandiendo amenazante la flauta.

En eso empiezan a llover vinchucas, una estufa, lauchas y lauchines, ratones y ratoneras, ristras de ajo, calzones sucios y un pedazo de manguera, pero ni una rata.

-¡Apalee! ¡Apalee, le digo!

Cae la antena de TV satelital, unas alpargatas viejas, cae el tanque de agua, un pararrayos con Franklin y todo, un nido de avestruces con las avestruces y los huevos, cae, se cae el techo enterito, cae Desfufado, cae la escoba, pero ninguna rata. El rancho, que ya de por sí era una inmundicia, queda embasurado y demolido. De entre los escombros va asomando una mano, del rincón opuesto asoma otra.

-Hemos evitado una desgracia –dice Desfufado, sacudiéndose la ropa.

-¡¡Chekailiiiií!! ¡Culo la sucio, mandrulos! ¡Ajújujujuyyyy! –maldice desesperado el Brujo (agudísimo), desde la puerta.

-Estamos bien –dice Fufado- ¡Pero por un pelo!

-¡Aták macanahebolllllllllllluuú! ¿¿¿¿¿Químiseroooooonnnnnnnnn????

-Casi no la contamos.

Rutu para dos segundos, le pide no sé qué cosa a sus ancestros, parece más tranquilo ahora, le da un profundo beso a la almendra que lleva por amuleto y dice:

-Yo les doy la ruta del reto, mañana, como atardece, en la punta del cerro pela’o, a vida o muerte. Ta’ que los remil parió.

-Oiga, ¿y las semillas?

La ruta del reto que rota hasta un mal rato con Rita.

Es muy difícil decir el no, mana el sí corriendo ciego ante las desventajas evidentes de tener que explicarse. Un no es cosa juzgada, un sí es acto inocente. Pero es la arbitrariedad de la situación la que decide y no la conciencia, la conciencia es un perro muerto de cansancio que se echa a espantar las moscas. No puede exigirse ni demandarse respeto por la tal cosa llamada vigilia, el sueño exonera, por supuesto; el castaño azul que te crecía en la cabeza no es más que el vientre desnudo de una muchacha que se mancha la vagina con lápices de grasa. Pero es castaño, árbol, mis queridos iconoclastas, y no obscenidad.

La mañana siguiente fue incierta para los ojos de ese espejo que se miraba en Fufado, la metralla de palabras expulsada por el Brujo lo atemorizaba.

-Ruta del reto… ¿qué será?

-Seguro que no es una cagada a pedos.

-Retado por un brujo, ¿quién será mi rival?

-Y el mío…

-Espero que sea un reto a flauta traversa.

-Yo no espero nada, si hasta me parece estar viendo la imagen de mis ojos mirándome y el gesto de mi cuerpo al verme, rictus.

-¿Qué tal Westfalia?

-No dudo ni un segundo. Aquí se queda mi pundonor, esperándolo al brujo. Yo pícamelas –sentenció Desfufado con un pie afuera.

Lo que constituía lo inexplorable de los sentidos, un amor misterio hacia la muerte del deseo, muerte digo y no satisfacción, pues el deseo no se satisface, no se limpia de la atracción del objeto; lo que constituía lo inexplorable de los sentidos, era el principio de su vida, es cierto, estaba fufado y sólo fufado podía anhelar el desfufadeo. Entonces echan a caminar, Fufado fufadea calle arriba, desfufado huye de otras cosas, de lo que se ve desde el ni fú ni fá; los peligros y las normas, esa suerte de detalle del simulacro de una realidad, y ahí no hay principios, es ver el todo impuesto en su pasividad de madurez practicada, aprendida, pero puesta en duda por los resultados nulos y es volver a sentarse otra vez frente al dealer. Se espera otra cosa de la realidad, del error de cálculo hay un retorno mutilado hacia el cero objetivo, algo así como una esperanza crédula de lo que no seremos, de lo que no habrá porque el ánimo, cosa distinta de la voluntad, nos sustituye en situación. El peregrinaje es duro, la dirección (opuesta al Cerro del reto) trae un camino de asfalto continuado, resulta que han abordado un auto y que la fila de coches avanza, se detiene y luego retrocede, “por dios, –piensa Desfufado- tenemos que salir de aquí mucho antes del atardecer”. Fufado empuja la puerta y sale, Desfufado lo mira, Fufado se vuelve y mira hacia atrás, Desfufado toma el lugar del conductor y hace sonar la bocina, luego se torna insistente mientras mira por el espejo retrovisor: una mancha alargada se empequeñece y la fila avanza. Los bocinazos no se hacen esperar en el instante en que Desfufado comprende que debe acelerar.

Resonaban en su cabeza las palabras de Rutu “con desfufarse hay que prorratear de lo lindo semillas de unicornio dulce”. Algo lo invocaba a la ruta del reto; había que dejar atrás Westfalia, Westfalia era muy alemana. Entonces se preguntó algo lógico: ¿qué es ser brujo?, y después, ¿cómo lo brujo puede estar en uno? Y luego ocurrió algo mucho más lógico, no se respondió. Y a ese no responderse le siguió una sonrisita burlona, antisocial, fufada. Iba llegando al pueblo otra vez, pero él ya era otro Fufado; cuando un ruiseñor se posa justo enfrente de vos es porque las cosas no están como antes. El mediodía le dice cómo debe prepararse para el reto, es algo que le ha venido de la nada, pero sabe que no se equivoca, o siente saber que no se equivoca, que no existe la equivocación, y se pone místico; Dios sabe, el hombre cree. Se ata una ramita de romero a la cabeza, se descalza y corta sus pantalones hasta hacerlos shorts, con la camisa hace un turbante que cubre su corona de romero. Normalmente la corona debería ir por fuera del turbante, pero no para aquellos que saben lo que es estar fufado, que son concientes de su estado de fufadez, aquellos sabrán ocultar sus coronas de romero por las dudas. Después entra en trance mientras emprende la ruta al Cerro Pela’o, sus ojos están en blanco, ya no miran las cosas de este mundo, quizás su estado de fufadez empeora. “Voy a vencer al Brujo, increíble, voy a vencerlo”, supo poco antes de llegar a la cima. Pero cuando hizo cumbre supo que el Brujo iba a vencerlo.

Rutu no había llegado aún y poco le quedaba al sol para ocultarse tras el horizonte. La cima del Cerro Pela’o es más o menos una planicie muerta. El Brujo sigue sin aparecer, sin embargo, al otro extremo de la cima, Fufado ve una figurilla humana y se acerca.

-¿Quién es usted?

-Soy Rita.

-¿Qué hace aquí?

-Respondo a sus preguntas.

-¿La mandó Rutu?

-No.

-¿Entonces por qué vino?

-Ya le dije.

-¿Quién la envió?

-Nadie.

-¿Cómo supo que debía venir?

-Lo supe.

-¿Cuándo se marcha?

-Cuando usted lo haga.

-¿Cómo lo sabe?

-No lo sé, debo saberlo.

-¿Entonces va a esperarme?

-Dije que debo saberlo, no que lo sabré, ni cuándo lo sabré.

-¿Por qué debe saberlo?

-Por lo mismo que usted, por existir.

-¿Por existir?

-Digamos que por ser, lo de existir es anterior.

-¿Y si yo no le hiciera más preguntas, usted qué haría?

-Me iría.

-Bien, entonces no le hago más preguntas.

Pasan diez minutos y Rita sigue ahí, quitita, igual.

-¿Qué hace aquí?

-Respondo a sus preguntas.

-¿Por qué no se fue si no le estaba haciendo preguntas?

-Porque las está haciendo ahora.

-¡Ah, cuernos!

Hay algo todavía más increíble, el sol no termina nunca de hundirse.

-¿Qué tiene ahí?

-Un espejito –contesta Rita y se lo acerca a su rostro.

Se vio y vio a un brujo.

-¡Míreseme! –le ordena Fufado al reflejo, y prosigue- Tengo los ojos más ojos galopantes atormentados que andan los que te llevan. Te destru-yo del recordar enfermo, te rescato y te expulso a tu universo abstracto, donde las palabras nos esconden del sentido manifiesto, un sentido que te siente siendo nada, ni una palabrita, ni la cáscara que te sacaste, ni tu ombligo, ni tus ojos que miran nulos más ojos que nunca, que miran nulo y no te acercan ni te alejan de nada. Las sensaciones, sin yo, esplenden naciendo del fuego envolvente, sin tristeza, ni temor, ni amor, ni dolor, descubren la manera de quedarse hueco, sin piel, abstracto, y eso te danza, te danza cual fuego alimentado por las vestales de tu inconsciencia, como el alma es la forma de la forma, como cuando te afeito, hijo, y la fórmula de la felicidad es una estampilla vieja, a ver si os dáis cuenta. Y usted, Rita, ha entrado por esa puerta.

Inmediatamente pasa cóndor y caga cabeza Rita Rita abre ojos nunca termina Rita huye Fufado clama victoria.

-Por todos los fines, se ha brujado, yo lo he oído. Y quién es lo que ojeo, ya se ha desfufado conmigo. Lo convengo, si así hiciéramos las cosas, a ponernos a vitolear hasta que el sol caiga pasado el mañana. ¡A la suya salud! –dice Rutu que aparece v u a s d d, y enciende el fabuloso porro del África del Trópico al bajar de un unicornio verdeazulado.

-Así que me la hicieron… -exfufado de risa- ¿Y Desfufado?

-Desfufado está usté.

-No, en serio, ¿dónde caraj…?

-Fumetéese –dice el Brujo.

-Entiendo… -hace una pausa entre pitada y pitada- no hay que entender.

Apologética de la sensación

¿Viost4? Tod2 te va xvinoendo de estra manra y no importa cómo, hay una motivación, claro que sí, ¿hay una única?, puede ser cualquiera porque está en cualquier momento, depende de cómo te pares para verlo, de cómo te frenes para estarte lo suficientemente estático como para no dar ningún tipo de señales ordinarias de vida, lo que ser fuiste sos se acumula de momento en momento y aparecés-desaparecés será lo que se llama será mejor y no hay mejor o un mejor porque no se compara el instante con esta sensación que tenés ahora, tremebundo simiesco que habitas la materia, ¡las tinieblas de la materia!, en la forma no hay nada que entender porque larvás tu embrionario ergo y no te sale encajar la palabra pues la materia impenetrable es, pero cuando lo experimentás sensación es un es eso que echa por tierra tu preferida de las poéticas humanas, te adherís al credo de hoy que te vino a condicionar asuntos o te dejás tragar por tu garganta pregunta, las espinas de la vida-pasa, y emeteviene, valor es sociedad, valor es tender a lo moderno, no a lo nuevo, y emeterevolución-revelación la desesperación tal vez de tu muerte realidad que te camina por el es eso de la sensación pero no por la materia, por eso la imagen del ahorcado que yace colgado (acierto) up de esta imagenpantalla es un esquema arte destinado a explicar aquello que se te imagina, no hay materia, pero el resultado no oculta la labor material del hombre, pero es el ¡Tres quarks para Muster Mark! de Joyce y no el de Gell-Mann, no hay forma de que exista el secreto, te quedás fulminantemente y los acechados tragan saliva al contemplarse, el momento te sigue espiando, resulta que te hiciste a partir de lo que sentiste pero por qué creíste que ibas a durar en la sensación…………………………………………………………………………………....................................................

Psiconarcología: Las Enfermedades Existenciales Levemente Crueles

Hoy: “El síndrome de siempre él mismo, ¿pero quién?”

El síndrome avanzaba, tal era su propiedad de hacerse perpetuar, y Pyotr Il’yich nunca pensó que la cosa pudiera hacerse él de esa manera, por eso es que olvidó dormirse aquella noche y enmendó su sueño con caña, ron y más caña. Universalmente estaba beodo, particularmente estaba algo más; un sinestado abúlico de desinterés endoexógeno lo bailaba rumbalmente y su anestesia se adolecía de aquí hacia allá: le salía el bicho a congeniar el mundo, y una vez que las presas traían el aire del sonámbulo, les asestaba el golpe de gracia con un rutilante “no importa”. Eso era porque no le encontraba el sustento a la palabra y corría el riesgo de hacerse pedacitos anárquicos; pie para un lado, conciencia para el otro, espalda aquí, sentido en otra esquina. Pero su verborrea no hacía más que ocultarlo, que sustraerlo libidinalmente de su alelado cuerpo antropoide y de su sensual existir porque, contradicción de por medio, todo andaba por los aires, más bien su ser, pero él, acá nomás, como de testigo, se resistía y a la vez se investía de su apariencia que no era suya pues era de los sonámbulos. Se rompió a caer, entonces, con los labios de dedos, mirando el abulte de su panza piernas y un llanto sin lágrimas ni sollozos lo atacó sin miedo durante su reposo al sol de esa ya mañana lupa de escarnios previos no entendidos y de todo echado más que a perder a suicidio y el por qué nunca iba a poder deshacerse del bicho empedernido le cantaba las razones de la ya supermentada insignificancia nuestra. Pyotr Il’yich orada su destino del no y la penumbra lo gana y lo asedia, mas ese deseo de darse la cabeza contra la pared, le parece sutilmente cómico, hasta ahí ha llegado. Salvémoslo, revelémosle nuestro secreto ser dichoso o roguémosle un feliz reposo, igual no tiene nada que defender, así que va a estar de lo más sumiso, aunque en estos tiempos ya Nada sea.

Descripción de la relación prototípica Pyotr-sonambulesca

De la realidad manaba el darse cuenta de que estaba hecho de otra cosa por fuera de la materia y de que anonadaba su sentido (en el crepitar de toda exhalación puesta a existir para dudar la retención de un aire de lo más común en sólo uno de los derroteros posibles) hasta cambiarse por otro; una sensación, que él creía saber proveniente de dicha masa gaseosa, se instauraba sutilmente hasta el encontrar relacionado del ser de las cosas con un salteo a lo caballito de ajedrez, que es, en un decir más simple, ajustar la percepción al segundo estímulo y reelaborar el primero a fin de dejar sin importancia el modus y hacerse detectivesco pero bien calladito de intenciones, con lo que conseguía dos cosas: primero lograba anticipar al sonámbulo y alternaba; a veces le largaba el rollo convencional y otras lo punzaba con una que te dejaba para el desmayo pero que el sonámbulo no captaba con prisa en esencia, entonces venía lo de explicar, pero la explicación era pura burrada, igual no importaba en lo más mínimo esa segunda parte porque estaba todo arruinado desde un principio. Segundo, dándose perfecta cuenta de que el sonámbulo le desparramaba en la cara cosas de sonámbulo, con argumentaciones de sonámbulo, lógica sonámbula, etc., intuía de dónde había ido agarrándose el sonámbulo para la construcción de su lábil yo, y ahí le venían dos posibilidades más, a saber: primero lo podía dejar contento y seguro, o en cambio le podía asestar tremenda burla a su más querido argumento, cosa que aprovechaba según el momento que más le placiera soportar. Como consecuencia de su desparpajo disparatar atropellado, quedábase de bruces contra sus bruces no entendiendo lo no entendido en él, y calculando su imagen en los ojos de los sonámbulos, bostezaba dar con el sueño que lo sustrajera carnosamente de ese doble doblemente absurdoexistir (para él y para los sonámbulos, de él y de los sonámbulos) pero oh, pena inquebrantable, no alcanzaba a saberse sonámbulo entre los sonámbulos cuando todo debería hacerse nuevamente y las siete catorce letras le ladraban más perras que nunca.

Nueva Vieja M

El ritmo que te lleva parece ser autónomo, lo sigo teniendo espejo pero las razones se mueven en perfectas direcciones, todas arriba una de la otra, todos los lados del siervo sentimiento aparecen en equilibrio con tu perfecto animal experimentación de la vida, y vos decís lo loco puede estar dentro de uno, hacer conciente los efectos de M que parece estar todo tan lejos de vos, vos por los aires viendo inocente tus días destruidos por tu verborragia indecisión, sólo sentís M. Con M no se piensa lo que se dice desde el sentimiento, M te duda infinito, M te desierta y acompaña tu búsqueda más próxima, M te lee al borde de la cama y te conduce al sueño dándose al palabrerío ulular insignificante, M te ama y te desea feliz año y todo lo demás. ¡Salud, M!

[Paracuentos]

Cuento para los seis Del Carajo

Merodeando caballerescamente, dibujado de nulos aspavientos, de gesto sereno y bruto a lo perro, famélico de lo dulce y tirano de los poderes, hermano de hermano, del cero al uno hay seis o siete días, me dispuse a observarlos o a absorberlos, ¿el tiempo? No pares de reírte que te hago conciente de mi muerte del otro día. Los seis ilustres hermanos Del Carajo se paseaban por la Plaza Magnolia en la que había un Fing Ku Lang haciendo de su bailecito de lucha contra algún Maestro Kong un atractivo más a la hora de no saber adónde fijar los ojos, cómo perderse algo de todo esto, qué imperdonable. Saturno, el hermano mayor, soñaba las pascuas de la familia; Agamenón, el siguiente, podía verse afuera, podía verse visto, con todo lo impresionante que el hecho supone; Abraxas, el próximo, lloraba para darse cuenta de lo que era; Pólvora, sostenía entre sus manos el corazón de una vaca; Pullover, risita de por medio, contaba que quería ser otra cosa que la que era, y Mandrake, el más pequeño, estaba obsesionado con ver el espejo, todo al revés. Como para dormirse, no hay forma, te mandás el ensayo una y otra vez, espalada de lado, espalda contra el colchón, espalda al aire, y no hay forma, los seis Del Carajo no se te salen de los ojos y vos que pedías un cambio no vas a anhelar lo que te ofrece la soga, vas a querer cambiar y diferenciarte en un chasquido de lengua, en un tiempo que ya haya llegado, pero no te sobornés tanto, que va a venir el sueño y ahí vas a tener que estar, lo vas a disfrutar, eso sí, los primeros son de un goce perfecto, aunque con algunas despertadas a medianoche, por lo demás, los placeres se te muestran y casi te empalagan, luego los seis van a seguir estando, pero ya se te acabaron las excusas para verlos.

El Ocio brutifica

La bocanada te tienta a seguir sabiéndote cero, pues las razones que te hacen uno se borran o las borra el humo que con la mano intentás sostener, apretujar o disolver, y es que ese humo va para algún lado, casi como vos, que te empilchás terremoto y salís oreja y piernas 0 km a rumbear los pasajes de la noche, solo pero no tanto, los gatos se te cruzan, los gatos se te amigan y los perros, caray, también te siguen, y estás bene bene, mas quisieras llegar a algún lugar, de repente estás en un lugar, pero se te antoja otro con más árboles y césped y hacia allí te encaminás, sabiendo que lo importante es el viaje y lo demás se verá, porque se verá y lo sabés muy bien. A la otra bocanada llegás deseando más que eso, y le das otra más y otra, descubriendo el cielo sensación y lo chiquito que importás, Would you die for me? Would you die for eme? Of course not, no soy un esclavo del shup, pero mataría por ella, no doubt about it, cuando matar, señores, significa otra cosa en este blog, ¿lo sabías? ¡Qué hipócritas! Gritarán las godezuelas espías hipocriticando la hiper-razón de existir hombre, mas yo creo en su mensaje por un minuto, y las gordezuelas desaparecen del juego y te hacés un solitario fenomenal, ¿entendés? M no las necesita, M no las importa, y Leroy Lará, señores, canta sus razones también, porque esa noche de ajedrez holgado, esa noche de lactancia neonatal, se revive meses después, pero esta vez por el otro, y esta vez Kasparov se deshizo más fácilmente aún de sus rivales, uno a uno los limpió del poder de la victoria, y dijo algo como detestando la rivalidad, algo como a mí la deep blue no me gana, y jajeó largó rató comiendo galletas de salvado que escupía de a miguitas porque no quería tomar el mate por mi preparado, fijate un poco, Julius, y más tarde que nunca vibufició de escaractel sumido en la bababalactia, donde la efe que le salía a K llegaba a los peones del contrario y los bajaba uno a uno, siguiendo la apertura siciliana con la variación troglodita que se había inventado cañaberalmente un pasado en cama antes de dormir, porque se le había metido en la cabeza que el jaque mate alfil y dama podía hacerse mejor sin peones y así inventó el ajedrez despeonizado, pero no duró mucho la idea porque el Partido comunista, junto al Partido peronista, junto a la extrema izquierda y la leve izquierda de este país, sacaron una circular defendiendo el derecho a existir peón, y luchar contra eso aburría. Pero desorganizando un poco el sistema del ajedrez pensar, socorriendo los gritos de tu alma (alma, no espíritu, me cago en él) de decir algo gatito, no tan león, como el atardecer de la prosa te ha hecho emedependiente de la actitud de la naturaleza muerta de tu sentimiento, pintado a semejanza del de verduski, y está pintado porque lo has visto y lo has entendido con palabras y tonos y pinceladas cargadas a lo V. G., como todo aquello es posible en vos, en este tan ahora, de calles, cordones y veredas (aún no hay rastros del césped prometido y su viento en los árboles), raleás la realidad con discursos ameba para desprejuiciarte, para desaprender lo que te enseñaron, un poro de la naranja de lo que te estoy mostrando, sí, tenías razón, y aquello no tiene un ritmo entendido, aquello vaga por desinterés ante tus ojillos chinos, aquí se marca lo que va a venir, entendés de repente, y oh, lá, te estás lastimando los ojos, trigésimo cuarto, el Brauner de Sabato se junta con Modigliani, pues los modelos no podían ver lo que el maestro sí estaba viendo pintarse en el lienzo, jup, jap, never stop, atención, ahí pasa uno con comandante pegado a remera, ¡niñato, por qué no has crecido! ¡Uno es el chamán de uno mismo! Ya se dijo, no se puede explicar mejor el Nado, si no es en vos, en mi nunca lo encontrarás, canta el flaco.

El día que fui Kandinsky

Kandinsky llegó a su atelier borrado de vodka y tomó el color rojo y lo fue soltando lentamente sobre el lienzo hasta colmarlo, luego se empapó los dedos de azul y trazó tres líneas paralelas que cortaron al cuadro por la mitad, con el amarillo formó un cuadrado situado en la parte superior a la izquierda. Después se quedó mirando el cuadro entre aturdido y soñoliento. Más luego puso el cuadro en un tacho y lo prendió fuego. El fuego tiñó el rojo de verde, el azul de negro y el amarillo de rojo. Kandinsky tomó el color verde y lo fue soltando lentamente sobre el nuevo lienzo hasta colmarlo…

De los peligros emanados del pensar: (! No leer ¡)

α- Sépase que no hay tugurio de la mente que no habrás de habitar, los ritmos se aceleran en las curvas: los pliegues de la memoria, y sin aviso arribas a la fuente de conocimiento personal, aquella que te sirve de chamán. Si dos y dos hacen cuatro, habrás de saber que cualquier otra suposición es falsa para ti, pero no para los locos de afuera, así que has de ser cauto al revelar tu conocimiento, has de saber esperar el momento único, lo sabrás porque te saldrá solo de la boca.

β- No discutas tu verdad, ponla a prueba, el instante te dará la razón y si así no lo hiciere habrás de razonar nuevamente tus cálculos, mas no pongas a prueba tu lógica, no se entendería y pasarías un mal rato.

γ- Lo que se siente no puede ser refutado, sabrás manejar la ansiedad con dosis únicas de presente tal cual está y de ver en él lo que te estás perdiendo.

δ- Entre las hormigas y el cielo habitas, pero si ves los extremos, si los permaneces sabrás la verdad que te ata a ser.

ε- No eres sabio, pero a diferencia de los necios, sabes saber que no sabes, sabes llegar a no saber.

Emeperceptores que la Historia ha dado a conocer

Hoy, A. Einstein

Su contribución:

M = E / c2

¡Gracias, Albert!

Puede llegar a ser cierto

-La realidad es mía, vení a sacármela si podés –dijo Estegosaurio de prepo.

-¿Así nomás? –preguntó Deciseismilésimos suplicante. Bebía gota a gota el suplicio de tener que soportar la situación, anhelaba desembarazarse de tal aburrimiento y ansiaba bifurcar de alguna manera los caminos. Pero el algo que los yacía inmersos no se deshacía con simples súplicas, había que abordar el salvavidas cuanto antes y esa era su única búsqueda.

-Así, así nomás.

-Bueno, afirme entonces –desafió Dieciseismilésimos y esperó.

-El mundo es una confusión.

-Oh, pero no, el mundo es redondo cual naranja –le arrojó Diceseismilésimos al rojo rostro de Estegosaurio, muerto de furia por su errata.

-Las estrellas son todas como el sol.

-¿Cómo? ¿Las ha visto todas?

-El tiempo es un acordeón que hace durar la sensación en vez de la nota.

-¿Y por qué un acordeón y no una flauta, digo yo, que depende del aire que uno le sople?

-Porque no depende de uno.

-¿Y quién toca el acordeón?

-¿Quién hace lo que no sabemos cómo se hizo?

-¿Dios?

-No, ¿Dios? no, Dios.

-Ha dado en la tecla, si de acordeones se trata, supongo. Prosiga.

-Toda droga viene a servir para enfrentar el problema y no para evadirse. Ocurre que ciertos problemas se hacen obsesión y ciertas drogas adicción. Entonces el hombre adicta tanto que debe permanecer en el problema.

-Está usted en lo más cierto de la certidumbre.

Y así prosiguieron largo rato, dando vueltas de asunto en asunto, alternando vencedor y vencido, pura obsesión de ilusorias certezas que les devoraba el cerebro, trozo a trozo, minúsculo a minúsculo. Ya brutos, brutísimos, extrabrutos de tanto discutir, por fin llegaron cuando ella llegó, ¿y a dónde llegaron? ¿Qué importancia tiene si se trata simplemente de llegar, cuando llegar no implica un lugar físico, sino más bien una sensación de encuentro extrafísica, milenaria y sativa?

-Che, che, paren, paren –dijo gorda Ana Grama- ¿Emean?

-Sí, bueno y bueno, sí. –cantaron a coro.

Sin tesis:

- Rayos, centellas y las hormigas locas. Interrogo a Dios. Al respecto guarda silencio. Me pego una ducha.

- Yo noto raro. Me yoico raro. Me notan raro.

- Tengo hambre. Me como una naranja pero no me quedan. Recuerdo que me las comí todas. No basta, me quedo con hambre.

- Se puso de noche. Sacó la reposera. No paró de mirar el cielo, se le enganchó una estrella en los ojos. Cerró los ojos. Los abrió. Cerró los ojos. Los abrió. Cerró los ojos. Los abrió. Cerró los ojos. Veía bien. Los abrió. Veía bien la estrella. La veía perfectamente bien.

Conde-nsación

Descifrajes de miradas, esa es una cuestión de vida o muerte. Le puse INCANDESCENTE porque fue la primera palabra que cruzó el humo y se plantó donde las cosas no crecen. Qué cosa más extraña, no puedo dar nada por concluido, pero sin embargo acá adentro, entre los muebles cotidianos del alma, algo se enciende con una intención recóndita, una lágrima cayendo en la oscuridad de un cuarto plagado de gente. Debo descubrirlo todo yo solo y es una carga que no puedo ceder ni especular. Todo lo hago manifestar yo, lo estimulo sin darme un arrimo de piedad. Incandescente es mal nombre para tal cosa. Es impropio, insuficiente. ¿Pero qué le pasaba, acaso yo tenía pestañas de fuego o un aura asesina? No tengo que darme demasiada importancia. Ya basta de palabras desperdiciadas en tal intrascendente suceso. La cerveza estaba veloz y tuve que alcanzarla permanentemente, sin darme tregua, y entonces fue cuando el sonido del Hammond se vino a hacer hielo en mi vaso. No le venda más whiskey a nadie, sírvamelo todo a mí. Déjame distraerme, que su mirada no me deja en paz, de algún modo habré ganado invisibilidad. Porque no puede ser, ¿acaso mis ojeras se me metían por los dientes, o mi autoaislamiento resultaba insultante? Es el momento de meter cualquier cosa en el cuerpo, de hacerme ir. Viento, puro, sácame de mí, haz que algo alguna vez pueda crecer en este cuerpo que se pudre, en estos sueños plagados de narices de payasos. Chau, por favor chau porque si no deberé sacarte de tu lugar, y probablemente no te guste para nada ni que comience a intentarlo. Vete, te ruego, rajá antes de que mis colmillos huelan tu cuello.

Rituales tribales:

Hoy, los Filétnicos

El doctor Gustav M. Loicofvorocolov convivió con los Filétnicos buena parte de su vida, a él y a nadie más se debe el siguiente relato del ritual tribal, extraído del Diario Bitácora de su último viaje por Filetnia, al sur del Gojornico.

20 de Febrero de 2007.

Un tímpano en lo cielo óvalo clamaba tum tum tam tam, como única realidad, ante los oídos hipnotizados de los Filétnicos, que veían las mujeres danzar en el centro, preparándose para la caza inminente, los hombres tum tum tam tam, observaban el cielo abajo, estrellas en traslación, planetas mujeres orbitando alrededor del fuego sol, tum tum tam tam con el tímpano al óvalo, pesquisas de miradas atrapadas en mujeres que miradas tigres o miradas paloma se movían brazos, se movían piernas y torso, tum tum tam tam desenfrenado, exhibiéndose como naturaleza viva, tum tum tam tam, para esos hombres a la espera consciente como el fuego, el trance al cielo y al fuego, arriba abajo caramba, el cielo terrestre con mujeres astros deseados, anhelar el tum tum tam tam, como fuego ardor, hombres tum tum tam tam, a la caza de mujeres centro, y ellos exorbitados quietos tan quietos que en su interior avispas y tensión y más que nada ansiedad, el tum tum tam tam de fuego para los Filétnicos que veían danzar al tum tum tam tam a mujeres que luego suyas a la conquista de arcaica danza al fuego, tum tum tam tam a la espera avispa de cada uno con su mirada y su posibilidad abierta al tímpano óvalo tum tum tam tam, de mujeres al centro de miradas hombres danzan piernas y brazos contornean vientre y sexo al tum tum tam tam eterno eterno al fuego fuego tum tum tam tam tímpano tímpano al óvalo óvalo en la noche noche eterna eterna y arcaica ritual exhibiéndose mujeres danzas al fuego de miradas pirómanas al tum tum tam tam del nexo fuego al sexo ritual de los Filétnicos, que al orbe dejar de pensar sólo el hipnótico oído les dice el tum tum tam tam, se va dejando de pensar hasta ritual llegar inconsciente entrada de sexo entre el fuego mujeres piromanía de miradas deseando astros al tum tum tam tam del tímpano al óvalo de los Filétnicos, ritual tribal ancestral tum tum tam tam caza al sexo hombres presas del ritual tum tum tam tam y ya empiezan a elegir cuando se detienen los astros mujeres frente a los hombres que al fuego de un tum tum tam tam más acelerado crecen en ansias y fuego y miradas pirómanas ante las mujeres tum tum tam tam que bailan detenidas al tum tum tam tam arcaico tribal tum tum tam tam eterno tum tum tam tam de fuego tum tum tam tam del tímpano óvalo tum tum tam tam cuando se detiene todas al fin tum tum tam tam deteniéndose, aletargando el ritmo frente a hombres que se ponen de pie, tum tum tam tam, las mujeres ahora bailan frente a hombres que empiezan a moverse con avispas en el vientre tum, mueven tum, ojos tam, mueven tam, las manos trepan por los cuerpos de las mujeres tum tum, se acelera el ritmo, tam tam, adentrándose en el cuerpo de las mujeres que tum tum tam tam ríen gozosas del ritual al tum tum tam tam que vuelve a crecer cuando los cuerpos caen al tum tum tam tam y se entrelazan tum tum tam tam al tum tum tam tam de fuego tum tum tam tam de fuego, tum tum tam tam que quema tum tum tam tam tum tum tam tam.

Guía Turística para el errante de la Rambla Alfa

I

Habrá escuchado decir que cuando uno se encuentra en la Rambla Alfa se pregunta: “¿Y ahora, qué hago con todo esto?”. No dude que le ocurrirá. Primero lo intentará evitar, justo antes de adentrarse en el paseo. Pero en el medio de todo el olvido que las figuras emergentes le inyectarán, lo dirá, lo dirá y se acordará de los autores de esta guía, se acordará de que la lleva en su bolsito, se acordará de que no le sirve para nada. Estará en lo cierto, quizá el único objetivo de esta guía es que pise esas tierras, y allí se desentienda de toda recomendación, de cualquier exhibition’s way à.

Cuando entré por primera vez a la Rambla Alfa (o Alpha según los intoxicadores), el nieto bastardo de Lucas Cranach, un sencillo portero sin puertas que atender, quiso simular una apertura con un aura fabricada muy caseramente con una boa constrictora. Me dijo que estaba desnudo, que era una prolongación del viento que se contorneaba frente a los intrusos para hipnotizarlos y llevarlos absolutamente sugestionados a comenzar el paseo. Llamábase Christiano Begood, detto “el repulso”, sin duda por sus movimientos de cabaret y porque nunca estaba de frente. Decía que detrás de él siempre había algo que se le escapaba. Pero no nos detengamos aquí, estimado viajero, pasemos de largo a este individuo, cosa que se hace con mucha facilidad, y sigamos nuestro recorrido. Eso sí, es intrascendente contar los pasos.

El pianista no es un ser, recuerde esto cuando crea haberlo visto metido en un pelotero, cubierto hasta el hartazgo de pelotitas de colores. Sólo estará escuchando el himno de la Rambla Alfa, compuesto, según dicen los calificados científicos de la zona, dentro de siete años. Recuerde también esto: no es que de repente se ponga gris, es sólo una combinación exacta de la totalidad de colores.

A esta altura le vendría muy bien un drink. Mire a la derecha (sólo hay una sola derecha en la Rambla Alfa, que es la misma que la izquierda), las criaturas-asiento lo estarán observando, siempre lo hacen. Adopte usted una criatura macho o hembra, según sus preferencias, y siéntese en su regazo. Comenzará a sentir caricias por todos lados, las criaturas-asiento son especialistas en esta materia, acontecimiento que le hará olvidar el precio a pagar. Es muy caro, querido viajero, es muuuuuuuyyy caro. Asegúrese que sea la mesera cuyo cartelito identificativo del seno contenga el nombre: Cricrí. Lo atenderá perfectamente, siempre y cuando no sea interrumpida por uno de los sensuales bailes de “el repulso”, implementa fórmulas incomprensibles para cortejar a la dama. Una de esas fórmulas fue decirle a Cricrí que él era el nieto de Lucas Cranach, sabiendo que Cricrí había sido pintada por éste en ‘Porträt einer sächsischen Prinzessin’, y que ella nunca pudo olvidar ese suceso [1]. En fin, si esto ocurre, no se preocupe, pues no existe el aburrimiento y la Rambla Alfa no es una excepción a este respecto. Si usted eligió a la criatura-asiento morena de ojos verdes que está un poco desgastada, como si estuviera pidiendo a gritos una reparación urgente, usted estará justo a la orilla del Río de Carozos. Sorprendido, boquiabierto y listo para la foto del idiota del año, se dará cuenta de que el mencionado río está compuesto por una cantidad ilimitada de carozos colisionando entre sí. Los hay de todas las clases imaginadas. No se deje llevar por ese sonido. Lo ahogarán en la profundidad. Cuando esté listo, podrá arrojarse. Cuando esté listo, querrá arrojarse a las profundidades de los carozos. Pero no todavía, no, debe entender que usted es todavía un polluelo, una minúscula nadita que todavía no se da cuenta de cuán atormentada está. De corazón se lo decimos, no vaya a creer que estamos tramando algo con esta guía. No nos tome por mala gente. Es sólo una guía, una humilde y sencilla guía que lo ama y, mire, ni lo conoce. ¡Adelante, intrépido viajero, adelante que nosotros lo cuidamos!

[1] Según El Gran Documento de la Verdad Sobre Todo (pp. 32786-ef, inc. XLI-aproximación 4º 8’ y 90’’ del párrafo B), lo que ocurría fuera de la pintura en sí es lo que Cranach había pintado realmente, entre ello lo que la pequeña y dulce Cricrí no podía contener en su manita izquierda que se movía constantemente como componiendo una obra para piano, transportada por un teclado místico escondido en el lado de afuera de una ventana diminuta.

Testimonio: La Rambla Alpha en tiempos de cólera

Llegué por… no sé por qué, nunca lo sé, ¿es que existe alguno? ¿Es que sirve de algo tenerlo? No voy a responsabilizar a ningún argumento, no soy de esos, no lo soy ahora, aunque sé que lo he sido antes, por eso iba a comenzar por ahí, pero la honestidad mal acostumbra a empezar las cosas y cada vez se hace más difícil. No voy a mentir, que quede claro. Llegué deseoso, pero no por el deseo mismo, no por la pulcritud del arrojo, la meditación (que nada de moral tenía) me había echo recular varias veces, los motivos ya no importan, los deseché al momento en que me dispuse a la larga travesía. Lo fue, fue una larga travesía, nada peligrosa, pero sí fatigosa, implicaba un esfuerzo físico que a cualquiera, sin dudarlo, le hubiera significado un momento de duda. No, en ningún momento dudé durante el largo trayecto, mi objetivo era claro, sin ese objetivo no podría ser el que estoy siendo. En ese tiempo en que me atreví a pensar y a observar con cautela seres humanos y de los otros, fumando cigarrillos cada tanto, a paso moderado (no era cuestión de cansarse demasiado rápido y además salí sobrado de tiempo, ¿dije tiempo? ¡Ah, canalla!), iba calculando mi suerte. Sí, mi suerte. ¿Me separaba del objetivo cada vez menos o cada vez más? No estaba seguro de ello, no sabía con qué me iba a encontrar, ahora lo sé, en ese momento lo supe como supe también lo contrario. La verdad es que no tuve contratiempos, dirán que la espera es odiosa, dirán también que la recompensa vale la espera, dirán tantas cosas. Yo no sé ni lo uno ni lo otro, dirán que cuando se sabe no se sabe, que digan pues, pero repito, yo no sé. Todo es vanidad, dice el Eclesiastés, y yo no sé. En un momento las manos me sudaban, sí, estaba nervioso y ansioso, con el corazón jugando fuerte detrás de las costillas, pero lejos estaba de preocuparme pues ya me estaba ocupando de mi objetivo, así, simplemente caminando llegaría o no a él, pero esa era otra cosa, otro muro de sensaciones que debería atravesar después, ¿después de qué? De llegar, ¿de llegar a dónde? De llegar, tan sólo eso. ¿Lo estaría observando ya o aparecería de golpe y sin aviso? Esas eran las preocupaciones, de ellas quería desasirme, pero a veces esa voluntad flaqueaba, y en esos instantes veía un filo de cuchillo lamiéndome las plantas de los pies, no sé si dije que caminaba descalzo, pues sí, así era. ¿Qué está pasando? Un resplandor, deduje. Se tiran paracaidistas de a miles de un cielo dorado de furia. Los presentes les tiran de todo, desde y hasta. Por ahí un humano silva, creen que soy yo, pero yo no estoy, casi no hay humanos en la Rambla Alpha, casi siempre es un sueño de ríos de carozos y uñas en las puertas, pero en otras ocasiones, la mala pata te hace caer en tiempos de guerra. Toda puerta tiene su portero, y hay porteros sin puertas, aunque es una presencia transitoria, algunos se buscan qué hacer, otros miran, yo espero. Saquenló, esta no es su guerra. También hay hombres nuevos, ¿sabían? Yo expectativa, y está bien, pero me corro, que una bandada de zoquetes, medias, calcetines, pasa sobre mi cabeza. Los paracaidistas, finísimas agujas, aterrizan en las cabezas, en los brazos, piernas, ojos, orejas, en fin, en toda parte mal cubierta del cuerpo de los presentes, y algunas otras se pierden en la alfalfa. La Hastalpertrade luce robusta como un gran Ministerio, construida enteramente en mármol voluble describe en su interior innumerables cavernas habitadas por desconocidos, la Hastalpertrade te tienta por lo peaceful, a lo colina suiza, pero en tiempos de guerra se torna oblicuamente diferente, es el hangar de los zoquetes, medias, calcetines. Lo río de los carozos también cambia en tiempos de ira, el río se hace subterráneo y los carozos fluyen como volcanes por donde se les canta. Las flores dan más avispas y abejas que nunca, se pican las unas a las otras, entre sí y a los presentes. Acurrucate, ¿querés, Alicita? Es una guerra del Nado contra el Nado

El jardín de Nados que se bifurcan

Había perdido la cuenta. ¿Cuántas veces se había mudado de nombre? ¿Cómo es que de Pérez Gandula llegó a Christiano Begood? No es tan difícil: maldita monja. Tanto insistir en el juego, las piezas comienzan a convertirse de carne y hueso y se meten todas juntas por algún hueco psíquico y uno termina así, protegiendo ese rincón de la Hastalpertrade como si fuera el último resquicio de luz, que en cierto modo lo era y justo por eso los habitantes de la Hastalpertrade, antiguo Ministerio del Recreo, no escatimaban miradas de envidia hacia “el repulso” y su pequeño rincón iluminado. Arrojado contra ese pedacito de mundo, acomodando la espalda en ese trozo de viejo gris, acarició la mochila. Dudó un poco, quizá mejor sería ir primero a la foto y después al cuaderno. Levantó la mochila para facilitar el acceso al bolsillo pequeño y una rata de saco y corbata salió huyendo aterrorizada. Le pudo ver los bigotes teñidos de turquesa y supo que había estado indagando. El bolsillo estaba agujereado, pero la foto intacta. Las trenzas cruzando el pecho de Cricrí como cadenas, la sonrisa que no es sonrisa, esa frente donde algo está naciendo iniciándose en los ojos, en los párpados, la mano izquierda, la mano izquierda, ganada la batalla al horror vacui, como todo en la Hastalpertrade. Pensar que hay gente que besa fotografías, parece tan sencillo. Christiano no podía. Quizá porque no había tiempo, Qo·hé·leth estaba al caer y el Libro de la Disciplina no había sido robado en vano. Había costado sus buenos latigazos antes del desayuno y un par de orejas derretidas. Ahora era irse un poco, comenzar el camino de donde se está y "perderse por ahí con vos, librito mío, llevame un poco adonde no sé de qué conversamos, escuchame con atención sugestiva, acariciame el mate que estoy medio tronco y no quiero que me agarren desprevenido los gritos insaciables de Qo·hé·leth convencido de que todo esto es sche'óhl y que nada puede hacer, que no hay nada que hacer y entonces para qué, ah, decime entonces de qué quiere convencerme con su Codex de Aleppo en el sobaco, todo carcomido por las ratas de saco y corbata. Te puedo decir que fue asesinar palabras indiscrimidamente, serialmente, querido librito, viejo amigo. El pelo (que no es el tuyo porque no tenés pelo, viejo sabio mío) tardó en desenredarse del broche pero al fin cayó sobre algo que todavía no comprendo. Quizá sobre sí mismo se fue acomodando en una pausa honda y dolorosa. Porque dolió, porque duele que te quedes sin mis palabras, que te quedes sin eso que en la puta vida aceptarías. ¿Cómo es que lo sé tan bien? De nada me hubieran servido tus ojos. Tu mirada no se agarra y se come y se encaja acá. Estoy en una montaña metida en la niebla y un poco también en la nada. Casi se hace necesario subsistir en lugares sin alma. Puedo decir que los dedos se ven gracias al punto rojo que los orbita de algún modo misterioso. Pero lo misterioso viene del otro lado de la niebla, un halo de invención que te envuelve violentamente. Así cerca es quemado el polvo de la sospecha que te vuelca la cabeza hacia atrás y te sueña con olor a tabaco y a lo que sea que se esté fumando. Recomiendo M en dosis a piacere y en todo caso uno no piensa si ahora está listo o si falta un poco o si tal vez fue demasiado. Sencillamente pasa. Pasa que estás y el mundo se reduce al infinito detrás de una niebla que no es solamente la nube baja ni la bruma ni la desaparición. Acá es donde se vislumbra la maldición arrojada sobre la percepción. ¿Pero te duele el ojo? ¿Qué ojo, me hacés el favor de aclararlo? Ahí no tenés nada, salvo que hayas logrado lastimar el vacío, maravilloso autocanibalismo, ¡oh sumo Jove!, las fuerzas dame de aniquilar toda certeza. Harto de estos dedos que derraman tinta (no me creas, librito, no me creas nada, sólo llevame, perdeme) como baba de niño, años en caer sobre el babero metafísico de Mickey Mouse y Donald Duck besándose en la boca, y la Gorda Ana que se deja introducir la lengua del pit bull hasta la garganta y después le responde quizás por cortesía o pura zoofilia mordiéndole tan tiernamente el hociquito negro y tierno. Qué angustia, viejo, el fruto de la semana en el piso y Ana que por la noche le lava los dientes religiosamente, religiosamente, relinchadamente, dónde irás a parar esta noche, entre cuántas sábanas te meterás y morirán tus sueños de lenguas humanas y menos alimento balanceado. La casa en orden. Mañana digna Lewis Carroll, con Alicia metida en el ojo como una basurita. Mantel en el cuello de la camisa, usá servilleta, todo doble con este tipo, laburo de hormiga estar a su lado. Pero lo tuyo difiere, viene más simple, un ojo te queda o un ojo perdiste, digo esto porque el que te pregunta parece no enterarse cuál es el ojo del problema, como si durante toda la historia de la humanidad el parche de dedos hubiera sido colocado por la víctima sobre el ojo ileso, o en este caso en el que te queda vivo. Macana de locos poblarían el mundo si en vez de tomarse el dedo que aplastara una puerta se tomaran la rodilla, o al salir de la peluquería se peinaran los pelos del antebrazo. ¡Pero que se entienda, que-sen-tien-da!, me grita alguien bien desde afuera como si uno nunca lo intentara, acá, detrás del piano dibujado con tiza en la pared o de cualquier lugar, queriendo entender, intentando levantar las presas del propio cebo, las imposibles millas de quilos de universo sin pausa ni semejanza, acá, de cuclillas sin ser visto detrás del piano que nadie ha descubierto como se suele hacer con los pianos, tecla por tecla, cuerda cuerdo percusión y hay que ser mago o un simple desparpajo de voluntad y... ‘En el que te queda vivo’, en el ojo que te queda vivo, es decir que está, que otro ojo lo ve, aunque tranquilamente me podría haber referido al ojo que no está, a la Gran Cosa Viva que no está, pero en ese caso debería descansar en otro, en el que pretenda deducirme, el que deberá juzgar más vivo el vacío que el ojo que ve sus ojos que lloran porque ven un solo ojo y eso es cosa insensata…"

-Dejad eso y todo, aferrad esto y nada, mantantirutirurán, que los brujos se conviertan en pócimas y los embrujados en poetas. Yo, aquí, los congrego, los aclamo, reunidse en la oscuridad que la luz son ustedes. He hablado pero no he terminado.

"…mierda mierda, librito, Qo·hé·leth, ya sabés, y yo patidesformado, troncomaniatado, pathos pathos, la monja ha reencarnado pa’trá y zás yo en pelotas y no es sueño, dulzura."

Cerebrutalidades del Mandril lunar

Definiciones enciclopédicas:

To-do, to do, todo (?)… Uh, Eh, Un todo (?) ¿Un todo? ¿EL TODO? Codo, godo, jodo, lodo, modo, nodo, podo, yodo, El Aleph, ¿EL Aleph? Big Bang (?), Big Crunch (?), bigger, bigger… Big Bigger (?) Dios (?).

Na-da, na da, nada (?)… Uh, Eh, Una nada (?) ¿Una nada? ¿La nada? Cada, hada, rada, El Ser y la Nada, ¿la Nada? Le néant, carencia de ser.

Contrapunto:

flotar, aer focus

simio, símil homo, nomine absurdum

correr, saltear el paso

Más del cieguito:

Despertó pero estaba soñando, no, en serio, estaba soñando, pero despertó y estaba soñando. La escritura del Dios y El Aleph mienten de idéntica manera el Todo, yo no estoy ciego, che.

Woffer Vaselina Acatar Subsardina se desnaturalizó, se hizo sombra, se puso a gritarse con los oídos tapados, se unificó en dos actos; tomó conciencia de la conciencia y se indigestó concientemente porque lo quiso inconscientemente, jugó a las escondidillas solo y tenía gracia, hizo trampa y se perdió, lo peor de todo es que salió vivo y llegó con veinte años menos, ahora es un tipo importante e imprescindible como cualquiera, si él no estuviera vivo yo no estaría muerto.

El reflejo invierte: colgó del espejo ardiente su estampa nula y lloró al verse frío.

Deleznable abrió la puerta y entró. Su casa estaba azulada, con gozo movió las manos hasta cambiar los focos del living, de la habitación, del baño y de la cocina. En vano los encendió, la casa seguía con su fulgor azul que venía de todas las cosas. Para peor la comida tenía gusto a pintura, toda música se oía como un Blues y todas sus fotos estaban tristes. Al otro día abrió la puerta y salió. Todo estaba nieve.

Un fin, galáctica mirada, una pose singular del ser que perciba a cualquiera, un fin a la vida a tientas para burlar el ocaso con mentiras más creíbles, un giro al borde del abismo, un borde al giro del abismo, un abismo con giros al borde de un ataque de risa, una risa de ataque al abismo, en el final el fin sin fin, pero un fin, un hombre, un fin, un único desarme del ser uno para ser todos los fines, una muerte, un finale, una madrugada, noche, noche, noches, larga vida al largo fin, confín a esta carta oráculo mierda despalabrada, un desparpajo de fin corriendo más rápido que los ojos las letras.

THE STRANGE CASE OF DR. AKLEE AND MR. THORMAN

El gran astro Lunol revoloteaba por el preciocielo como un búho en llamas. Había que ser diestro a la hora de llevar un sombrero y una preferencia. Los dos preferían el lado oscuro de Lunol, el lado sagrado que tiembla en las aguas noctívagas, el lado virgen, el intransitado. “El intransitable”, corrigió Peter Thorman. Sentados de frente, siempre sentados para echar raíces en el pensamiento, como en un espejo uno balanceaba el sombrero hacia la derecha y el otro hacia la izquierda. “¿Por qué fuerza fuimos llamados, acaso?”, se preguntaba John Aklee en el medio de un maritoque, hinchando pulmones, retrayendo la voz. Peter analizaba el mapa Transhumánico con suma destreza, calculaba noúmenos viejos y recién nacidos, descartaba datos y daba por fin con el lugar.

-Es acá, no estoy seguro, pero es acá.

-¿Dónde?

-Muy acá, casi no necesitamos nada más.

-Nada más que qué.

-Que ir.

Mr. Thorman sonrió a lo Mona Lisa y se arrojó el sombrero hasta la nuca. “Pase eso de una vez”. El lado lun de Lunol hacía favores extraordinarios, impagables, se abría el pecho para dejar emerger estrellas desde esa bóveda celeste.

-Será posible, claro que sí, que sólo desde este punto se aprecie el navío de Jasón y los Argonautas.

-Dicen las lenguas salvajes que ahora Ptolomeo trabaja manteniendo el WC de un Argo Navis que ya nadie visita, haciendo en turnos de tres horas señales de luces con un espejito de agua, y que por el otro lado Pieter Dirkszoon Keyser llora con su barco encallado en la δ1 Apodis de Apus, a la espera de no ser visto nunca más. La relación entre ellos es el fracaso.

-Nosotros no fracasaremos, y para eso no hay que desatender la causa, por más absurdo que ya nos parezca.

-No se preocupe, no se preocupe, el Nado será exterminado.

-¿Trajo fuego?

-Aquí conmigo todos los elementos.

-Bien, porque qué demonios, no pienso derramar ni una lágrima al verme frío.

La Voz comenzó a hablar. “¿Escucha eso?”, se dijeron al mismo tiempo. Demasiadas causas. La Voz aclamaba una deserción inmediata. Como no podía ser de otra manera cuando se sobrevive la Plaza Magnolia, los seis hermanos Del Carajo aparecieron del fondo de la fuente Real, ataviados con pieles de gatos, fácilmente detestables todos juntos o cada uno por separado. La Voz dijo: “Rajen”, y lo hicieron. Caminando con enorme precisión y manos en los bolsillos, se escabulleron entre las ramas del Parque de la Atracción y la Eyección, desde ahora Parque Ateón. En el camino cultivaron sueños y catástrofes metafísicas, como era debido. La Voz calló, no era extraño que lo hiciera, en el Parque Ateón descansa como un niño después de un día de playa. M también lo hizo, por puro capricho. Para demostrarle que no había sido olvidada, Mr. Thorman encendió el mapa y la activó como un sol. El lado ol de Lunol tenía competencia.

-Bien hecho, quizá sin querer ha encontrado una forma más sencilla de exterminar el Nado: eliminando cualquier pista, cualquier camino.

-¿Ad augusta per angusta? Not for me, Dr., not for me. Y para usted tampoco, así que no me mienta.

-No lo haré, por eso le diré que primero persigamos lo que se nos está yendo permanentemente, y luego nos trepamos y nos arrojamos haciéndonos los vencidos. Es fácil, le dicen suicidio ontológico ma non biológico. Después reímos y el Nado acudirá a nosotros para burlarse. Allí le asestamos el golpe.

-Poco he entendido, mi buen amigo, o poco he preferido entender. En todo caso, ahora, justo ahora, no nos veo en condiciones, fíjese que se nos han ido tantas cosas que ya parece insignificante. Hay que crear.

-Bueno idea, aquí traje el artefacto.

-Trabajo extraordinario el suyo, Dr. ¿Sabe utilizarlo?

Doscientos años

Su día ocurrido divulgaba preguntas sin contestación, armaduras de su estado imposible, de formas succionándolo por la parte trasera de la posibilidad; un sigilo de demoradas palabras saltaban aguerridas con signo interrogatorio al principio y al final. ¿Dabas brillo al púdrete que castigo pronunciabas por entonación sacada de tu fúnebre desprecio a las carnes que revisten las almas sensuales experimentadoras de lamentables sucesos? ¿Es que el amor que ama la idea no te permite otra conjunción más que la de sentir lo otro como alienación material de tu espíritu? ¿O es tu carne más espiritual que la carne que viste el perro vagabundo de las calles amigas de la noche? ¿Sucede entonces la meditación que muerde tu boca a propender discursos alentadores sobre el destino que por cierto crees no desconocer? ¿O es el mundo algo más que una parte conciente y fantaseada de tu asimilación de la realidad como concepto extrasoberano de tu impaciencia ante lo no ocurrido o lo ocurrido ya y recordado sin la sensación primigenia que lo posibilitó? ¿O es el mundo, ya una proyección de deberes y haceres disciplinados como parte adulta de tu inmadura condición de ser, ya una consagración de tus deseos, ya una fastuosa maquinaria del oprobio de la sensatez e insensatez de los otros, un conjunto de valores coloridos que te delatan en tu condición de ser una carencia, una falta, una pobre actuación de autosuficiencia reflejada en un charco inmundo que es tu posibilidad de abstraerte? Así se fue a hacer las compras. Compró M a buen precio y las respuestas lo buscaron, lo encontraron y lo reprodujeron como los panes y peces, de a cientos, de a miles, y así como fue devorado tiernamente por el hueco, así también quedó algo de él que no fue tragado, y de la misma forma siguió subsistiendo, sobreexistiendo, paraviviendo.

La real ilusoria y verdadera fantasía objetivamente subjetiva con claros signos de certeza imposible del cascote aladrillado y su clave de sol. Ensayo sobre la historia más prescindible del mundo

Se me fue por alguna parte abierta que no entiendo. Ahora no sé cómo era, no recuerdo nada. Pero andaba caminando porque no sé hacer otra cosa y apareció. Me dijo que me acercara, que mi cara era rara. Sé que alguno de los dos se acercó, pero no sé cuál. De lo único seguro es que no fui yo y que no tengo cara rara. Fumamos largas cuadras y luego sentados al borde de un puente de piedras seguramente viejas porque todo es un poco viejo al lado de ella y en estos lados.

-¿En qué piensas?- me dijo en un idioma que no comprendo.

-En nada.

-¿Viste la escultura que está en la calle que hace un círculo y después se va para abajo como los caparazones de esos caracoles marinos?

-Sí, la del viejo con una especie de chupete de tela en la boca- dije y miré el Río Cromolindo pasando debajo de nuestros pies. La Asamblea general decidió ese mismo día poner en mi barca, para solventar el viaje al otro mundo, el signo M a la altura del cerebelo de Caronte.

-Sé que hoy he regresado de algo.

-Ah, sí sí, a mí me pasó ayer. ¿Dejamos ya esto?

-No.

-Yo sí, me están dando ganas de arrojarme. Quizá te pase mañana.

-¿Mañana?

-Sí, mañana, cuando ya no estés conmigo.

-Che, ¿quién sos?

-Sé que soy linda y que entiendes mi idioma y yo el tuyo y no sabemos por qué.

-Yo sí sé, pero no te lo quiero decir, no es importante.

-¿Viste los patos que pasan volando por abajo del puente?

-Sí, ¿y el violín, y la escena de un libro en el puente que está para el otro lado?

-Qué lástima, no lo leí. Creo que me pasa porque vivo en el mismo lugar que el libro. Creo que soy un poco eso que no sale en ningún lado.

-No, nada más te da la sensación. Fijate que yo estoy acá y al mismo tiempo no estoy en ningún lado. Ese movimiento se llama “qué macana”.

Después hubo el movimiento beso, abrazo y huida. Se quedó sentada. No sé por qué debía pararse. Arrojamos unas monedas vaya a saber de qué ciudad al río, nuestra Fontana improvisada lejos de los flashes.

-Qué macana, me parece que algo me parece no hecho.

-Qué macana tu boca y tu puerto que abandono.

-Habrá que hacerlo, qué macana.

-Y, ya estamos acá, los dos, macana gigantesca.

-Pará, enseguida, ahora se me apareció chaicovsqui y un marqués convertido en zar, macana para los dogos.

-Entiendo poco, pero creo que eso no debería haber aparecido, qué macana.

-¿Qué cosa?

Me felicitó por la respuesta y yo sabía, no sé por qué sabía que eso iba a decirme- fuiste barato Cromolindo paseando tu lomo de plateados y lungos faroles para estrábicos bajo los pies de dos intentos de persona que se vieron y se mutaron sin antídotos ni fondos-, pero no se lo dije, no lo hice porque ella también sabía, sé que sabía. Pero el lapsus idiota fue a parar adonde no debía y entonces apareció su imagen devorada por un ser que no podía ser, que no debía- anacrónico manto de flores acrobáticas y figuras marchitas de las cosas hechas por tantos y usadas por uno mismo-. Ahí estaba ese lugar donde confluyen todas las sangres derramadas, todo lo arrojado a aquel supuesto azar. Me miró entre el caos del abandono que produce el alrededor que es siempre tierras lejanas, porque me voy, porque le dije que siempre me estaba escapando de perfumes como el suyo.

-No puedes escapar de mí porque no te retengo.

Sé que soy yo despertando sobre unos senos, esas almohadas que me llevo a todas las ciudades, y que esta vez era en los tuyos donde tus brazos dormidos me retenían en un abrazo que comencé a derruir, lentamente, como usando manteca. Me retenías y era seguro, me retenías y tenía que irme para hacer algo que no sé, que no encuentro, que no entiendo, que es sólo escaparse permanentemente de algo. Y eso te juro que no lo aprendí de la joven suiza que me alcanzó en un baño dorado (¿o era ella dorada?) de algún bar donde entraba apagadísimo el sonido de una trompeta, e hizo lo que debíamos hacer en ese momento, sin decirnos ni una palabra, mientras todo andaba girando y bullendo, confuso dentro de un cuerpo de trapo, es decir, todo en su lugar. Pero yo no te voy a mostrar mi documento, ni te voy a decir de donde vengo, como hizo ella inmediatamente después de que se le cayera su pasaporte del bolsito de tela en uno de esos toscos movimientos para volverse a acomodar toda la ropa (¿o fue cuando buscaba un colín que reemplazara el extraviado?). La cosa es que siempre fue en vano decirte que me retenías cuando yo era el que decidía cada instante y no sé cómo eso puede ser posible, porque en algún momento me pusiste desnuda una línea blanca sobre la mesa de luz y te tuve que preguntar de dónde provenía, una de esas preguntas que se me escapan, que me salen de la camisa de fuerza que me impongo.

-La cagó una latina.

-Entonces sí, porque la de acá es una mierda- dije.

-Te digo que ésa es la latina, la de acá es solamente mala.- Fue después de enrollar una entrada (ahí supe para qué la había guardado en el bolsillo) de una exposición de fotografía y compartir el abundante néctar blanco que me arrojé de espaldas en la cama y vi su reloj dado vuelta. Pensé en la lucecita roja titilando al lado de la palabra “alarm”, y supe que en algún momento ese bicho negro y asquerosamente limpio iba a comenzar a chillar. De repente esperé que fuera después, que si algo más que su cuerpo desnudo encontrando el mío en esa habitación de invierno debía pasar, que fuera después. Durante cuánto tiempo navegamos ferozmente con descansos entrelíneas y marihuana que yo llevaba y siempre llevo y que te alegró, te alegró tanto que el chillido del bicho fue un llamado a la confirmación del momento eterno. Y confirmada también está la gran mentira de la eternidad, porque hubo el sudor frío frenado en seco después del cuarto cigarrillo, y tu bicicleta que casi sale de la habitación llevándote desnuda a tu clase de pintura.

-¿Por qué corno se te ocurre pintar y por qué, por qué, eso de acudir a clases de pintura?

-No te retengo. Además ya es mañana, ¿es que nadie te espera?

-Quien se ha cruzado alguna vez conmigo sabe que nunca debe esperarme. Te voy a robar el libro que tenés ahí y cinco billetes. Vengo de un país de pobres, sabés. Ahora me voy antes que vos. – Creo que fue algo así lo que le dije antes de ponerme toda la ropa y salir corriendo hacia la puerta. Vi que me cruzaba la bicicleta y me arrojé sobre un bloc de hojas finas y largas que sobresalía de su mochila. Me sorprendió un poco haberme quedado con el bloc en mis manos intacto, habérselo quitado limpiamente. Corrí hacia el otro lado de la habitación y me senté bajo la pequeña ventana que daba a la plaza plagada de esculturas. Abrí los grandes folios porque intuí que el daño no estaba totalmente hecho, pero pareció no importarle demasiado. Nunca me había imaginado que esa era mi forma de dormir, ni que tenía pelos en esa parte del cuerpo, ni que mi baba cubriera las sábanas.

-Es sangre blanca- me dijo.

-Yo no duermo en esa posición, es imposible, si hubieras visto lo que soñé anoche lo entenderías.

-Si tú hubieras visto lo que yo soñé anoche lo entenderías.

-Si este garabato es un sueño tuyo, es demasiado simple, tu profesor de pintura te va a desaprobar.

-No es para la clase, es para ti.

-Te lo estabas llevando sin dármelo.

-Sigues sin entender mi sueño. Los cinco billetes están en el cajón de la cómoda, tengo que irme.

-No quiero que me digas dónde están, los quiero robar.

-Quizá haya más de cinco billetes.

-Yo soy el que me voy siempre, ya te lo he dicho. Mi sueño es la parte de atrás de este cuadro, todo lo contrario de donde hay algo.

-Pobrecito, siempre con las manos vacías.

-En las manos están las palmas de las manos.

-¿Y en las palmas de las manos?

-Tu futuro.

Juro que fui el segundo en reír, casi cabeza a cabeza llegamos a esa meta donde los brujos festejan con pócimas prohibidas y jugos corpóreos. Un aquelarre amargo a falta de huída, pero ¿qué huída, cuál acaso es la que debe producirse a cada instante? Porque cambiarle el nombre a los ríos y ponerle Cromolindo por ejemplo, ¿qué es? O el Ponte Vechio a nuestras espaldas de aquel otro puente: fue un puente de París en un libro que hicieron película y se derrumbó como el mismo puente. Pero el Ponte Vechio tenía violín, y yo se lo había comentado a ella sin siquiera escucharlo ni agregarle la guitarra del que tocaba Lucky y que seguro ella conocía y no me dijo eso porque pobre pibe, está de pasada, se nota, eso lo ve cualquiera, el dúo de guitarra y violín en el Ponte Vechio haciendo temas hasta en ucraniano, si sólo se dignara a mirar por el ojo de las puertas de hierro hacia dentro de las tiendas, ahí al lado tendría a los alquimistas trabajando en las sombras, flameando sus instrumentos en el fondo de la oscuridad, al lado suyo, pobre pibe, qué macana, espabila que a los músicos los puede ver todo el mundo, ragazzo. Espabilá vos que estoy insaciable, hacé inexistente el mundo de una vez, detengamos un poco la furia, en eso te ayudo, paremos al hombre en seco que ya ha caminado demasiado al pedo.

-¿Cómo lo hacemos?

-Sabía que me ibas a ver por donde nadie puede verme.

Pero me fui, lo que iba a decir como siempre me golpeó en la nuca y me arrojó a la perdición. No hay concentración en mí. No ilación. ¿De qué sirve? La concentración supone una concatenación de sucesos interrelacionados que debería, debería, producir un “hecho clímax”, el final de la concentración es la percepción suprema que siempre dejo escapar porque quiero. ¿Porque quiero? –mira al flautista y no lo pierdas de vista, síguelo que seguro nos lleva a un sitio seguro y maravilloso-.

-¿De qué libro me hablas?

-De ese que tenés sobre la mesa de luz.

-¿No vas a contestar a mi pregunta?

-¿A cuál de todas?

-¿Cómo lo ha-ce-mos?

Cómo cómo y más cómo y cómo decirle la verdad, que odio las formas y que mi decisión es responder a su pregunta utilizando otras formas. Demasiado fácil es ver en mí a quien no da respuestas, pero deberás buscar, porque las formas de mis respuestas no corresponden a las formas de las preguntas, nena. Escultor de palabras, me dijo una vez un idiota y le rompí los dientes. Después se levantó todo ensangrentado, gimiendo como si el aire no pudiera pasar a través de la sangre que le salía de la boca. Bruto, me dijo, brutísimo, no me dejaste decirte que sólo hay una clase de escultores de palabras: malos como su puta madre. Luego fue tan fácil, ahí de cuclillas y completamente indefenso, que la nariz pareció estallarle sola, sin necesidad casi de tocarlo con mi rodilla. No me interesa esperar un ringside, ni avisarle a nadie que pienso destruirlo antes de hacerlo. Entonces vos, bonita, ya sabés, simplemente dedicate a destruir todo que así no se puede fallar. No te preocupés por destruir algo querido, no existe tal cosa.

-Mira que hay que querer destruir.

-De que me hablás, sólo te digo que dejés de reprimirte.

-Eres aburrido, esclavo, muy aburrido y ciego y no ves que no estoy, no ves que es mañana.

Entre {} no hay =es, (¥ considerando y utilizando los mismos {}). No se considera válido cuando no existen letras entre 2 {}, es decir, el espacio en blanco. Se toma sólo la letra en relación a su contexto o mejor hagamos una cosa: usted y yo hacemos lo que queremos que siempre es más fácil pero más difícil para el otro

El banco sfd{l}{lñ{ñlsfdñl{}dsafsf

l{fs}ñlfdñs}fñl{ddsñf{lfl}afsñd{lasñd{lfs{ñldflfas{f{ldsñfd{ñsl{ñlfdsfds{ñls{flsñd{s{fld{slfñds{}fls}{dñflsñd{}flds{ñ}lfsñd{}lfds}{lfñdsdf{ñlñ}fsdllfds}ñfdsñl{fdsñffdsñl{ñfds{lfdsl{ñdsflñ{{ñlfdsfds{ñlfd{ñlsfdsñl{fdsñlfds{ñlfds{ñlfds{ñlfñl{dflds{ñfds}{ñsdñfdsfl{}dñl{fdñ{sdsf{ñld{ñsfls}fl{dñlffs}{fd{ñlfs{dfñld{sñfsdñlfd{ñsdñ{l{sñdlfdñ{f{{sds{ñlfd{}ñslfd{ñd{ñlfs{ññd}d{ñfls{dññdsl}{sfds}{ñdlfds{}ñfd{sdñlfsd{ñsd}{ñflsd{}ñflsd}{ñflsd}{fñlsd}{fldsfñ{lfdslñ{ñlfdñd{sñlfds{ñlfñldsf{ñldsf{ñlsdf{ñlds{ñlaa{ñssadl{ñsd{ñla{ñldfssfdñl{ñlg{ñlhjkhglkjña}d}ñ{fdñ}lflñ{fglñ{glñgfñl{gñlgflñ{fd{ñl{ñgf{fgfdñd{ñlg{dñlgñgddfdl{ñfd{ñlf{ñlg{ld{ñlgf{ñlgf}ñlgf{ñlf{ñll{ñffl{ñddl{ñff{ñlg{ñlgfñllglg{llfñlfdñllgdgldñ{lglñg{ñlñl}ñdlñs}{dg{ñlg}{ñlgfñlglñ{gf}ñl{ñlfg{ñlg{ñl ññl{ldñlgñlñlñldlgñggglglg{sñfdlgg{ñlf{ñdf{ñlgdfd{ñl{ñdflg{ñllggñfsd}{ñfl{dfñg{ñldf{ñlgg{ñlfd{ñgñfdl{ñdgslg{ñlsdg{}ssg}lgsfñgñdf{fñd{fd{ñgls}sdfñ{gd{fñgl}s{ñdflgg{ñlsdf}{ñ{fñg{g{lg{fd{d{f{ñdfgñlg{ñlfdgfñl{ñlñl{ñlf{ñlgf{lñgññgfñ}l{gfllglñgds}lñgñlgf{ñl}gflñlgfl{ññ{lgfñl{lñgfñlñlgfñlgf{

La Rambla Alpha otra vez

Cumplía la memoria de sacar el humo por las costillas y just M había un solo de aplausos que marcaba un ritmo jazzeado con las patas que te bailaban para allá, para adelante y nada más que subyugarse a lo pleno en medio de una cancha de calles y caretas, el muchachín que vendía boletos le dio tres a un fulanito con dos morochas, la de la izquierda era Cricrí, la de la izquierda, Erna, que ni bien empezaron a subir la cosa los puso locos por sus frentes barrían tantas cosas, un finito mundo de peros no se resistía ya avasallado por la cantidad, y es así como el bueno de Saterna, ese fulano, dándose gritos de aliento logró alcanzar el ojo del Cíclope para abrirlo tiernamente, mientras Cricrí le pintaba las uñas y Erna le retocaba la barba, pienso que el Cíclope se dio por satisfecho a la enésima exageración de Cricrí que le había pintado un paisaje de otoño en la uña del pulgar, y dio dos pasos hacia atrás, que en la Rambla Alpha hay que multiplicar por el coeficiente de patrones extraños que presente el sujeto en cuestión y eso da veintinueve pasos calcúlese más o menos del tamaño de un Mamut, y ya Saterna estaba pidiendo a las chicas que se den la vueltita por el puente así pasaban a la otra orilla en donde Saterna se ocupaba de reestablecer un pequeño caos entre serpientes y sotanas, trayendo entre sus manos un bonsái con un hilito colgando al que dejó reposar en medio de la contienda, y las serpientes fueron con las serpientes y las sotanas con las sotanas, era un símbolo incapaz de ser resistido ya que para ello habría que descifrar la totalidad sin marcos ni puntos de observación, vacuo intento, y ya tanto Cricrí como Erna tejían hermosas escarapelas de color violeta y amarillo, animadas por el contraste, y todo era horriblemente fugaz que se pasaban el tiempo esperando la siesta que vendría a juntarse en los árboles, pero antes unos mimos a Saterna, que dichoso y elocuente se expresaba:

durante albas olores tierra

ennegrecen las almas

los rituales sóticos

de cuenta perfecta.

Pero ves aquí,

sólo un tumulto atragantado de relojes que ordenan,

que cantan,

que hacen bailar al hombre nulo,

mostrándole la sopa

a la hora de la sopa

y ocultándole lo demás

que vendría a ser un sanísimo no entendimiento abrasivo que subyuga las mentes atrevidas.

Sí, lo sé,

te sufres,

basta ya.

Al futuro cocinero intelectual

Así comió Zaratustra

No hay nada como el descubrimiento de una obra desconocida de un gran pensador para provocar un gran revuelo en la comunidad intelectual y hacer que los académicos vayan de acá para allá a toda prisa, como esas cosas que uno ve cuando mira una gota de agua por el microscopio. En un reciente viaje a Heidelberg para procurarme unas raras cicatrices de duelo del siglo XIX, me topé precisamente con un tesoro de esa clase. ¿Quién habría pensado que existía el libro Sigue mi dieta de Friedrich Nietzsche? Si bien su autenticidad podría antojarse un pelín sospechosa a los puntillosos, la mayoría de quienes han estudiado la obra coinciden en que ningún otro pensador occidental ha estado tan cerca de reconciliar a Platón y el dietista Pritikin. He aquí una selección.

La grasa es una sustancia, o la esencia de una sustancia, o un modo de esa esencia. El gran problema se plantea cuando se acumula en la cadera. Entre los presocráticos, fue Zenón quien sostuvo que el peso era una ilusión y que por mucho que comiera un hombre, siempre sería sólo la mitad de gordo que el hombre que nunca hace flexiones. La búsqueda del cuerpo ideal obsesionó a los atenienses, y, en una obra de Esquilo extraviada, Clitemnestra rompe su juramento de no picar nunca entre horas y se arranca los ojos al tomar conciencia de que ya no le cabe el traje de baño.

Fue necesaria la mente de Aristóteles para explicar el problema del peso en términos científicos, y, en un fragmento inicial de la Ética, declara que la circunferencia de cualquier hombre es igual al contorno de su cintura multiplicado por el número pi. Esto bastó hasta la Edad Media, cuando santo Tomás de Aquino tradujo al latín unos cuantos menús y se abrieron las primeras marisquerías buenas de verdad. La Iglesia seguía viendo con malos ojos eso de salir a cenar, y el uso de aparcacoches era pecado venial.

Como sabemos, durante siglos Roma consideró el sándwich de pavo abierto -un canapé avant la lettre- el colmo de la vida licenciosa; muchos sándwiches fueron obligados a permanecer cerrados y no se abrieron hasta la Reforma. Las pinturas religiosas del siglo XIV representaban al principio escenas de la condenación en las que los obesos vagaban por el Infierno, castigados a una dieta a base de ensaladas y yogur. Especialmente crueles fueron los españoles, y, durante la Inquisición, un hombre podía ser sentenciado a muerte por rellenar de cangrejo un aguacate. Ningún filósofo se acercó siquiera a resolver el problema de la culpabilidad y el peso hasta que Descartes dividió en dos mente y cuerpo, para que el cuerpo pudiera atracarse mientras la mente pensaba: "¿Y qué más da? Ése no soy yo". La gran duda de la filosofía sigue sin solución: si la vida no tiene sentido, ¿qué hacer con la sopa de letras? Fue Leibniz el primero en decir que la grasa se componía de mónadas; Leibniz hizo dieta y ejercicio, pero nunca se libró de sus mónadas, o al menos no de las que se adherían a sus muslos. Spinoza, por su parte, cenaba frugalmente porque creía que Dios estaba presente en todo, y resulta intimidatorio engullir un bollo si uno piensa que está echando mostaza a la Causa Primera de Todas las Cosas.

¿Existe relación entre una dieta sana y el genio creativo? Basta con fijarse en el compositor Richard Wagner y ver lo que se echa al coleto. Patatas fritas, queso gratinado, nachos: Dios santo, el apetito de ese hombre no tiene límite, y sin embargo su música es sublime. Cosima, su mujer, tampoco se queda corta, pero al menos sale a correr todos los días. En una escena extraída del ciclo del Anillo, Sigfrido decide salir a cenar con las doncellas del Rin y, heroicamente, devora un buey, dos docenas de aves, varios quesos de bola y 15 barriles de cerveza. Luego le traen la cuenta, y no le alcanza. Aquí la conclusión es que en la vida tenemos derecho a un acompañamiento de ensalada de col o de patata, y debemos hacer nuestra elección sumidos en un estado de terror, con plena conciencia de que no sólo nuestro tiempo en la Tierra es limitado, sino también de que la mayoría de las cocinas cierran a las diez.

La catástrofe existencial de Schopenhauer no residió tanto en las comidas como en el picoteo. Schopenhauer despotricaba contra el hábito vano de andar picando cacahuetes y patatas fritas mientras se realizaban otras actividades. Una vez iniciado el picoteo, sostenía Schopenhauer, la voluntad no puede resistirse a seguir, y el resultado es un universo lleno de migas por todas partes. No menos desencaminado iba Kant, que propuso que pidiéramos la comida de modo tal que todos pudiéramos pedir lo mismo, y así el mundo funcionaría de una manera moral. Lo que Kant no previó es que si todos pedimos el mismo plato, se entablarán disputas en la cocina para decidir a quién le corresponde la última lubina. "Pide como si estuvieras pidiendo para todos los seres humanos de la Tierra", aconseja Kant; pero ¿y si al vecino no le gusta el guacamole? Al final, claro, no hay alimentos morales, a menos que consideremos como tal el humilde huevo pasado por agua.

En síntesis: aparte de mis Crépes Más Allá del Bien y del Mal, y del Aliño de Ensalada La Voluntad de Poder, entre las recetas verdaderamente extraordinarias que han cambiado el pensamiento occidental, la empanada de Hegel fue la primera que empleó sobras del día anterior con implicaciones políticas significativas. Las gambas salteadas con verduras de Spinoza pueden satisfacer el paladar tanto de ateos como de agnósticos, mientras que una receta poco conocida de Hobbes para costillas de cerdo adobadas a la barbacoa sigue siendo un enigma intelectual. Lo mejor de mi dieta, la Dieta Nietzsche, es que, en cuanto se pierden unos kilos, ya no se vuelven a recuperar, lo que no ocurre si se sigue el "Tractatus sobre las féculas" de Kant.

DESAYUNO

zumo de naranja

2 lonchas de beicon

profiteroles

almejas al horno

tostadas

infusión

El zumo de naranja es la esencia misma de la naranja puesta de manifiesto, y con esto me refiero a su auténtica naturaleza y a aquello que le confiere su "naranjidad" y le impide presentar un sabor como, por ejemplo, el del salmón al horno o la sémola de maíz. A los devotos, la idea de desayunar cualquier cosa que no sea cereales les provoca ansiedad y temor, pero con la muerte de Dios todo está permitido, y pueden comerse profiteroles y almejas a voluntad, e incluso alitas de pollo.

ALMUERZO

espaguetis con tomate y albahaca

pan blanco

puré de patata

Sacher Torte

Los poderosos siempre almorzarán comidas suculentas, bien condimentadas con salsas pesadas, mientras los débiles picotearán germen de trigo y tofu, convencidos de que su sufrimiento les proporcionará una recompensa en otra vida, una vida donde las costillas de cordero asadas causan furor. Pero si la otra vida es, como yo afirmo, un eterno retorno a esta vida, los sumisos deberán cenar a perpetuidad a base de escasos carbohidratos y pollo hervido sin piel.

CENA

bistec o salchichas

patatas y cebollas doradas a la sartén

langosta thermidor

helado con nata o porción de pastel

Ésta es una cena para el Superhombre. Que los que viven angustiados por los triglicéridos y las grasas saturadas coman para complacer a su pastor o a su nutricionista, pero el Superhombre sabe que la carne veteada, los quesos cremosos, los postres suculentos y, cómo no, muchos fritos es lo que comería Dionisos, si no tuviera siempre resaca y vómitos.

AFORISMOS

Desde el punto de vista epistemológico, hacer dieta es discutible. Si todo lo que existe está sólo en mi cabeza, no sólo puedo pedir cualquier cosa en un restaurante, sino que también puedo exigir que el servicio sea impecable.

El hombre es el único ser capaz de no dejar propina al camarero.

(Extraido del libro "Pura Anarquía", de Woody Allen)

Salsa Spinoza con colibríes pequeños a la Gasset

El único instante para saber lo que pasa y se pierde, así como así se esfuma, señores, y no hay una puta respuesta capaz de dejarnos mudos de certeza, y sucede que hemos pisado el sorete de algún no digo perro y nos frotamos la mejilla y con cejas arqueadas decimos, “no puede suceder esto, voy a tener que deshacerme del cuerpo de alguna manera”. No obstante parece que no hay duda, y en efecto, se trata de limpiarse de alguna manera, de la misma manera en que se trata de desconocer el hecho de que el instante ha sido capaz de impedirnos la marcha hacia el siguiente no saber de la existencia de uno mismo, de un uno mismo, y como no podemos resistirlo, nos alejamos cada vez más de la pisada en falso, de lo que quedó de aquel sorete que ahora es esa pasta en un sector rectangular del parque. Y no han sido cubiertas de polvo nuestras huellas, los pasos, olorosamente visibles, hacen una curva, zigzaguean, nos siguen hasta nuestros pies, “¿y quién ha pisado hasta serme aquí?”, cosa que delata y da nombre a eso que usted es en ese determinado instante. No puede uno percibirse con los sentidos puesto que acarrearía infinitos problenómenos (ej. en la mayoría de los casos no por oler a mierda usted es una mierda), habrá que hacerlo desde lo mental, para así dar muerte al preguntar insidioso. Largos resúmenes hasta que nos damos cuenta de que estamos sentados sobre un hormiguero, se nos ocurre gritar: “¡Mártir, te han clavado a la luna!”, y eso no puede ser lejano relativo al cosmos nulocéntrico. Volvemos al yo, a la cosa que delatan las hormigas, para después perdernos con la mirada. Ella no tiene miedo se deja andar entre los canes. Desde varios sentidos esto es verdadero. Caballos desaforados salen de los troncos de algunos árboles. También es verdadero. Miramos cómo caminan, demasiados símbolos circundan su alma no está relajada porque a veces dejo sin respuesta, le dejo el reproche, me reprocha, lo reprocho, nos reprochamos. Luego de miradas van y vienen arriba una conclusión, quelque chose; es el hastío el que ha posibilitado tal cosa. Lo llamamos taedium, y para que suene más bonito, le agregamos vitae. Así como se nos ha ocurrido sacudirnos las hormigas, sacar los pies de los zapatos, armar una rumba, pisamos la pasta del sorete, pisamos el hormiguero, pasan las moscas, ¿quiere comer una?

el cuerpo mutilado en el bosque no entiende de árboles

tan clariforme iba el hombre sin ser asesinado todavía por las feministas que querían ponerle humano que tuvo que adentrarse en un sonido que venía más allá de cualquier objeto. cierto es que te aciertas al referirte a la certeza como una cereza sin carozo, pero entonces ponele sin corteza o dejala nomás en caroteza que da lo mismo porque si hablamos de bosta hablemos en serio. hoy la palabra es un dios que hay que corregir con un poco sus propios mártires psicológicos espejados que estudian patología en los lagos amarillos de hule. entonces uno se dice: aclaremos la mente que si no este gusano fenomenológico nos preturba con su cuerpo verdoso y su baba azabache. fijate <-no vos, eh, sino vos-> que te hacés glorieta en un mundo antivos donde lo peor siempre van a ser las palomas antivos, porque los otros, lo que se dice los otros van a salir en tu defensa cuando el mantel esté bien colocado y usés la vajilla nueva o en su defecto la lamida por los perros con lenguas nuevas gracias al cirujano plástico jetdog que los deja impecable y por sólo cuatro riñones de tu cuerpo. tranquilo, papaito, que hoy cenamos piedras y todos contentos, nos hacemos bosta por igual y después de un tiempo de fermentación comienza a emerger el gusano que a veces es un poco serpiente y se enrosca en el cuello y no deja salir lo que de verdad querías decir. ¿vosta nbienloperci bís?

Hoy opina en nuestro programa el filósofo-astrofísico catalán especializado en maternidad cósmica: Joan Nervou

El libro perfecto vendrá cuando dejemos de hablarnos Ahí llegará, cuando el único medio sea el abastecimiento en los subterfugios. Porque nadie, NADIE, es capaz (¡NADIE!) NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NADIE NA-DIE NA-DIE NA - DIE, nadie, decir algo, de transmitir elfasd´ñjikhfañojihsdñojlfhñjhjgñjasdñljghñlajsdhgñfljadsfñljnñasdjfñljknñasldjnfñljnsdañfnñnsdfñlnañfnkldsnfñnañdskljfnñlksdnfñnasdfñsdañfjdcjjdnsñkncnacsñdnjChau chau chau chaucc hccua chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chua chau chau chau chau chau chau chauchuachuachuau h u hcuahuc hu hcuah uchau huchau huchacunoi ni nin in i ni ni n non ono no no on ochau chau chau chau chau chau chau chau chau chau chauchauchauchuachuacauchauuhcua chuachuahcua non o nono nononon o non on o no no no nono no no no no o non on n no ono ono on pùedo p nninikncnik chau chau chua hcua hcua por favor chau hcau chuachu chua ahora pido por favor ahora ahora hoahroa ahora haohroa ahorroah ahora haorhaoa aohroa hroahroa hoahroaroah aohro hoarho aohroa hora hora ahora hoao hohoa hoohaoh ohoahoh oa a a a a a a a a aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa chuaa hcuaii chua chua. Perdido estánm, los maldigo, perdidos, perdidos, los aborrezco y nada puen hacer para hacerme cambiar de opinión nn cretinos, malnacidos, dónde están sus padres que les enseñen un poco de modales yo serés sus padres y todo ser que los haya creado seré su creador porque los odio y me molestan y yo los destruiré con todo el poder que tengo chau chau chau chau chua hcuah cuah no puedom, conotrol control control control comtrocl control control control estás teclenaod estás tecleando, estás moviendo los deos dedos tecleando en esta mienreda que seles parece tanto tanto pero tanto que se hablan entre ellos en un bar mientras otros los más iméciles de todos estan leyendo porque se creen que eso lo han escrito ellos mismos y no saben que el mismísimo demonio es quien los poseyçó o que son los demonios que me atormentan porque yo estoy ahí y no me puedo ir de ese infierno mientras se hablan se hablan se hablan se besan se dicen cosas QUÉ COSAS SE DICEN ENTRE ELLOS ¿QUÉ LE PUEDE DECIR UNA PERSONA A LA OTRA MÁS IMPORTANTE QUE LA ÚNICA COSA QUE YO LE PUEDO DECIR Y QUE LOS DEJARÍA LIBRES A MIS PIES? Eso quiero, apoderarme de sus almas, agarrarlas, masticarlas, pasármelas entre los dedos, colgármelas al cuello como un tapado de piel, meterme invisible en sus dormitorios en las camas de las mujeres y meterme en todos sus orificios y chau chau chau chau chau y aotra cosa que es la misma porque siempre ahay alguno que habla que habla habla y quiere decir algo pero yo lo perseguiré le sacaré la cabeza y la tiraré al inodoro, quedándomo con su alma su alma que mete´re en la heladera apagada para que se pudra porque sé que aman el frío, que subsisten en el frío, en la esperanza, en la fe, en todo eso que maldigo y que les arrancaré como la ropa a sus mujeres violadas frente a sus ojos, me mirarán y sabrán que soy yo y nadie más, yo nadie más quien los meta en la bolsa, quien los hunda bien hundidos en la tierra para que no se les ocurra germinar. Odio tengo y odio doy porque odio recibo en sus formas de existir, la putsf madritie qque los pariú.

prueba 1 realizada: funcionamiento óptimo de sus funciones

¿ve qué fácil es utilizar la máquina? el boicot al Nado. mal humor por doquier y las piedras son más piedras que nunca. las preguntas son más preguntas que nunca y el sodio más cerca del cloro que nuca y ojo con los ojos al acercarse porque quema e irrita y no te lleva a surcar los mares de vientos. (já, mares de vientos). aunque a decir verdad uno llora con sólo acercase a la tabla periódica, no hace falta mucho más para esa gran cebolla. alguien sabrá. (¿yo escribí “alguien sabrá”? alguien sabrá, volví del baño y ahí estaba, qué se la va a hacer). igual podemos jugar un rato más con la maquinita y sus variantes que no son pocas. aunque usté, 34º y otros que no nombro porque si no el gusano y su baba azabache ya se sabe, tendrá que tener cuidado con eso de que el intelecto no se puede caer del caballo. ahora iba a comenzar diciendo “la indispensabilidad”, pero mama mía, me dio terror. te subyuga la manera y la forma y eso está bien porque los surrealistas también la tenían, entonces si los surrealistas la tenían… pero otras cosas también te gustaron y entonces si esas cosas las tenían… si seguimos así lo único que vamos a poder decir va a ser con el lápiz dado vuelta. puede ser uno con goma, eso a elección suya, máximo señor de sus movimientos. pero si el lápiz no tiene goma… bien, entonces si tomamos indispensabilidad como el alma del supermercado podemos decir que uno se queda en la puerta jodido y jodiendo porque ésta no para de abrirse y cerrarse según su conveniencia láser. ¿habrá que buscar un poco más atrás de lo que siempre digo? pero no te vayas tan atrás de lo que digo que hay trampas para oso en este bosque (qué lo parió, no hay caso). en fin, que ya no me queda paciencia y esta lágrima (¡por qué tiene que intuir siempre que la lágrima duele! ¡es una gotita!) no termina de caer nunca y el piso está duro y puede lastimarse. sefiní dijo el francés en su rancho de Trenque Lauquen y se tiró un pedo para espantar los pájaros de los cultivos M porque los espantapájaros de hoy en día tienen… (já, es increíble).

La mierda como fenómeno trascendental

Lo trascendental, tras-cen-den-tal, ¿la transformación de algo material para invocarlo? No, mjmjmjm, no hacia un objeto, sí hacia un sujeto, tras-cen-den-tal, lo que equivale a un mojón atascado en el inodoro. Ayer por la tarde trascendí de una manera… hoy ese mojón sigue allí, se ha quedado como mi trascendencia, todo el que entra a mi baño sabe que ese mojón ha sido señalado por mi culo, pues bien, ni me molesto en tirar la cadena, lo que te trasciende te trasciende más allá de las cadenas, no se trata aquí de lo bueno y de lo malo, se trata del tamaño mismo de lo trascendental, no son nuestros huesos trascendentales, lo existencial radica en un montón de mierda, demasiada mierda para un inodoro. Mañana ese mojón seguirá allí junto a otro mojón, pero no habremos trascendido dos veces, la calidad es la misma, se resume la materia, la cantidad, no el tamaño, es lo que importa, por eso digo, no trasciendo dos veces, sino que lo trascendental aumenta de tamaño, pero hete aquí que ya no importa que el tamaño de lo trascendental aumente puesto que ya es trascendental un solo mojón, el otro viene a asegurar mi trascendencia. Así, al resguardo de ese segundo mojón me veo trascendente hacia el futuro, por más que a alguien se le ocurra tirar la cadena no podrá con dos mojones, y así me veo libre en la trascendencia, pues mi voluntad me ha asegurado la trascendencia. Ahora bien, puedo trascender hacia otros inodoros, si así lo indicara mi deseo, pero estaría coartando la libertad del otro como negatividad de la trascendencia de mi prójimo. Si otro dejare en mi baño un segundo mojón, mi trascendencia quedaría contaminada con la trascendencia de ese otro. Estaríamos ante la siguiente situación: “mi trascendencia no es pura y por lo tanto no está asegurada por sí misma, depende de lo trascendental de un tercero”. Esta trascendencia mixta significa un gravísimo inconveniente para la realización de la libertad de trascender en un inodoro, vemos cómo mi trascendencia, lo trascendental en mí, depende enteramente del mojón de un tercero que ha obstaculizado mi propio atoramiento del inodoro, y es probable que ese segundo mojón no me permita observar lo trascendental en mí, la causa primera de mi trascendencia ha quedado impregnada de falsedad, puesto que existe la posibilidad de que mi mojón corra libre hacia las cloacas, pero con el mojón de un tercero esta posibilidad me ha sido negada. Por tal caso obtendríamos lo que se llama un acto de mala fe, pues el otro no pretende su propia trascendencia, sino que la plantea en tanto que existe un mojón que obstaculiza por sí mismo el inodoro, el otro pretende asegurarse su trascendencia con mi propio mojón. Para culminar, Yu cu naretá, Yu cu rajá, Mu ru tu naraisola, Du cu naretá, Arayay marca e soletí, Ubayé ubayá, Du cu moringa, Des deseo ubayé, U tu subayé, Opro tore mareyá, E ke fume bayí, E ke moriyá, Ibi subí, Oh sí que subí.

Un salvaje de tipo que se endemonió llegó a ser bastante pirulo escribiendo a sangre lo siguiente:

Amanece la boca se abre caben las navajas a cortar lenguas desnutridas de habla por sus dientes rotos a portazos en la jeta a las víctimas se las tajea por lo bajo en los talones así van dejando las huellas al matadero del tufo a muerte ¿has olido la muerte con sangre metalizada te ha subido eso a la cabeza mareándote el elixir de la podredumbre? Como sabés y no te rezonga el deseo de cortar aortas para ver bullir nada más que eso las caras de tu temor fascinadas a lo loco me besan les toco la frente con los labios y ahínco los dientes que resbalan la frente y despellejan luego más profundo los maniatados no se resisten vuelcan las sillas gritando fuertemente lo siniestro es el aleluya de los diablos pactados a muerte por sobre todas las cosas los ojos esa esclavitud circular deleita a más de uno con sólo introducir el filo y punzar la órbita todo parece haberse transformado en la mejor de las fiestas que ni Ducasse pero eso de dejarse crecer las uñas y afilarlas viene muy bien a lo hora de arrancar lunares ya no sos dueño de lo que sos duro y a la sombra darle una probada a lo que has hecho lo has preparado estupendamente qué cena que están por ser hervidas las vísceras lo mejor es vomitar cuando no podés más sobre el cuenco de la axila y tirar con los dientes de los vellos que allí se asoman embarrados de lo que a tu estómago se le ha antojado expulsar…

Carlos “Barrabás” Orzáis

San Nicolás, 1934

(Extraido del Libro “Los criminales y sus ritos”. A. Basserlack)

Ambientolocación de lo plenivástago

Petrinho pureso sinwith uan faccia hipoaguerrida alle suceso. L’homme marchant parmi the sustancia, pour shout en un susurro apagado: Je suis tellement heurex! It’s a proper maniataway of de infect-apreciação, estética trascendental del essere Aufgehoben. Adesso, apriascolta, hominum satiricum, je te digosplit che non è la stessa inánimathing la paùra kelo’pauvre de tu autre antisistémico pesar, tout senza Einsichten. Inquietação, ele tiviesse pôsto una guère partout, une belle chanson called “Gangway” en el centro del happening-substantia phaenomenon, calideiscopiando su propio nibil ulterius, a little bit ens rationis per gli acusaglorias y magnitudes plenas. U’ll realised in nonaltroquestoinstante tâche ignava ratio. Ens imaginarium es le luce de nonours percepciones nulls en gli imperothers instantes, antimistéricos nogloses ni desgloses que ci trans-forman behind cuasitheirs soggy’s peau senza clariluz, papillon ensartada per notre vertu en un rectángulo de caucho escombro, inscripto así en la venerada preocupación: Je le veux et je l’aurai, je suis l’etat, i’m not in it.

Superhombre superstar

El borde, inofensivo desastre, mueca tras mueca, se abre. Un sol distinto, con abreviada distancia, se agacha. Desde hoy, tal vez mañana, hubo renacido el hombre, cosa extraña si se la mira como se admira la caída de un meteorito. Este hombre huesos-piel-sangre-baba-catalepsia miente, sobre el verdor de su lengua se resumen los largos paraísos de inconciencia, de vello angelical sobre los hombros ungidos al vértigo de una posición elevada, de fuegos indolentes que consumen su carne insensible, de fuego como palabra que reúne lo tóxico sobre la mesa limpia. Dos brazos que nutren salvajemente el deseo de traspasar la mente con tactos de dominio febril, aniquilan las formas con tamaños imperceptibles de sensaciones voluminosas. Una cabeza erguida que salva al placer de ojos que duran en las cosas la misma cantidad de tiempo que las cosas duran, una boca que hueco entrante da salida a la náusea que se impregna en el espejo, todo lo que ve se extingue, sigue derecho el camino hacia la nada. Las piernas, furtivo ámbito de la traslación material, acumula en sus gemelas la atrofia blanda de su neutralidad ante el cambio. La cola ensaya ser un miembro útil, pero para su propio asombro, sólo le basta surgir del colofón de su puñado de vértebras para borrar todo propósito, ese apéndice está hecho para ser pisoteado.

Venís tan cierto

Me llamo Erdiskedián, soy otro, tengo diecinueve nombres más que no te voy a decir, qué importa, para vos soy E, para vos soy otro. Un día transcurre en una bolita azul que yo colecciono, el tiempo inerte sucede entre el pensar furioso y el devenir impuesto, cosa dada sin oficio a este experimentador del caos que adora nombrarse yo, que adora la circunferencia infinita de la bolita azul, sus lados sin dobleces y sin puntas, su metaforma que acaso es lo único que importa. Voy ahogado al encuentro con las cosas, me ahoga el sigilo de mis pasos que siento huir en todo momento de mi estampa, ese esto a lo que le pongo ropa mas por costumbre que por pudor, no siento pudor por la fatiga de la piel o por los nutridos canos cabellos que me adornan, no puedo sentirlo por algo que simplemente es. Lo frágil está en la mirada quebradiza de los otros, que van reconstruyendo su madeja de a trozos delgados de imágenes del ser visible que escapa sutilmente a lo cierto del caso, yo no le pongo nombre a la mezcolanza de emociones que ilustra un rostro de temor o de asombro, pues no es ni temor ni asombro lo que percibe ese ser detrás de la imagen; ese ser detrás experimenta los fluidos corporales y nada más, pero siente otra cosa, un más allá innombrable que lo oculta furtivamente de su oponente, de su ser para los otros. Y como no está en el mundo sino que está más allá del mundo, dudo en llamarlo alma precisamente porque la palabra designa, la palabra nombra, ¿y cómo puede algo que está más allá del mundo traerse al mundo en un instante que es sólo un resumen de sensaciones acumuladas sonoramente en los oídos sordos de hechos concretos? Para que quede más claro aún: no presencio el alma ni en la palabra ni con la palabra, sólo la presencio en la persecución atroz que libro ahogado en pos del encuentro con lo que soy, no para saberme, sino para aprehenderme, para llegar a la prolongación exacta del sentido no absurdo no determinista que radica en esa posibilidad que me escoge tanto como yo a ella. Soy Erdiskedián, soy otro.

Hoy parece que nunca

Argucias menores como causas de catástrofes que nadie ve en los interiores que no existen, vaguedad de la penuria, maldición, ni eso, ni eso. Cómo hacer frente a lo que ni siquiera tiene fuerzas y con tan poco te da vuelta la jeta de un soplamocos, si cuando al enfrentarse a lo que llaman “hondo” se resiste tanto, y todo para que después, y todo para que después caiga esa mano débil pero cargada de costumbres que te destroza con tan poco, con tan poco. ¿Quién-es-ese-que-hace? Preguntado en tercera porque no puede ser, no puede ser. Pero es. Plop. Todavía no, Condorito querido, que no he terminado de embellecer mi torpeza. Mágicos momentos ya criaturas extrañas, sigilosa clepsidra más diminuta que un poro, penetrando sin anestesia para neutralizar la sinestesia, para que mustiamente se pase a convivir con ese que antes perdió tantas batallas que casi parecía imposible su resurgir en aquellos tiempos donde uno se despertaba hablando puruhá sin querer. Se pone todo tenguerengue y surge nuestro Herodes en el espejo, y la batalla entre el llanto y el hambre se libra y asistimos a ella como quien asiste a vivir a través de un prisma sucio y envenenado. Beligerante se pone la cosa en el sino, tenebrismo si nos pintaran sin necesidad de pintores veloces es cuando la esencia se muda en vademécum para no explotarla y no meterse en ella y cubrirse placenta inverosímil tal niño revitalizando el acaso.

Sobre la cabeza

Estamos dormidos, oh sí, amor, hondamente en estado inconsciente, pretendemos lo otro, oh, sí, lo pretendemos, pero este esfuerzo despierto de despertarnos, de despertarnos despiertos, sin más que eso, a la conciencia de no decirnos bla y sin hablar entender estar vivos, sin hablar entendernos despiertos vos en vos síndrome de conciencia viva borrar no hay pasado eterno presente instante al cual despierto despierto concientemente que en vos vos yo, que en vos vos hay un yo vívido y despierto que mira cuando mira porque hay porqué mirar, que cuando mira se mira como reflejo sobre reflejo, como ilusión que encierra una realidad que no pospone el momento, que no pospone el presente, que mira mirar se ve despierto, oh, amor, sin contradicción, sin contradicción mirar se ve mirarse viendo, sentir sentido sentido despierto, sin definición, sin abstracción ni tiempo, yo único universal único ser que habitamos lo cierto, y en vos vos yo miramos lo cierto, habitamos un plano el plano desde el cual vemos viendo las causas y entendemos el efecto, no hay más estado que ese estado perpetuo que oscurece el deseo, maravilla de rincón postrado, servidumbre de encierro, beso al final del beso, podredumbre de vigilia eterna, condenado al morbo de lo verdadero, si vieras, oh, amor, lo que es estar despierto.

Hallazgo

¿Ella? Yo

un ampuloso quizá

con pinta de jovato

en una matinée.

Vagando por tu nada

con el perdón de los sabios

el negro te rogaba

afanarte un buen chupón.

Pero no hizo más,

qué se le va’cer

como buen veleta

chorearse un bandoneón

Mirá que el gringo la juna

la mina no é’de casorio

y el tipo con su jeta

no deja ni una pasar

Ahora che veleta

qué vas a hacer en cana

sin pucho qué macana

y sin mina qué bajón

-Date cuenta que te canto la justa

El tipo de la gorra no te va a restituir

Ese bandoneón chorreando

Tan lejos y tan cerca

En su mesa, compadrón-

Pataleá como un pebete,

sacate del sainete

tu jermu inconsciente

y vos

pedazo’e papelón

y dale nomá pensando

que no es consciente tu pensar

no es consciente tu pensar

Tango de Oscar “el chancho” Bonifacio y Julián Zuccaro, “La cerveza está que pela”, 1923.

La fonola del Doctor Cozza

Si es consciente mi mirar,

¿acaso veo volar

al pájaro como en la foto?

O sólo lo veo partir

o sólo lo veo llegar

o sólo lo veo volar

pero no lo veo como en la foto,

no lo veo como en la foto,

Pero hay otro estado purrete,

en lo que todo lento, lento, lento, transcurre

en donde tus ojos y la foto se confunden

en donde tus ojos y la foto se confunden...

Tractat milagroso

Oh animal volcánico, oh manipulador de lados y laderas de la sombra misma la misma sombra que golpeara y pulverizara tu joya. Oh ah eh so yegua, chito ahí, llenemos un poco este paseo de cemento, las voces con peces de colores e intuyamos los rostros como estanques vivos por dentro, congelados por fuera, muertos en el medio. Oh ih jic, ave lánguida surcando nuestro pasaje y los anillos de Tiziano Moratore, hombre ágil oculto de la literatura, la historia y las cavernas de la música, palidez del pensamiento. Uja la dentadura postiza de nuestro paisaje, Alé los pórticos de la ciudad torácica, Yupi las miradas que nos hacen fantasmas. Merma de la corriente cofraína y salud al baile de las calles estrechas calando en aglutines y noches de nomenclaturas. Encima se vienen, uija, y tanto fantasma que era se termina por ser el único en no poder atravesar. Solé, pero sí atraversar, sí atraversar. Faraones con tricota, tangueros bailando jeroglíficos, ea, pinceles dixit, trompetas dixit, vagabundo dixit, juraría que te he visto tan cerca que he llegado a confundirte con ese que va con mi misma espalda delante de mí, zas, iop, qué bien te sienta contemplar el milagro como si fuera imposible.

L’ inconsistant

Sabes que Globo sin piolín salió temprano, frío y con algo de dinero. Que se enjuagó la boca con jarabe de piña, que marchó no de otro modo lentamente hasta curvar el ocaso, que venía muy bien, muy bien.

Creo que lo más importante va a ser… ¿lo había dicho? Creo que lo más importante va a ser, ¿y por qué tiene que ser más importante? ¿Por qué tiene que ser importante? ¿Más importante que qué? ¿Por qué piensa, de repente, así? ¿Por qué las frases le salen solas para después ir a perderse, perderse, sin fin alguno? Evidentemente, pero ¿evidentemente qué? Seguro, seguro, ¿qué, cómo, cuándo? Hasta el final, ¿hasta el qué? Si esto no termina, no termina nunca, te lo digo, che, no termina, es otra vez otra vez, no termina, esto es un espejo frente a otro, ¿dónde está? Ahí, acá, ¿acá? ¿ahí? ¿Cómo, cómo? No entiendo. ¿Dónde exactamente? Creo que lo más importante va a ser… ¿Otra vez? Pero ¿otra vez? Hasta el final, ¿hasta el qué? Otra vez, sí, pero es como si casi pudiera tocarlo, ¿ahí? ¿Acá? Creo que lo más importante va a ser, iba a decir, pero ¿ya lo había dicho? ¿No lo había dicho ya? Por eso se preguntó por qué tenía que ser más importante y después, después, ¿acá? ¿Ahí? ¿Cómo puede ser? Pero ¿cómo puede ser? ¿Acá?, ¿ahí? No entiendo, hasta el final, sí, hasta el final, ¿hasta el qué? Seguro, seguro, lo había dicho, ¿o lo había pensado? ¿No lo había dicho? Pero ¿qué, cómo, cuándo? ¿No termina todo esto? ¿Y por qué? ¿Por qué? Creo que lo más importante va a ser… ¿Otra vez? ¿Cómo, otra vez? ¿Dónde, dónde era? ¿Acá? ¿Ahí? Ahí, acá, pero ¿dónde? No entiendo, no, exactamente… ¿qué, qué es exacto? Seguro, seguro, ¿pero eso no lo había dicho ya? No entiendo, ¿otra vez? Se pierden, ¿no te digo? Las frases salen para perderse, perderse… Las frases salen solas ¿o más bien vienen? ¿De dónde? ¿Cómo? ¿Por qué? Hasta el final, ¿otra vez? ¿Dónde, dónde, esta vez? Acá, ahí, no termina nunca, es otra vez otra vez, creo que lo más importante va a ser... ¿Cada cuánto? Pero ¿cómo? ¿Qué? Las frases, vienen, paraperderse, todas ahí, ¿otra vez? Evidentemente, seguro, seguro. Creo que lo más importante va a ser ¿otra vez? Pero si esto no termina nunca ¿otra vez? ¿Otra vez? Pero… no entiendo, ¿exactamente qué? Seguro, seguro, es evidente, las frases salen solas, pero ¿qué, cómo, cuándo? ¿Otra vez? ¿Dónde, dónde, dónde? Acá, ahí, es como si casi pudiera tocarlo, para ir a perderse, no entiendo, no entiendo, ¿seguro? ¿No termina nunca? ¿Seguro? Escuchá, escuchá, creo que lo más importante va a ser, había dicho, ¿había dicho o lo había pensado?… un espejo frente a otro, hasta el final, el final, el final, ¿no te digo? Pero ¿dónde, dónde era? Acá, ahí, ¿otra vez? Creo que lo más importante… ¿pero qué es lo importante? ¿Qué es lo que importa? Después, después, ¿otra vez? ¿Cómo, otra vez? ¿Dónde, dónde está? ¿No te digo? Acá, ahí, ¿seguro? Creo que lo más importante, más importante, va a ser, ¿pero eso no lo había dicho ya? Como un espejo, ¿o lo había pensado? Frente a otro. ¿No te digo? ¿E-xac-ta-mente qué? ¿No te digo? ¿Otra vez? No entiendo, pero ¿cómo? ¿Dónde está? ¿Acá? ¿Ahí? Seguro, seguro, hasta el final, no entiendo, escuchá escuchá, las frases, vienen, paraperderse, ¿otra vez? Sí, evidentemente, ¿no te digo? No entiendo, creo que lo más importante va a ser, ¿más importante que qué? Seguro, seguro. Es como si casi pudiera tocarlo, casi pudiera tocarlo, casi pudiera tocarlo, hasta el final, ¿otra vez? Seguro, seguro, ¿seguro qué? No entiendo, te lo digo, che, no entiendo. ¿Por qué tenía que ser importante? Otra vez, escuchá, has-tael-final, ¿esto no termina nunca? Hasta el final, evidentemente, ¿pero qué, qué es evidente? No entiendo, ¿no entiendo? ¿Exactamente qué? Pero ¿cómo? ¿Lo había dicho? ¿Lo había pensado? Evidentemente, lo había dicho o lo había pensado, pero ¿qué? Esto no termina nunca, ¿no te digo? ¿Dónde está? E-xac-ta-mente, ¿dónde está? Ahí, acá, seguro, seguro. Las frases vienen… ¿Las frases salen? No entiendo, aunque casi pudiera tocarlo como si casi pudiera tocarlo, seguro, seguro, para per-der-se, hasta el final, hasta el final, un espejo frente a otro, ¿otra vez? No entiendo, no entiendo, otra vez otra vez, creo que lo más importante va a ser, ¿pero eso no lo dijo, no lo dijo ya? ¿Lo dijo o lo pensó? ¿Dónde está? Acá, ahí, ¿lo dijo o lo pensó? Escuchá, ¿exactamente qué? ¿No te digo? ¿Otra vez? Escuchá, sin fin alguno, ¿hasta el final? Sin fin alguno, creo que lo más importante, escuchá, ¿por qué las frases le salen solas para ir a perderse sin fin alguno?

Y pinchose.

ah, los espasmos nocturnos

te lanzas hacia adelante con el impulso de un corazón que estalla, quebradizos dientes, tu convulsión, tu espasmo divino de exceso oportuno, tu llamamiento a la nada que parece decisivo, tu colchón de lata, tu deseo de ojos cerrados, tu noche extensa en la boca temblorosa que te pronuncia y estornuda, ah, los espasmos nocturnos, vivíes semipuntos de escarlata, condenación tosca no ordinaria al abandono de lo pleno, yo te delato y te enciendo con la necesidad de permanecerte oculto, tu hueco y la nota que no tiene fin se apaga de madrugada.

Mmmmmmm

Se siente azul, fa menor, heather, feder, قلم, plume, pena, penna, μάνδρα, ペン, pen, ручка, 펜, 笔, skriva, pluma, suelta adonde pace la voluntad, el parapeto del yo, penique sucio en el bolsillo del existir vagabundo. De ahí los relatos de relaciones con las entidades, frente a frente con el agua calma, y el barro marrón, el reflejo atravesado por el pez sonso, o ciego, o maligno. Aparición de ya sabés, en donde no importa, diciendo ya sabés, vomito del azar que manda en un precario manojo de tiempo todo junto a atropellarme. Mirada aferrada al suceso. El gato me miró al chistarle y siguió su rumbo a perderse en la noche. Yo más que tú. Enfrentamiento de fuerzas afines, se siente vencedor quien no ha sido chistado. Se siente azul, fa menor… Las nubes densas adoran cubrir azules del mundo nocturno. Gato sin consciencia de filántropo, pero filántropo al fin. Ahora de vuelta a lo efímero, a sacar lo que es gracias a lo que fue, ahora sentir, oh perfume del espejismo, la densa figura de lo casi yéndose si hubiera llegado.

Frágil crónica "école du regard"

Recién ahora puedo, recién ahora escapo de las alucinaciones. Debo sacudirme, plagado de imágenes y gestaciones pletóricas, debo sacudirme. Al recién le importa desde cuándo. Desde el punky, el raper, el viejo hippie, el adolescente que escapa, el turista, las chicas Manu Chao, los qué sé yo, los no sé dónde, psicóactivados, oníricoacostumbrados, mecedores de tiempos, yo, escucho, atento, pero ido, idísimo, aún, aún, pero recién ahora, recién ahora los movimientos responden un poco. ¿Desde cuándo? Desde los cantos, “basta ya de hipocresía, libertad para María”, veneradores de San Canuto, me gustaría que fuera santa, me gustaría pero entiendo por qué, lo entiendo. Qué aguante, viejo, hubiera jurado que todo duró siglos y que las voces de los megáfonos salían arrastrándose por el piso, voces sin piernas resistiendo el oleaje iluminado, el tiraje tiriásico, el tout de tout. Pisos y pisos y anchos y anchos de humos entre los “maderos” circundantes, entre los balcones ondulados. Cra crunch, splin slash, bfbfbf aahhh, vfuhh, alientos letárgicos, qué aplicados, qué actuación. Nadie estaba pero sin embargo allí los cuerpos de todos. De las bolsas extracciones cefálicas, popamiento lánguido, pocos subjetivistas, pocos pocos. Al final, el almacén de huesos tullidos clarificó su condición y se unió a las imágenes venidas de soplos metafísicos, colmadas de troqueles ajustados a la manifestación telúrica, sanguijuela del fenómeno. Consciencia-inconsciencia, qué juegos de pasajes. Con un pie del otro lado del horizonte, no es mucho más lo que se puede sacar en estos momentos invasivos. Por eso, aquí se produce el abandono. Deber cumplido, qué pastiche.

La máscara de Mnestuvio

Mnestuvio se llevó la mano a la máscara y amenazó con quitársela.

-Oh, no, por dios, magíster magíster, tenga piedad- en cuantiosos momentos metidos en uno solo, Von Tresgger se arrojaba a los pies del cenobita.

-No te preocupes, he decidido darte una oportunidad.

Von Tresgger levantó la vista:

-¿Llamo a un escribano?

-Jo jo jo jo, no no no, qué gracioso eres, Von Tresgger, qué gracioso, yo traigo al mío.

Se fue incorporando lentamente, pero corporizado.

-Sí claro ningún problema, el suyo será mucho mejor, mucho mejor.

-Y más rápido también, mi humilde servidor.

-Güenasss… ¿Interrumpo?

-Claro que no, escribano Lozano. Necesito que me haga un papeleo.

-Cómo no. Dame un segundete que saco los documentos del portafolios yyyy….. ya. Acá está, sólo hay que rellenar con pintura púrpura los espacios en gris … A ver… ¿Nombre del padre?-Lozano vio cómo Mnestuvio le sonreía-.Y, claro, qué torpe soy.

-Suele pasar, mejor pregúntele al señor.

-A ver, Von Tresgger, ¿apellido?

El hombre de los países y pantalones bajos miró primero al sabio cenobita y luego volvió la mirada picaresca a Lozano.

-Qué lo pan con queso- dijo el escribano- hoy estoy cruzao, cruzao estoy. A Mnestuvio le pregunto si tiene pasado y al otro… Bue, en fin, ¿les parece entonces si resumimos y le ponen directamente una firmita a esto?

-Macanudo… si a usted le parece bien.

-Jo jo jo, me matas, querido servidor, me matas.

-Sí, en el barrio me decían Fredrich el bigotón de Röcken, largo mote, pero efectivo.

-Jo jo jo jo, eres… eres un cosa… jo jo jo. En ti, querido amigo, se justifica mi labor. Ahora basta, a firmar… ¿Dónde, señor Lozano?

-Si la ponés acá viene al pelo, le dejás el espacio justo para que firme el gracioso, para lo que le va a servir…

-No diga eso, Lozano, respete los deseos del señor, al fin y al cabo lo único que quiere es acelerar el trámite, no quiere nada de otro mundo.

-Si me permite, me gustaría que el señor Lozano agregue un inciso al tratado, si no es mucho pedir.

-Uf, me cachis.

-Lozaaano, no sea mal educaaado, haga lo que le pide el señor Von Tresgger.

-Bue, a ver… esperennnn… ¿dónde carajo habré metido el martillo y el cincel?…hay que seguir el mismo tipo de letra que el formato original… es un quilombo… a ver… cá ‘tá., muy bien, a ver, qué es lo que quiere que es tan importante. Voy a agregarlo acá, entre el inciso 38 y 39, y lo llamaremos “inciso chiflado”.

-Quiero una máscara como la suya.

-¡Imposible!- gritó horrorizado Mnestuvio.

Las hojas ranas y los obtusos espejismos

La fasosesión cabuleaba lindo, entre personas libros y cuadros, un cuarto de la casa a su disposición y no mucho más. Decidiose al quizás y salió panticamisa cuerpo nudo y su disfraz que le caía bien por lo anecdotario que traía el ir a comprar puchos a la esquina. La transacción se hizo ipso facto, ad augusta per augusta, la cuestión era vencerse tragarse por completo irradiar porosamanente el vínculo emeico cirquear pasmando el ego o como quiera llamarse. La magipiernas gimnastas los culotiernos las tetarascas las miradas frívolas las otras que ven cierto al chacal de niño salido de hambriento pasar, su sonrisa explotaba. Aquí siente exprimirse la capocha intentando recordar, pasan unos segundos y nada, hasta que plum!, qué victoria recordar ésto:

Quizás fue pretérito y él en vez de ir fue a encontrarse con la pantamoscas, lúcido de dulciprestses y argacupiscencias, inmólidas éstas de ventrílocuo pasar y soñolienta preocupación, Ñamanñaman y Orgoleto escuálido, al que le decían cuerda violeta, pasaron mueca flotando y eso lo dispersó aún más, sopesó bien los contrarios y decidió justamente que el órgulo del Orgoleto no era precisamente lo que necesitaba en ese momento, pero como después podía servir convenía sumirse en él sin más pena que la que proporcionan las dulciprestes pues inmólidas son. Con sólido por supuesto y aletargado ademán, extrajo el órgulo del Orgoleto y Ñamanñaman, que a las prístinas y secuaces bromas que se le fulminaban en la kaputbeza no hizo demasiado caso con la nariz, se dio un golpe y otro que se le torció el cuello hasta admirar en su diestra el billete y a continuación exclamó un largísimo puf, con la pierna que le temblaba dibujó el ocho acostado, desordenó todo y se acercó a la pantamoscas para olisquearla como lo hace el perro adiestrado, dictaminando que a su gusto no olía. La bruma que las inmólidas huestes dejaban bocarriba terminaban de marcharse, and then there I was, algo así como un descubre y raja permanente era mi serpiente de humo a lo esencial de ese paradigma ocurrido, con el órgulo del Orgoleto en la cabeza, en los ojos, en la comisura de los labios, bisbisé la sombra del poniente sobre la nariz de Ñamanñaman, un fusil de trampa cabeceada a último momento parpadeó contraria a la luz y destiñó la pantamoscas y hasta le puso olor. El mocoñamanñámico se hizo burbuja y explotó. Tuvo un sueño, se reía, balbuceaba algo, lo dejé ahí y me fui noche arriba, para qué, si se sentía que me seguía con blandos pasos, quise volver atrás la cabeza pero el órgulo del Orgoleto me lo impedía, Ñamanñamnan, el Orgoleto, él, seguro seguían espiando la pantamoscas que parecía quieta, anulada, finiquitada, sin embargo, las sospechas eran lógicas, si bien intuía la reunión en torno a la pantamoscas no podía evitar los pasos que me retumbaban originariamente en la cabeza, luego en los oídos, más luego en la barri de la barriga. Lo arrasó la calma o la indiferencia, dio dos pasos más y quedó tendido.

002400

Ahora sé qué es lo que pasa y por qué se desplegaba de blanco toda esa pareja de alas, pero fue recién después de gritar Ángelus Joyce Thats your voice o antes, fue pregunta: ¿o antes? Antes seguro porque después lo que es gritar queda para los momentos gordos, las luces pesadas, la orquesta lesionada y las hadas, fijate vos, que no son ángeles, pero al fin saliendo, que es gerundio, que no es flor. De metedura de pata, que no es la novia del pato, ni la de una mesa y ni siquiera física, que no es química, eh, ojo, que no es química. Con las cosas pero cuáles yo no sé por dónde ando, que no es gerundio, que no es flor. Ah, amor química frascos orgánicos, ya entiendo, que no es la ropa hacia adentro, que no es latín. Procurad que sea un poco más grande que hace sed, que no es filosofía castiza, que nadie está hablando de monjes. Igual diga lo que se diga sé que es así y que nadie me va a impedir pensar que es indiscutible, que no es algo masticable, que nadie está hablando de perros electricistas. Lo que decía es que no ando por donde sé que ando sino más bien es decir que acá me quedo, que no es un quehacer sino más bien cómo explicarte, sino más bien. Hola. Pero si no hay nadie del otro lado y qué esperaba, ah, me querés decir, que no es un título, que no es la forma Ulisesca de decir que estamos hablando del trasero del de Yugoslavia… Ah, ya entiendo, todo por lo de Ángelus Joyce Thats your voice. Igual no lo dejemos, después de todo no está tan mal, o sea, hay que reír, ¿no?

Flexus

Bueno, basta de zangoloteos. Y, si usted lo dice. Sí, yo lo digo, y ese que camina delante de mí, también. ¿No será hoy ese día? Pero qué dice, y límpiese esa nariz que anda hecho un cerdo; no, no será hoy porque nunca puede ser hoy… ¡no se los coma!, es usted repugnante. Bueno, che, tampoco es para tanto, ¿no? ¡Sí lo es!, me hierve la sangre, me calcifica la lógica, me reconstruye la psiquis, me malentona el puchex, me agota el baile de mi caleidoscopio, ¡es sumamente para tanto, sumamente eh! Ok. ¡Nada de oquéis, carajín!, es que no fui claro: no me contemple, no sea condescendiente, complaciente, ni sucio saltimbanqui, ni anhelo, ni rodaja de tristeza, y arréglese ese pelo que es un nido de urraca, ¿qué aprenden en la escuela? Un poco de todo. Claro, así estamos, el señor aprende un poco de todo, qué gracia, total al pobre Nado lo podemos dejar ahí, se cuida solo, ¿no?, total usted no lo necesita, ¿no?, Nado autosuficiente, acariciado de rebote, malparido, ¿no? No sé qué es el Nado. ¡Y cómo vas a saberlo, me querés decir!, no tenés jeta, macho, seguí nomás en tu todo y en tu nada, en tu poco de todo, en tus guardianes del pueblo, en tu sociedad civil, en tu hache ele ve ese, pero ese de ahí, ¿lo ves?, ese, sí ese de ahí. Se me parece. Sos vos, luciérnaga acuática, sos vos. Pensé que era usted. ¿Yo?, ¿yo?, ¿yo?, ¿yo?, ¿yo?, ¿yo?, acaso puedo ser yo tan poco yo, ah, decime, ¿puedo?, ¿puedo? Por lo que veo, sí. ¿Ver?, ¿ver?, ¿de dónde lo sacaste?, el pibe ve, vean todos, el pibe ve, milagro señores, milagro, el pibe ve, el pibe ve. Otra vez. ¡El pibe ve! ¿Ya te convenciste? Sí, pero el bastón me lo quedo por si las moscas, eh. Normal.

Reflexus

Todo es ese murmullo de palabras-objeto

Dándose cuenta de que la razón de encontrarlas

Coincide con la decisión de verlas ahí desparramadas

En un principio de ensueño colectivo

Lo preeminente del suceso yace

Burlado por esos barrotes-tentáculos

Por esas normas de cohabitación entre lo que afuera

Se ve disperso pero inmerso en un control total

De ánimos que no exploran su necesidad

Y lo que presumo se domina para no entrar

A arrebatarte la llama de tu posibilidad de

Encontrarte al acecho de algo más preciso

Es el amague respecto a tu sitio reinal

Tu otra forma reclamándote a oído vivo

Un acierto que zumbe en tu carne

Que entre lívido a dejarte sereno

Con la perplejidad mirándote la cara del momento

Y yéndose a espirales de ahogo

El humo limpio de tu razón despierta

Después ves como el halo de luz

Entra en las cosas y las refleja automáticamente

Sólo un retumbar se ve agonizante

El de tu corazón de sangre

Y hechos y anatemas

Discusiones del vuelto de la sociedad

Aquí te extrema el socorro conciente de las vanidades

Y el puro aniquilamiento de tu forma

A CABEZAS PESTAÑAS

A SOMBRAS DE OMBLIGO

A cada minuto desprendido de una nada

Ultrajante de estrecha que pierde el cosmos

En un movimiento rotundo

Pacha mama

¿has visto mi baba volverse hilo,

Tejerse un vientre,

Brillar licuando las figuras?

Los lugares de tu estampa

Abriéndose el camino de transporte

Cuando los deseos alucinan

Y un charco de reflejo

Andan las nubes serenas

Al celo del cielo

tu amenaza más trueno en la tormenta

se va dando aullidos como a las tres de la mañana

pero no importa

te caés a cada sonido.

"...King of the Bongo..."

Estoy con tu última frase en la punta de las pestañas, tambaleando a punto, queriéndose arrojar como una loca. La atrapo porque ahora es así “…sin curitas…” está diciendo el loco y yo “…con tu sucia camisa y en vez de sonrisa una especie de mueca…” yo no, otro, ahora otro y yo golpe golpe “…un silencio obscuro…” macho, it’s too late, ni ahí, ni ahí. Encima en mi mano, qué decirte entre los dedos, clic fffffffff, mantengo y largo, entonces pienso que quizá ya caído cómo acaso caer, y lo entiendo, ahora que “…más allá del principio del placer…”, pero esos tipos hablan sandeces sin parar, viejo, dejemos de hacer caso a la chusma de una vez y a ver qué si arrastro la lámpara de cristal, ¿se estará comunicando con el crunch de M revolcando su chamuscada cabeza en el fondo del cenicero? Porque te juro que yo no fui, me desentiendo cuando se trata de asesinato. O sea, no premedito. Diccionario Panhispánico de Dudas, parodia espléndida, “…Nace una flor…”, objetivo: implantar UN destino. ¿Alterno? No, dejemos el evidente para los que ya no tienen que decir. Te digo el que usan para echar flores sobre los libros, lágrimas en los hombros, “…please please please please…”, asfalto sobre las calles de piedra, si son tan lindas. Entonces me pongo de cabeza y digo “mierda, en realidad no he caído nada”, y suenan las trompetas, redoblante ascendente y feroz y yo sin saber qué hacer, ¿me estarán observando?, seguramente habrá niños y señoras y señores, y elefantes trompita, y bípedos perritos blancos a la espera de que yo, sí, señor, yo, no decepcione al personal. De cabeza mucho digamos que no se ve, posición carnicera, “...yo quería verme revivir…”, no, ¿será posible que hoy ninguna encaje?, viejo, decime. Bueno, lo del boomerang te lo dejo pasar, aunque ahora mucho no me soluciona. ¿Hago el acto?, o sea, ¿hay público? Yo las voces las siento, pero ¿van dirigidas a mí? “…para vos, lo peor, es la libertad…”, ¿eso significa que no debo decidir? En el blanco, pero pará, voy por un pucho. De vuelta, y si no lo hubiera dicho ni se hubiera notado. ¿Qué carajo es un “gargo”? Vaya uno a saber en qué idioma habla este tipo. Me quedo con el otro, que lo que pasó fue que andaba pensando en los murciélagos, y apareció aquélla, pero qué le vachaché, tampoco estuvo tan mal. Escuchá: Rachmaninov: Relato, Wagner: Novela, Estos: esto. Tuve una idea, no te la pienso contar. ¿A quién? ¿Cuál es la clave del éxito? Ah, no, torres de cristal irrompibles frente a mí, te garantizo la quema del libro de las dudas, del placebo helicoidal, del jabón en polvo y de la máquina de hacer pájaros. Y si no puedo ver dónde voy, te llamo, vos me atendés, no me reconocés, y yo te digo que soy yo, yo, cómo no me reconoces. Y, no sé quién sos, eso significa que no te reconozco; de hecho, no te conozco. Pero no puede ser, no te suena mi voz, mi tono. Te puedo asegurar que escucho una voz, pero nada más. “…Ya se hizo de noche…”, ¿te das cuenta que no pegan ni una estos tipos?, decí que no tengo sombrilla, la plantaría al medio del living. Pero tampoco tengo living, más bien el living sobre mi cabeza, pero tampoco, tiene muchos colores, trapecios invertidos, ¡qué ingeniosos! No sé cómo hacen. Entonces sí, esos son aplausos y yo todavía sin hacer lo que tengo que hacer. ¿Es que no lo entienden? No sé qué es lo que tengo que hacer. Concedo: estoy en un circo, de cabeza en el medio de la pista, de esa ya no puedo zafar, pero ¿ahora qué? ¿Qué esperan? El mago estuvo unos dos actos atrás. La contorsionista, (¿ves?, fui por un pucho y no se enteró nadie), ésa estuvo en el primer acto, y de paso te digo que no es buen número para un primer acto, cuando me baje de acá voy a quejarme. ¿Y no será eso? No puede ser. No quiero. No es. A ver las hawaianas. Los porvenires no piden coimas, salamín. Aahhh, ¿poesía decís? Che, ando tuerto, será la sangre que ya es plastilina autónoma, “…puedo deshacer mi alma en un segundo, y puedo escribir muy lejos de mí…”, el otro, tal para cual, “…todas las figuras que se vuelven hacia mí son las sombras de un hechizo que pasó…”, bueno, vamos mejorando, pero no encaja, ponele que el hechizo mutara, no te sentirías tan tranquilo ¿no? Ya no le escapo más, algo tengo que hacer, ya tanto de cabeza… ¿pero dije que de cabeza estoy para el resto del circo? Qué alivio es en realidad no tener que hacer nada. Ya tuerto me doy cuenta. “…cómo pudo sucederme a mí…”, te lo juro.

te sucedo, es una hipnosis, qué alivio, es verdad, no siento las manos ni los pies, pero hubo sucedido algo, qué pasó, me sobresalté brevemente, pasó, casi lo predijo, se fue dando saltos y nunca volvió, saltimbanqui no era, qué más pasó, se le ofuscó la capocha, dijo que tenía y no tenía, qué va a hacer, se queda durmiendo, acá, acá nomás, qué mal rato, todo previsto, yo no.

Fábula del beso en los ojos

El atardecer era de un retórico entusiasmo, la magia consistía en respirar y merodear sin gestos la desgraciada intuición de sentirse observado, llevando el aire al sitio correcto, todo parecía sumirse en un esplendor poco menos mirífico que la muerte o la siesta del sol. Pero de ningún modo Turumbatec, proclamado hijo dilecto de los dioses, iba a cambiar de parecer. En su diestra cargaba la lanza, en su siniestra, el escudo argoniscente, la remembranza se completa y solidifica con una multitud enardecida y hambrienta, los lobos al centro, de cara al pináculo sagrado, del otro lado, Turumbatec al acecho. Ógimos, lépidos, transarines y medicométricos ululando con sordinas al omnipresente reino celestial, Turumbatec avanza, decidido, predestinado, los lobos hacen lo suyo, presas o cazadores, zwin! el primer lanzazo se encarna en el lomo de la primera fiera. Autorretrato limpio, como un espejo, licantropía sórdida, Otenec tendido como una sombra, astros vencidos en la sopa del brujo, su mala fuente de la que bebe el herido contiene pasajes oscuros, selváticos, litúrgicos, a la hora detenida, vuelan los últimos pájaros a reencontrarse con las máscaras, la entrada es una mosca violeta posada sobre la nariz de un rinoceronte. La impaciencia se come las cabezas, vuelven sobre sus pasos, las dos fieras arremeten, Turumbatec las esquiva, con el escudo traza una parábola y golpea en la cabeza, Ucumabeb pierde el equilibrio y cae, el escudo argoniscente se quiebra. La inconciencia es el fuego de una antorcha, volviéndose sobre sí, múltiple devorada, alcanzando una y otra vez el techo invisible de su posibilidad, de su forma, se encoge hasta perecer. Sólo Turumbatec y Sermico danzan en el centro, los gritos cantan las premisas, es el venerable y la bestia oliéndose mutuamente, Turumbatec adopta la forma lobuna y arremete, Sermico lo anticipa y clava la dentadura en el cuello. El cielo se abre con estruendos y artificios ante los pálidos rostros, Sermico, con sangre en las mandíbulas, aúlla vencedor, los dedos lo señalan, Turumbatec tendido ahogado derruido ya casi no gime se retuerce malherido de muerte huye desnudo se limpia y entra.

Vera calavera I

Crepó lo suyo y ultimado ya sin más detalles se acercó al viejecillo que con bastón y sombrero de copa aguardaba no se sabe bien qué al costado de la ruta.

-Lo increpo, señor santo, que mi peregrinar no sea vano y si sabe adónde hay que ir pues bien dispuesto a mí me tiene para tenderle una manito, ya que sospecho que mi rumbo topa con el suyo.

-¿Qué dice?

-Que mi compañía le ofrendo, buen señor.

El viejecillo lo observó tiesamente y luego profirió carraspeando:

-Ah, sí, sí, joven, me temo que toda desgracia nos ha ocurrido ya y por tanto sólo hay que aguardar con la mejor de las esperanzas. Yo iba camino hacia allá y me detuve a descansar un momentito pues ya ve que mi estado final de estúpida conservación no es el óptimo.

-¿Y cómo es que sabe hacia dónde hay que tomar, mi señor?

-Pues si le soy honesto, joven, no lo sé, pero se me antojó que este sendero abrigaba mejor esperanza que el otro.

-Ah, muy bien, muy bien, es usted un gran sabio si de esperanzas se trata.

El viejo lo miró feo.

-Mire usted, lo equinoccial del suceso yace intuitivamente encerrado en mi pellejo, luego, más nada, así que si le viene bien el suspenso y si puede seguirme el paso cuando tome envión, haga lo suyo y sígame que a cuestas llevo varias batallas en las que he vencido.

-Vine, vi, vencí, mi estimado lord cacahuate. Cuando sea que nos encontremos con una taberna, lo invito a su salud y a la mía, y luego ay quién nos mire sin el mayor de los cuidados.

Caminaron al lado de vergeles de marihuana, con cielos procelosos y atemorizantes, el sendero hacía una pequeña curva y retomaba nuevamente su fisonomía rectilínea.

-Pepeperohijjjjodeunagranputa –puteó el viejo.

-¿Qué? ¿Qué hay?

-Nada hay, exactamente eso, que el camino sigue y sigue, monótono, sin cambio, ya me está empezando a carcomer la impaciencia, ¿qué hago? ¿Adónde hay que llegar?

-Verá usted, no se enardezca, señor mío, guarde la agresividad para momentos más propensos como el acoso a una dama, y por ahora continúe dando paso tras paso, sin tropezarse. El camino es el camino y nada más hay que un camino lará lará laray…

-Paciencia, esa santa puta. Mucho me temo que el hombre es ese animal que ha creído ser el mejor a la hora de entender la naturaleza, pero no la ha entendido, la ha copiado, la ha imitado, y la ha comparado concluyendo que tales cosas, que no son más que sus ideas comparadas, son reales, que existen más allá de sus pensamientos lentos y torpes a la hora de arrastrar el lomo bajo el fuego de las estrellas, el hombre cree que está en una situación privilegiada que le permite observar y entender algo de todo, algo de algo, todo lo todo, sin aceptar la condena de necesidad de vida constante y urgente alejamiento corrupto de todo lo que indique la otra certeza, esa que está al otro lado del existo.

-Parece, pero esto, lo que está del otro lado del existo es algo más que un fácil te condeno a la ignorancia, es un naufragio a tirarse a nado a la islita más sobrecogedora y despoblada que exista a siete u ocho leguas a la redonda. No, se debe ir un poco más allá, como con decir que esto no es del todo esto, que tiene mucho de aquello que dejamos, o es que estamos vivenciando algo que deberíamos matar de alguna manera, salvo que lo vivenciado esté más allá de esto o lo otro y entonces, ¿qué gracia tiene entonces? Nadie os lo va a decir, pero nadie nunca nos lo dijo antes, creencias y pimplines semejantes deberían dejarnos ya un poco en paz, pero por qué cornos vuelve y vuelve a preguntar siempre sobre lo mismo, ¿la verdad? ¿La realidad? Y viene a mí la respuesta dulce y con espinas: El Nado, maravillosamente cierto, arriba y nos atrae hacia un sinmundo de insuficiencia plena y satisfecha, gorda de satisfecha, pobre, pálida, escuálidamente gorda y rozagante, a un extremo y al otro, a un lamento y a un gemido de placer moribundo y revitalizante, y allí, frente al Otro, frente a la Otredad, te rige el odio y el miedo, el amor, el falso amor espejo, la indiferencia, el desengaño, la apariencia y la imitación, danzas que la humanidad ha sabido ejecutar con pasión momento a momento, universal, epocal, lúgubre ojo con el que veo.

-No puede verme sin ese ojo, muerto bastardo, dé un paso hacia adelante y tropiécese, cáigase, arrodíllese y trate de caminar, vea lo relativo que es el mundo con ese paso hacia delante, ahora dé otro paso más si se atreve y luego aprenda a caminar sin bastón ni muletas que va a tardar toda una vejez que lo hará detenerse bruscamente y desandar cada paso, uno a uno, hasta que todo parezca un mal sueño.

-Espere, no entiendo, si estamos caminando ya, ¿no lo ve? Vamos hacia algún lugar que desconocemos, ¿cuándo ha sido de otra manera? Sí, claro, cuando iba a la plaza llegaba a la plaza, pero ¿a qué plaza llegaba? Entramos y salimos perpetuamente del mismo ciclo, nuestras cabezas niegan cuando asienten y viceversa, o mejor aún, se debe negar primero para luego asentir y asentir antes para negar, las contraleyes de la naturaleza emeica encierran contrasentidos.

-Lo que usted dice me desvanece, tiene ese fin mundano que enternece, yo sé de otros sufrimientos, pequeños y arrogantes, pero en su momento gigantescos y opiáceos.

-Cuente…

-Los poetas decían a la postre de su destino Yo imaginaba lo siervo del momento Pero un si lo sabré aun en la memoria Abría cortésmente El camino de la esperanza del porqué Apalabrado y Arraigado El si lo sabré venía de un tipo Flores Medina Escultor en bronce En piedra De sus síntomas Pobre diablo Que se sacudía las migas Los peores días Del todo por amor Que el amor se muere En cuclillas dibujaba torpemente El nacimiento La lengua que estrangula Oh por dios El pasaje a ser sombra Si su mirada no ardiera nada más Que el esqueleto Y de vuelta A concebirlo Si un lógico y contundente Sopapo lograra abanicarlo Soltarlo de prepo Y sin ahogo mostrarle

Que no

La otra mano

No tiembla pero

No quiere y sí quiere

Seguir escribiendo

Lo que su lucidez de lo contrario

Llama reducción involuntaria de caminos indistintamente padres situacionales y en gran medida lucro cesante del mismo escrito

La gran magia consiste en vedarse a sí mismo lo que uno escribe Abelardo Castillo dixit Y Flores Medina corrigió por puro placer Porque si No estás Del todo Presente Es porque En ese ir y venir Del sí al no Eso es estar Pero grullas y hadas similares Se leen no escritas En cualquier lengua Ahora sí Estranguladora De todo su pasaje a ser sombra

O fuera de la conciencia Un asalto a la memoria Para ir a buscar al otro lado La explicación que no da abasto Si es la simple sensación de saber Fingida por la anormalidad del cambio Eternamente perseguida La causa en su cauce profundo de ensueño Plácidamente lamido Que juega a seducir la imagen A semejanza de un borrador

Jugándole de espejo

Hay un principio macabro de escenita En la que Flores Medina enferma sin remedio De un presagio que traía la piedra que tallara Hasta moldear la imagen angelical del diablo

Se desvanece y despierta Realmente loco desvaría Se enturbia Abre un ojo Próximo Aletargado Haciendo límites de sensaciones Fluye desde un sillón La marca que deja asustado Se ha vuelto sobre sí Y no puede ver otra cosa La noche gime se estremece Brota como un desparramo de humo De una boca a oscuras Desde la comisura de los labios negra Bebe a drink largo Y obsesiona pequeñitos cuadros con caras de exiliados Como en broma se cae a un costado del río de moscas Y lo mejor se pone a pensar en cómo no es posible que Lázaro no se levante Y ande ¿Qué lo embucha? Se había ausentado de casa por una semana Y ya iban dos Y ahora estaba tirado no sé dónde Pero qué iba a importar

Al paredro que lo parió

Entida dese spacia les

Va gan, va gan yven

Recrudecerselos cie los

Soporquear rastras

Jaz zquea maste

Yde jaste decan tar

Sectoren tulu gar s sóloun lu

Quenoe sté per dido

Sab bor sab ver quen can tael senti do

Ob tu sos entidor mi dos

Yo se ya ce

Co nu nrepe tido servis to

En ti da des parcia les

Quensan chan losci clos

Cu al crono opio

Ob vio perse guidor

De in stan tes alo

A vi dado llars

Mae stro de lútero

Di ste vid aboba

Al tí te re sinca misa

Quele e tuno ta

Adagio

De regreso del sigilo, ¿consciente? cargando amplia sonrisa el compás de la arabic siutation motivó su huida por el campo. Era noche en el campo. Era frío en el campo. No hay gatos en el campo. Las chicharras tapaban el sonido de las lombrices que se acomodaban para soñar, y el gaucho Clesius miró el cielo, y pidió piedad, “oh tú que despiertas de la noche de mí, ¿qué acaso te sitúa al borde del abismo, qué acaso te impulsa a robarme el veneno que uso para defenderme?”. Respondió el silencio y una ráfaga azul que lo aclamaba, desde el antro mismo de lo manifestado, se tendió cubierta por ristras de ajo, sobre la paja húmeda, sobre la tierra desierta. Miró a su alrededor, nadie había. La poseyó toda la noche y murió dormido, al otro día.

Gnothi seauton

Fumalo de mi esfera, excluso indiferente que has ganado el derecho a venir hasta esta casa traído a un viviente mediador de la escritura al repalazo, sentate al lado del humo que pasa, te invito a con versar:

-se daba exactamente el revés del pensar, el pensar atravesado, se desentendía así del conciliábulo del orden; las escamas del pensamiento, todas eran apiladas y descartadas, un único símbolo se inscribía en el poniente, y un único símbolo albergaba todas las miradas de los condenados al vuelo

-Será que lo que siempre es sabido Se descubre en cada uno Luego de una tormenta de fuego Que limpia el paisaje que estás siendo Después hay un choque involuntario Entre los miasmas del pasado Resultado que predice un ser distinto Que cambia sus ritos desde adentro Pero el estado alcanza a perdonarte Y eso te cuantifica uno Dependiente de las mareas estados En esa revelación de allá Convienen a dejarte perplejo A la única luz que se encadena a tu repertorio Y así te entrelaza a una tela perfecta Que es tu natural conciencia De los muchos otros que sos Habrás venido a simplificar el efecto Habrás venido a lavarte Habrás venido a escucharte Un segundo que se estira Abre por fin tu percepción De especie continente Como los árboles contienen el viento.

-tengo superoídos, o será que estoy despierto, también un poco de eso, vuelo como una estampida que controla el tiempo, hoy no tengo más que ojos que transpiran realidad Veo Y hay sólo una representación deseada Viciando los sentidos Entrometiéndose por la mañana Que nubla el día Veo Y hay en lo que veo Secretos que se develan En el acto que nadie escucha El pacto que diferencia lo que sos de vos Veo Que en todo hay siempre un encuentro Entre dos o más entidades En un momento preciso Instante que se muestra único

-un diminuto horizonte que no tiene esquinas, se cae de su borde

La sensación de trama sujeto

Eleodoro Mutarreira, el símbolo “l-o” esponsoreaba, gallitecía araquiento a la par de un súbito/u multo licuácido y engriguecido a lo acérrimo manifestaba bellotonalmente:

-Todo el tiempo no sabiendo qué hacer Y escogiendo alguna forma, Los deformados

Umbular Ucnotecido y Perótono, su hijo, discutían lo suyo, mirando fijamente los billetes

-¿qué propósito?

-¿qué se propuso?

-uno real

-$012345678910111213141516171819202122232425262728293100101102103109110

-muestre algo más

-$1005001000500012220222149716172157100001000051000050181316101

la serie estaba mal trucada, se veía en el billete la cara angular del prócer corrida del centro por la fila de números

-¿proyectar?, sí, claro que tengo proyectos

-y el simio mostró mayores cualidades en la composición que la vuestra

le dijo Mutarreira indicando que el hilo estaba en trama uno y que al menos él ameritaba un tres, hijo mío y prosiguió

-celebro toda discusión, pero esto, no convence ni al tullido mental más harapiento de la gonorreada civilidad, sin más armas para armar, andar desapalabrado y exigentísimo es una contrariedad difícil de escarmentar

-causa y consecuencia chorrean para llegar a comprender sin más fines ni glorias el estado perfecto que te hiciste, la borrachera de anoche que te dejó el día culoparriba y te mandaste tremendo billete, niño

pero no turbado del todo, llegó a enloquecerse mirando el dedo infeliz que se aproximaba al rostro de Perótono y continuó

-mi misma sangre, mis genes coloreándote, dándote forma, gusarapo en desarrollo, decime si no

dijo tres, dijo uno, y Perótono se hizo a un lado con todo el laconismo en la frente

-los veo muy cadáveres a ustedes, ¿será que se los ha tragado un poco? ¿un poco?

Mutarreira tomó distancia y se zampó una pastilla de mentol.

-a ver, déjenme a mí, yo los concluyo de lo requetelindo con un fósforo y medio litro de nafta

-a mí sí me da lástima, qué querés que te diga, además si te ayuda a mentir tengo para darte un consejo, si así lo quisieras, me podés consultar cualquier cosa.

-no, no, no sé qué hacer, estoy doblado pero no me quiebro, no me quiebro, ya ni sé lo que quería, pero lo tenía tan claro, Mutarreira, ¿para dónde guitarreás?

-asumo que en el bosquecito tienen fieles como la gente

-¿y Perwgknelli?

-ni me lo nombrés, ayer estuve hartando el día tratando de equivocar el rumbo y de no toparme con semejante, pero ay, si vieras cómo traté y traté, persignándome a lo bestia, para ir a parar justito frente a su frente…

-dios bendito

-al cadalso en el mejor de los casos, ahí sí que lo querría ver, tan desgraciado no debe andar, pero el tipo se manda bien la parte. Me permito otra cosa si se quiere, con lo de escarmentar armamos un soponcio desmedido en el que nos ponemos a cantar y con dos o tres días juntamos como para comprar la hamaca bienaventurada esa

-es una opción, no te lo niego, no con esta jeta, pero a mí me da no sé qué ir con esta voz apagada a decir a los bueyes esos que no saben ni rascarse el ombligo que el mundo está lleno de pulgones y que hay que agarrar un tarrito con colillas y agua e ir lamiendo hoja por hoja

-es que sos puro altruismo, puro altruismo… el tema de la hamaca, ¿no te convence ni un poquito a vos?

-no lo dudo por ese lado maquiavélico, dios me ampare, lo dudo por el tercer ojo que tengo y que ve por encima, no es por nada, pero me parece que el ojo flotador indica otra cosa que el aura misma de estos ridículos alucinantes de la realidad ordinaria que no aceptan la avidez del otro lado del ocaso, de estos cantores de gargantas sangrantes y narices aguileñas que somos

-karma, mi hijo, esto es el karma que nos cargamos por andar heréticos, bien despabilados amenazando el no sé cómo que estamos acá, no obstante, asumo que la próxima andaremos con túnicas apalabrándonos en serio, si llegara, porque presiento un no sé como más espiritual, lleno de humo y cosas semejantes

Jai guru Mutaninga om

Cómo pasma la vida del irresoluto, su sólo encuentro atribuye más soledades que la de uno solo y menos bienaventuranzas que la del árbol eterno, quizás por su hiperdesarrollado sentido de globalidad, pero más que nada por su carácter de vivo en Las Canarias, canarias por los canes y no por lo canarios que allí habitan, como se sabe. Mutaninga anda metido en esquemas poco familiares y no, sobrelleva un metejón manifiesto con Amalita, que huelga a su vez con holgura por los pasadizos poco entendibles de allá, y carraspea a fondo canciones con hadas y ballenas, una mezcolanza atribuida a sus dotes de emperatriz emperifollada y muerta de envidia por sus cortesanas maulladoras. Ahora, a Mutaninga parece que le da por tentar su suerte de adoquín parlante, agobia casi todo sus planes y va más allá, permite que la incandescencia de su clandestina adoración por las mojarras enturbie la relación cósmica mantenida a fuerza de gatillo con sus súbditos, los morochos. En una tienda de abarrotes, en una esquina, ha sacudido el espectro que allí se metía a garabatear sobre los quesos frescos letras rúnicas de pasado pomposo y significación cero. No contento del todo, ha mandado encarcelar a todo bicho de más de seis patas que ande suelto y silbe feo. Por supuesto, esto no es lo más significativo del caso, puesto que después de haber declarado ser hijo único de las mareas rojas y las carnes abombadas, ha perpetrado dichosamente un juego que va de lo brusco a lo incierto y propone derrocar las manifestaciones idílicas que le hacen algunos muertos de hambre en la puerta misma de su palacete. Es una suerte que haya decido disuadirlos con espuma de carnaval y en ese tole tole se haya armado más de un festín en su nombre, con coronas fúnebres y aullidos al por mayor, más ahora que se ha instaurado una especie de beneplácito por las dudas con sus renuentes amantes del displacer. Cabe la posibilidad de una abdicación a su trono, pero tendría que haber un sucesor de esos que no manchen la alfombra con imprevistos y singularidades, algo que no satisface plenamente las necesidades del mentado pueblo de los morochos, ávidos éstos de jolgorio y buen vivir. Nada que perturbe las masas está permitido y mucho menos está bien visto jugarse el pellejo por un tonto acto de heroísmo.

Carta de unos suicidas

Dada su nula capacidad de recrearse, de reproducirse, de seguir jactándose de existir en este paradigma de lo virtual, y dada a su vez la escasa voluntad de quienes supieron interpretar a M que ahora perece, damos fin a este paréntesis de letras cuerdas, de letras de sueño lento y vigilia que ensancha la pupila para concentrar el punto en lo que está cerca, nos despedimos, nos colgamos de una vez de la rama más Nado del árbol más suicida de la historia, ¡¡SALUD, EMEÍSTAS!!